Capítulo 5

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 Mi madre sale la habitación y suspiro tocándome una vez más la gasa que me cubre la brecha de la cabeza. Miro a Collin que está concentrado en el televisor mientras cambia una y otra vez de canal, buscando algo decente en la tele. Está bastante mejor. Una venda le rodea el abdomen, tapando la herida que le han dejado los maleantes. Lleva el pecho desnudo, pues cuando se ha ido a poner una camiseta le ha hecho daño al sentir la tela contra la venda.

—¿Te sigue doliendo? —le pregunto cuando apaga el televisor.

Me mira.

—Un poco. Escuece —dice frunciendo el ceño y haciendo una mueca cuando roza con los dedos la venda—. ¿Y a ti? Te has dado un golpe bastante fuerte.

—Me duele la cabeza.

La habitación se sumerge en un incómodo silencio mientras ambos intentamos evitar el contacto visual.

Le miro de reojo mientras me despellejo los labios. ¿Cómo le habrá quedado la herida? ¿Tendrá una cicatriz? Me muero de curiosidad, pero sólo espero que haya quedado mejor que cuando la horrible herida estaba llena de sangre. Sólo me recordar cómo su sangre brotaba de la herida, manchándome las manos, me hace sentir escalofríos. Y por si fuera poco, aún no he podido dormir nada. Cuando cierro los ojos los veo.

—¿Puedo verla? —le pregunto con precaución.

Cuando me mira arquea las cejas y me mira sorprendido.

—¿Estás segura de que quieres verla? —me pregunta.

Asiento y me levanto de la camilla mientras él se incorpora. Se va quitando la venda poco a poco haciendo muecas de dolor hasta que deja al descubierto la herida cosida y llena de betadine. Frunzo el ceño, procurando no poner cara de asco. Es muy desagradable ver cómo el hilo negro le une la carne.

—Sé que da asco —dice.

—Dios mío —susurro—. ¿Cuántos puntos te han dado?

—Unos cuantos —dice sonriente, pero se encoge de hombro—. Aunque no importa. No iba a permitir que le pusieran las manos a mi nueva amiga.

Su puño choca suavemente con mi brazo, y las comisuras de mis labios se curvan hacia arriba.

—Muchas gracias, de verdad —digo más seriamente—. Creo que ahora te debo una buena. Si necesitas cualquier cosa...

—Sí, la verdad es que necesito algo —dice haciendo una mueca—. Es que... Verás, me siento bastante sucio y me preguntaba si me podría ayudar a darme una buena ducha y...

Abro los ojos como platos, dando un paso hacia atrás automáticamente. Frunzo el ceño y le doy un golpe desenfadado en la cabeza cuando comienza a reírse. No le veo la gracia. Los chicos y sus bromas de mal gusto. ¡Para que luego digan que no son todos iguales! Aunque, a pesar de que me ha molestado un poco, acabo sonriendo y sentándome a su lado. Mientras hablamos mis ojos viajan un par de veces desde los suyos hasta su abdomen. Tiene razón, no es algo agradable de ver, pero no puedo apartar la mirada. Sacudo la cabeza para concentrarme y agarro la venda.

—Tápatelo o se te infectará —digo mientras vuelvo a colocarle el vendaje.

Él simplemente sonríe con socarronería.

—No sabía que había enfermeras tan guapas y jóvenes en este hospital —comenta dulcificando su mirada—. Encantado, soy Collin Stallone.

Pongo los ojos en blanco cuando me tiende la mano y se la retiro riendo.

—Mira que eres tonto.

—Pues más de una vez me han dicho que soy un amor —comenta poniendo cara de niño bueno.

Déjame Amarte © [UME #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora