Capítulo 27: Decisiones

17 2 0
                                    

La soledad me acompañaba, mientras mis dedos acariciaban las cuerdas de mi guitarra

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La soledad me acompañaba, mientras mis dedos acariciaban las cuerdas de mi guitarra. Hacía mucho tiempo que no me ponía los vaqueros largos y una chaqueta de cuero, pero con octubre estando a punto de empezar, el tiempo nos daba un recordatorio de que a partir de entonces las temperaturas bajarían.

Tocaba la guitarra eléctrica sin seguir nada en específico, con la mente en blanco, mirando como las cuerdas al moverse con el roce de mis dedos creaban sombras en la madera de mi instrumento. Los rayos del sol me abrazaban, brindándome un calor que era demasiado agradable cuando hacía contraste con el frío viento que removía mi pelo.

Podía escuchar el ruido de la ciudad de fondo, lejos del mirador pero al mismo tiempo extremadamente cerca. Cuando veía el paisaje, no podía evitar pensar en qué sería de todas las vidas de las personas que en esos momentos estarían caminando por sus calles. Me preguntaba cuantas personas se sentían igual que yo. Teniendo en cuenta lo grande que era Barcelona, no me extrañaría que alguien se sintiera tan vacío como yo, y ese pensamiento hacía que me sintiera mal de esa persona, la cual también miraría a la luna preguntándole por qué tenía tanta mala suerte.

Sentía pena por él o ella, porque si me miraba a mí mismo, no era igual. Yo me lo había buscado, yo había decidido ese destino, incluso sabiendo que esto era lo que me deparaba. ¿Cómo iba a sentir pena y lástima por mí cuando yo mismo fui quien lo decidí? Ahora me tocaba aguantar con las consecuencias de mis actos, o más bien dicho, la ausencia de dichos actos.

Las últimas semanas, mi manera de ser había cambiado. Era algo que se veía a simple vista, no solo yo lo había notado. Quizás fue cuando Pau me dijo sobre su relación, o puede que fuera cuando oculté todos mis recuerdos con él; el caso, es que fuera cual fuera el momento, desde entonces algo cambió en mí. Después de noches pensando por qué había cambiado exactamente, me di cuenta de que lo más probable es que, ese momento en cuestión, fuera el momento en donde pude liberarme. Saber que ese capítulo había concluido, que independientemente de mis emociones ya no había nada que hacer, hizo que inconscientemente dejara ir un poco aquella máscara con la que siempre viví de cara a todos los demás.

Toda esa falsa felicidad, esas risas pintadas de alegría, se esfumaron nada más ese día acabó. Lo más seguro era que, esta nueva personalidad en donde raramente se ve una sonrisa en mi rostro, en donde no me importa lo que digan por los pasillos y únicamente salude si de verdad me interesa hacerlo, inclusive responder de manera mezquina si se lo han buscado en vez de amablemente hacerles saber que no estaba bien lo que habían dicho... Todo eso era lo que de verdad pensaba y quería hacer, pero nunca hacía.

El cansancio y el cierre de ese capítulo me hicieron dejar atrás muchas capas y limitaciones que yo mismo me había impuesto con el largo de los años, dejándome de lado a mí mismo. Fue quitarme un peso de encima, fue encontrar en mí una paz que no sabía que tenía. Mi estrés era menos notable, y eso hacía de mis días más llevaderos.

Ese mirador se había vuelto un lugar tan importante... Pese a ser una zona de pasto con dos bancos visiblemente viejos y un par de telescopios que iban a conjunto con las ya un poco oxidadas barandillas que separaban la zona con el precipicio que la montaña nos otorgaba. Un precipicio donde, si caías, fácilmente podías caer rodando un buen puñado de metros, sin duda una caída dura.

Bajo nuestra Nube de Lluvia (#PGP2023)Where stories live. Discover now