Capítulo 8

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Salimos de cine y caminamos hasta el coche mientras terminan de caer los últimos copos de nieve. Ha caído una buena y ahora las calles están completamente blancas. Ambos nos dejamos caer en nuestros asientos y suspiramos cuando Collin pone la calefacción y el coche se calienta poco a poco. Ponemos rumbo a cualquier sitio para hacer tiempo antes de ir a casa.

-¿Te ha gustado la película? -Me mira durante un segundo antes de volver a concentrarse en la carretera.

Le sonrío y asiento.

-Sí, las películas románticas son mis favoritas.

Ya hace unos días que quedamos para hacer cosas juntos, pero creo que aún no podemos considerarnos como una pareja. Lo máximo que hemos hecho ha sido cogernos de la mano. Al menos llevamos mucho mejor lo del atraco y salir a la calle ya no es un problema. Aunque evitamos salir solos, sobre todo yo. Poso una mano sobre la que tiene apoyada en la palanca de cambios y le sonrío cuando me mira de reojo. Ha sido una locura venir hoy al cine a ver una película de estreno, pero Rachel y los chicos nos han echado del apartamento para preparar la cena de fin de año.

-¿A dónde te apetece ir? -me pregunta.

Hago un mohín y miro por la ventanilla del coche.

-¿Qué tal si vamos a la cafetería nueva que han abierto no muy lejos del Cesar Palace? -pregunto.

-Genial. El Cesar Palace es el nuevo hotel que inauguraron hace poco, ¿no?

Asiento con la cabeza y suspiro. Hace tan solo unos meses podría haber disfrutado de ese hotel de cinco estrellas con Christina y Mary mientras nuestros padres se irían a uno de siete. ≪Si me llegan a decir que iba a acabar viviendo en uno de los peores barrios de Nueva York y pobre a más no poder, no me lo hubiera creído.≫

-¿Te he dicho que hoy estás preciosa? -me pregunta esbozado una sonrisa.

-Creo que no -miento.; me lo debe haber dicho unas cien veces.

-Pues estás preciosa.

Cuando pasamos junto al Cesar Palace intento no mirar lo que un día estuvo a mi alcance. ≪Puede que ya no sea rica, pero al menos tampoco soy una estúpida.≫

-Será mejor que aparque aquí, dudo que haya aparcamiento en otro lado.

Bajamos del coche y me cubro la boca con la bufanda cuando el aire gélido nos golpea la cara a ambos. Entrelaza nuestros dedos cubiertos por lo guantes -ambos suyos, pues me los regaló-. Caminamos por la nieve, viendo cómo la gente corre de aquí para allá haciendo las compras de fin de año a última hora. Me llevo la mano libre al colgante que me regaló por Nochebuena y no puedo evitar suspirar. Fue el único que me regaló algo. Mi madre se lamentó de no tener suficiente para un regalo y yo le dije que no importaba -que no me compre algo por Nochebuena es el menor de nuestros problemas- y Rachel y los chicos tampoco tienen mucho dinero como para gastárselo en mí. Desgraciadamente, no pude corresponder su regalo, aunque él dijo que no quería que le correspondiera.

-Creo que es ésta -digo cuando paramos delante de un local que desprende un olor exquisito a café.

-Sí, es éste -murmura leyendo el nombre de la cafetería.

Entramos en el local y me quito la bufanda, los guantes y el abrigo; la calefacción debe estar a tope. Nos sentamos en una de las mesas que están junto a la entrada y ambos suspiramos.

-¿Qué van a tomar? -nos pregunta una camarera que ha salido de la nada.

-Un café con leche -dice Collin.

-Mmm... Yo un cappuccino.

La chica nos sonríe y se va.

Collin me coge las manos y dibuja círculos imaginarios con los pulgares en ellas.

Déjame Amarte © [UME #2]Where stories live. Discover now