XIV.- El Adiós

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Doce años más tarde...

— Eli, Eli escúchame. — se quejó Noah de dieciséis años mientras perseguía al lobo, quien solo sonreía con diversión.

Atrás de ellos Nathan y Nicolás los miraban con asco, desde que ambos habían comenzado a salir siempre los molestaban aunque agradecían que ellos pudieran encontrar la felicidad a pesar de todo lo que había ocurrido en esos años.

— ¿Qué paso, pequeño? — le preguntó Eli con cariño al menor.

— Quiero ser parte del equipo que sale hoy por provisiones, sabes que soy fuerte y he mejorado con mis habilidades de ángel, el tío Alec me regala mi estela al fin.

Eli lo miró preocupado y luego miró a los otros dos, ellos asintieron.

— Esta bien, iremos juntos.

Los cuatro caminaba por los restos del instituto encontrándose con muchas personas en los pasillos, algunos heridos otros solo cansados y con la ropa sucia.

Hace seis años los ángeles y demonios desaparecieron esparciendo un virus por todo el mundo y muy pocos humanos sobrevivieron y luego vinieron las mutaciones de demonios y ángeles, criaturas sin cerebro que solo se mueve por instinto para buscar comida y la carne es su mejor alimentación. Ahora tenían que sobrevivir ante las circunstancias del apocalipsis.

Los chicos se acercaron a un grupo de niños, todos tranquilos pero se enfocaron en la pelirroja que tenía su cabello corto atado en una coleta desordenada, su rostro cubierto de grasa y aceite, vestía un overol de mezclilla y debajo de este una blusa roja. La niña de doce años estaba enfrascada en una especia de máquina sin notar la presencia de los otros cuatro.

— Mika. — sin respuesta — Mika. — nada — ¡MIKAELA!

La niña los miró con una sonrisa divertida.

— Oh, hola chicos no los había visto. ¿Qué puedo hacer por ustedes queridos primos? — les preguntó la niña con diversión logrando que Eli la mirara con el ceño fruncido y cruzara sus brazos sobre su pecho.

— Mikaela.

— Ya, ya amargado. La máquina esta casi lista, si podemos volver al pasado podríamos cambiar todo esto, estaríamos con ellos. — dijo Mikaela lo último en un susurró.

— Cambiaremos las cosas. — le dijo Noah mientras colocaba su mano sobre el hombro de la menor.

— Eso espero.

— Por cierto, ¿cómo están?

— Papá despertó hace una hora pero no lo hemos dejado salir de su capsula. — dijo un chico de quince años de cabello azabache de ojos azules. Axel, hijo mayor adoptivo de Magnus y Alec.

— Eso no es tan bueno, no podemos dejar que ellos se interpongan en el camino además los pusimos a dormir desde el primer incidente donde la mayoría de la manada murió. — miró a la pelirroja — ¿Cuándo crees que esté? Necesitamos irnos lo más pronto posible. — le dijo Eli de manera seria, él era el mayor de todos ellos y había heredado el estatus de alfa de su padre y su deber era cuidar de su manadas y todos los que ahora vivían bajo su cuidado, la mayoría de las personas en ese lugar eran niños, adolescentes y jóvenes adultos que habían aceptado al joven Hale como el líder y al saber de los sobrenaturales entendían todo mejor y sabían que estaban en buenas manos con Eli al mando.

— Mañana temprano estaremos en el Beacon Hills del pasado.

— Eso fue bastante rápido, eres increíble pelirroja. — le dijo Nicolás mientras revolvía el cabello de la niña.

— Gracias, lo sé.

*

Eli estaba sentado en el piso recargado sobre la pared con Noah dormido sobre su regazo. Nicolás se encontraba con Mikaela y Nathan estaba frente a la pareja con la mirada perdida fuera del instituto, ellos se quedaban más cerca de alguna ventana para estar atentos a cualquier peligro que podía afectarles.

— ¿Crees que nos crean? — preguntó Nathan con cierto temor.

— Lo harán, lo que no quiero decir es lo que les sucedió pero conociendo a nuestros padre querrán saberlo y lo odio.

— Tenemos que decirles la verdad, puede que no es algo que queramos recordar pero tienen derecho a saber que sucedió con ellos.

Eli miró al chico con tristeza mientras dejaba brillar sus orbes carmesí.

— Respira, alfa aun no es tiempo de enloquecer.

— No estoy enloqueciendo.

— Lo sé, pero me gusta molestarte además nos vendría bien un poco de paz después de todo este tiempo.

Eli bufo, los trillizos eran su dolor de cabeza pero también la razón por la que no había perdido la cabeza.

*

Mikaela miró a los cinco chicos con una sonrisa cargada de diversión.

— ¿Listos para ir al pasado? — les preguntó mientras colocaba su mano sobre la máquina.

— No pero no nos queda de otra. — dijo Eli molesto.

— Si, si amargado.

Mikaela prendió la máquina y lo siguiente que vieron los seis chicos fue el bosque de Beacon Hills.

— Ok, estamos perdidos. — dijo Mikaela sin saber en que parte del bosque estaban.

— Mikaela. — dijo Eli molesto.

— ¡Lo siento!

— ¿Quiénes son ustedes y qué hacen en nuestro territorio? — les preguntó alguien atrás de ellos. 

Cazador de SombrasWhere stories live. Discover now