Capítulo 4- Eso

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— Te dije que te pondrías malo — Me riñó Leo mientras me pasaba una toalla por mi pelo húmedo

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— Te dije que te pondrías malo — Me riñó Leo mientras me pasaba una toalla por mi pelo húmedo.

— Tú también saliste afuera conmigo —Respondí bajito

— Pero yo no me quedé diez minutos estirado en el suelo de la calle —Contraatacó Leo haciendo que me callara y mirara a mis dos rodillas mientras él me acababa de secar el pelo.

Después del suceso bajo la lluvia, volví a entrar a casa cuando ya tuve la mente un poco menos confusa. Como no, Leo me regañó y me preguntó por qué estuve allí estirado. Solo le respondí que me venía de gusto. Cuando fui a subir por las escaleras él me cogió de la muñeca y me impidió que siguiera avanzando. Nada más nuestras pieles se tocaron, un escalofrío recorrió mi cuerpo; escalofrío que preferí dejar en el olvido.

Cuando me giré para ver que quería, nuestros ojos se conectaron como muchas veces pasaba, pero esta vez había algo diferente rodeándonos. Y ese algo era tan fuerte, que a los pocos segundos Leo apartó la mirada carraspeando algo incómodo.

— ¿Pasa algo?— Le pregunté

—¿Cómo?-Respondió él, confuso

—Me has agarrado, algo quieres ¿no?—

— Ah, claro... Esto... vete a duchar con agua caliente no sea que te vayas a resfriar ¿si? Ya voy yo a por tu ropa— Me dijo soltándome la muñeca cuando se dio cuenta de que su mano seguía ejerciendo presión en la zona.

—Que bonito ¿Acaso Leo se preocupa por mí?—Dije burlón

— Siempre me preocupo por ti, Pau— Leo clavó su mirada en la mía y una intensidad aparecieron en sus orbes nada más mencionar la frase. Aparté la mirada mientras subía las escaleras y noté algo que nunca antes había notado, sentía mis mejillas calientes; ¿Habría cogido fiebre?



— Creo que ya está lo suficientemente seco, al menos así no te resfriaras, o eso creo...— Dijo Leo mientras se estiraba en mi cama y suspiraba del cansancio.

Yo lo miré, allí con la luz de la luna reflejada en el lado izquierdo de su rostro, mientras las luces de tonalidades cálidas que estaban en toda mi habitación hacían que en su lado derecho se viese con tonalidades más cálidas. Mientras él estaba seguramente pensando en algo con su mente en vete a saber tú donde, yo me fijé en él. Me di cuenta de que poco a poco, empecé a cambiar la manera en la que lo veía. No sabía exactamente que era lo que ocasionaba el cambio o de que manera lo hacía, solo sabia que ya no era igual.

— ¿Pau?— Leo me sacó del trance en el que estaba y cuando levanté la mirada lo vi viéndome confundido — ¿Estás bien?—Preguntó incorporándose

— Si, solo estoy cansado, creo que eso es todo — Le respondí mientras le sonreía como siempre.

Como de costumbre él me la devolvió, haciendo que sus labios se estirarán y que unos hoyuelos aparecieran en su rostro. Aún recuerdo la primera vez que lo vi sonreír y lo que me fascino esa acción.

— Entonces, ¿Prefieres ir a dormir ya?—Preguntó mientras se levantaba de la cama

— No estaría mal—Respondí mientras un bostezo salía de mis labios. Leo se carcajeó por la acción y abrió el armario para sacar una camiseta larga y lanzármela.

— ¿Y tú?- Pregunté al ver que volvía a la cama sin cogerse ninguna prenda de ropa para él.

—Joder Pau, ¿cuatro años de mejor amistad e infinidad de noches en las que he dormido aquí y aún no sabes que duermo en ropa interior? Eres un caso perdido- Dijo carcajeando mientras se sacaba la camiseta que llevaba puesta y la colocaba en la mesita de noche.

Su abdomen quedo al aire libre, uno que aunque no estaba muy marcado, se podían apreciar los resultados de ir al gimnasio y de la afición que tenía Leo por ir a correr por el lago cada viernes por la tarde.

—¿Pau?— Preguntó al ver que no respondía. Carraspeé y subí mi mirada hasta su rostro, en donde una sonrisa ladeada y unos ojos burlones me recibieron.

—Si eh... simplemente no estoy acostumbrado a que eso pase— Dije apartando la mirada inmediatamente y cubriéndome con las sábanas

— Pues va siendo hora de que te acostumbres—Respondió burlón mientras se recostaba en el colchón que siempre sacábamos cuando Leo se quedaba a dormir y que lo colocábamos al lado de mi cama, haciendo que él estuviera más bajo. Le di un manotazo haciéndolo reír para seguidamente contagiarme la risa y reírnos juntos durante un buen rato.

Cuando la risa cesó, ambos suspiramos.

— ¿Por qué siempre me molestas?—Le pregunté en medio de la oscuridad, donde solo la luna alumbraba nuestros rostros y el sonido de la lluvia ambientaba la habitación.

— Me gusta verte enfadado, es divertido—Soltó, haciendo que yo me girara para poder verlo

— Uy si, una cosa...— Respondí sarcástico

— En realidad no sé muy bien por qué, pero te pones bonito cuando te enfadas—Continuó haciendo que con unas simples palabras el calor de las mejillas volviera, o a lo mejor en vez de él, fue por culpa del resfriado... —Es más, estoy seguro de que estás hinchando las mejillas y mirando hacia un lado como siempre haces—Añadió sorprendiéndome, debido a que era justo lo que estaba haciendo

—De igual forma no estaba haciendo eso— Refunfuñé mientras me giraba para darle la espalda.

Escuche su suave risa, y después de unos momentos en los que solo me acompañaba el sonido de las gotas de agua chocando con la superficie en la que caían, su respiración pesada se escuchó.

Mientras él dormía plácidamente, yo estaba dando vueltas en la cama pensando en la gran confusión que había aparecido hace pocos días, pero que cuando más pensaba en ello, más cuenta me daba que eso había estado allí desde hace ya demasiado tiempo.

¿Pero qué era exactamente "Eso"? Esa era la pregunta que más resonaba entre los rincones de mi cabeza mientras la luna me alumbraba y Leo dormía profundamente a mi lado.


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Bajo nuestra Nube de Lluvia (#PGP2023)Onde histórias criam vida. Descubra agora