Capítulo veintiuno/ Sentirme segura.

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"Y de algo que jamás me voy a arrepentir es amar, amarte"

*momento en el que se separan al salir del restaurante.

Ivy.

- No puedo creer que le hayas dicho eso a los chicos- lo miro y él solo encoje sus hombros.

- Ellos también quieren pasar tiempo con sus novias. Lo que me duele es que tú no quieras eso.

- No he dicho eso.

- Entones ¿sí quieres? -me mira con esa sonrisa de "te atrapé" y yo lo empujo suavemente

- Tampoco he dicho eso.

- Admite que quieres pasar tiempo con tu novio.

- Dylan, deja de decir eso.

Él me mira retador y detiene a una pareja de ancianos que pasaban al lado nuestro.

- Buon pomeriggio, è la mia ragazza, è bellissima, ¿vero?

Es increíble que haya aprendido eso y no a decir gracias en italiano. Ellos sonríen cuando me ven y asienten a lo que sea que les haya dicho Dylan.

- ¿Qué les dijiste?

- Nada que no se obvio.

Y retoma el camino. Tengo que admitir que este lugar es lindo. Aunque hubiera preferido ir, no sé a Ámsterdam, por ejemplo, algo más nublado. Lo molesto es que hay tanta gente que es imposible caminar y seguro que he salido escrachada en varias fotos. Todos aquí son como Isa, unos pesados para sacar fotos a los que se les cruce enfrente o gente que tiene una efusividad como la de Emma que te atropellan al pasar.

- Me sorprende que te quejes de te empujen aquí y no cuando nos empujaban en el recital de rock- dice él viendo mi mala cara porque alguien me empujó.

- Es diferente.

- Sí, lo que cambia es que ahora si puedo besarte y protegerte entre mis brazos sin que me pegues.

Sonrío cuando hace lo mismo que dijo, me besa y abraza. Cuantas veces miré con asco lo empalagoso que eran los chicos y ahora me gusta que Dylan me tome por sorpresa y me bese.

Seguimos caminado viendo, en lo que se puede por todo este gentío, las esculturas y fuentes que hay por aquí. Un hombre que vende flores se detiene delante de nosotros para tratar de vendernos, pero como era de esperarse, yo niego y Dylan compra tres rosas rojas y me las entrega. ¿Por qué me encuentro sonriendo si pienso que estas cosas son asquerosamente cursis? no lo sé. La respuesta está en que simplemente vino de Dylan. Y aunque no lo digo mucho en voz alta, es obvio que estoy enamorada de él. Y él también lo sabe porque se encuentra sonriendo como un tonto de mi sonrojo ante su acto de regalarme flores.

Nos pasamos toda la tarde hablando y caminado. Y carcajea fuerte cuando se acuerda la vez en el que le comunicamos a sus padres que estábamos saliendo. Ellos son muy alegres, por lo que la noticia lo tomaron de una manera festiva y casi llamaron a toda su familia para festejar, y mi cara de horror se hizo visible, no porque me desagradaba la idea que estuvieran contentos con nuestra relación, pero sí con tanto entusiasmo. Era como tener a mi madre por todos lados. Pero cuando llega mi turno de recordarle su experiencia con mi padre palidece, lo único que sé es que mi padre llevó a Dylan hasta su oficina y hablaron unos largos minutos y salió un poco rígido de allí.

- Esa conversación será mi pesadilla por el resto de mi vida.

- ¿Qué te dijo?

- No me hagas decírtelo, me hizo prometer que jamás te lo contaría. No le des otra excusa para tener una charla conmigo.

Cumpliremos Nuestros SueñosWhere stories live. Discover now