#10 ❝ LAS BAQUETAS TE ELIGIERON A TÍ ❞

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Más tarde, al término de la reunión abracé a los demás y me despedí de Aria. Adulé su atuendo que consistía en un traje con características masculinas a comparación de la mía y ella igual lo hizo con mi prenda de una pieza. Yo Llevaba puesto un vestido corto apegado al cuerpo y un par de tacones, pero en cambio a mí me dolía el cuerpo y al entrar al ascensor sentí un escalofrío tremendo.

La noche estaba cayendo al igual que el ascensor, quien lo hacía lentamente hasta llegar a la planta inicia sin dudarlo tomé mi teléfono y me encontré con las llamadas perdidas de Victoria. Reí al ver los pequeños emojis que insertaba en cada palabra, era como una pequeña niña que decía que se me preocupaba, me extrañaba y rockeaba a la vez, le contesté de manera simple y acordé llegar luego porque sabía que ella no tenía ni idea que había estado un par de horas en Roma.

Las puertas del ascensor se abrieron y por medio de los ventanales de la entrada pude ver a un hombre de cabello largos fumando y refugiándose en el humo que lo rodeaba, su chaquetón largo lo hacía ver más alto de lo que era y podía jurar que su aura era una de las más atractivas, mucho más que los demás modelos que había visto.

— Ethan...

Su cuerpo giró y ví su rostro, podía jurar que estaba relajándose cada vez que le daba una calada al cigarillo y sonrió al verme de arriba abajo. Me dio vergüenza, pero ignoré eso y seguí caminando esperando que siguiera hasta el auto.

— Marlena -musitó.

— Sí? -me detuve a medio camino.

— ¿Tienes frío? -al momento de decir eso, una gran ola de viento sacudió nuestros cabellos y tirité por reflejo.

— Umh, no demasiado... -se acercó hacía mí.

— Ven -sacó su chaquetón largo y lo colocó sobre mis hombros quedándose con una camisa negra- Estás tiritando.

— Gracias, de verdad -sonreí- ¿Sabes algo de Victoria? -solté para caminar a su lado.

— Solo he hablado con Damiano, ha dicho que tuvo que quedarse horas fuera del apartamento porque olvidó sus llaves -rió- y también porque Thomas no lo escuchaba ya que estaba durmiendo.

Eso bastó para que muriera de la risa, en mi mente se ilustraban los escenarios y los sentimientos de cada uno. Damiano estaba preocupado por aquel olvido y Thomas estaba más que relajado, pero...

— Entonces... ¿Olivia dónde habrá estado? -pregunté preocupada ya que era menor que nosotros y apenas conocía a todos.

— Oh sí, Vero me lo notificó. Ella estaba durmiendo con -pausó un momento, pensando en la situación- se quedó dormida con Thomas.

— ¿Con Thomas? Acaso ellos...

— No lo sé -me interrumpió- pero al menos estaba con uno de nosotros.

— Ajá, la verdad es que ya ni siquiera podría pensar quien es el verdadero afortunado o afortunada de esta situación -ironicé y el detuvo su camino.

— Hey! Acabo de entender eso, es obvio quien gana en una relación.

— No seas tonto, cualquiera de los dos saldrá ganando y si es que -pausé- se habla de sentimientos, eso ya es otra cosa.

— ¿Cuánto tiempo para ti es suficiente para enamorarte? -soltó de repente.

— Por qué -reí- ¿Acaso te intereso? -me giré a su cuerpo ya que estaba abriendo mi puerta para sentarme en el asiento de copiloto.

Tomé un pequeño suspiro al sentir que cerró la puerta, caminó por delante y por el parabrisas vi que tiraba el cigarrillo y lo apagaba con sus zapatos para entrar y encender el motor ligero que apenas sonaba.

— ¿No es obvio? -me miró- las baquetas te eligieron a tí.

— Desafortunadamente -bromeé- lo bueno es que, ese era tu objetivo -confesé.

— ¿A sí? -preguntó sin creerlo.

— Nica fue la que habló de ti justo antes de que callera y me golpeara.

— Manifesté -gritó despacio y comenzó a reír- aunque ojalá lo hubiese planeado de una mejor manera.

Sonreí al pensar que yo era una parte de su objetivo. Si bien no conocíamos hace un par de semanas me conformaba con el hecho de hablar de esta manera con él. Al principio es algo incómodo porque claro, es mayor que yo y solamente me dedico a amar con pasión lo que hago.

Olivia me llamó y contesté rápidamente, me contó un par de detalles y yo sonreía cada vez que la escuchaba, me daba movilidad para girar mi cabeza y ver de reojo a Ethan. Al momento de preguntarme si estaba con alguien asentí y admití que era Ethan quien me acompañaba, me dediqué a describir lo agradecida que estaba de no dejarme sola y al ver su rostro, guiñé mi ojo izquierdo para luego colgar y seguir charlando con él.

El auto se aceleró y el cielo era aún oscuro, él llamo mi atención y solicitó un tiempo de silencio. A comparación de los demás que conocía, amaba la oscuridad y me permitía pensar las cosas con más facilidad. Se abrió el techo del auto y las pequeñas estrellas iluminaban el centro de la ciudad.

— Marlena -escuché mi nombre.

— Dime -murmuré dudosa.

— Eres hermosa... -al escuchar eso giré mi rostro y lo observé con los ojos centrados en la carretera.

— Estás soñando -susurré.

— Ni un poco -admitió.

— Entonces... te lo agradezco Eth -sonreí enternecida.

— ¿Eth?

— ¿O prefieres que te llame como antes?

— No, no -frunció el ceño aún con los ojos entrecerrados- podía acostumbrarme escuchar Eth de tus labios.

— Entonces, desde ahora será así -confesé.

— Ajá -pausó- por ahora...

Reí suavemente al escuchar eso. De mi cabeza no salía lo que había acordado, es algo tan insignificante en este preciso momento que apoyé mis manos en las suyas y sin pensarlo las entrelazó, mientras lo miraba él no dudó en tomar mi rostro rápidamente para acercarlos a nuestros labios. El delicado golpe nuestras bocas me hizo sentir una leve chispa de energía para regresar a buscar mis cosas y volver a Roma a trabajar lo más antes posible, como lo había acordado luego de la reunión con un par de marcas.

— Lo acepto, aunque las baquetas me hayan elegido desde el otro extremo en el escenario -admití con una sonrisa sintiendo su suave cabello todavía cerca de mi rostro.

AMARTI | Ethan TorchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora