ES DIFÍCIL NO PENSAR EN ALGO cuando lo tienes justo en frente.
La nave Éxodo adelantó el despegue y partió ayer noche, no desplegaron los paracaídas y se estrellaron causando una gran explosión que observó todo el campamento.
¿Resumiendo?
No quedaron supervivientes.
Voy dando tumbos entre los restos quemados de metal con una sensación de vacío en las tripas buscando algo que explique por qué se estrellaron. No suelto el collar enrollado en mi mano, rezando para que ni una de las cenizas pertenezca a mi padre pero sé que es así; no había otra forma de bajar.
Freno en seco en cuanto veo un esqueleto incompleto que bastaría un pequeño soplido de brisa para desvanecerse.
Ponen una mano en mi hombro, dando un leve apretón.
—Atentos, habrá represalias de los terrestres por lo que ha pasado en el puente, es cuestión de tiempo —anuncia Bellamy a mi espalda.
Le envuelvo la mano con la mía. No hemos hablado desde lo de ayer, no sé qué decir y él sigue cabreado. Entiendo que le preocupase el riesgo que asumí al reunirme con Anya pero me gustaría que comprendiera que la guerra no era la única opción. Hasta ahora no lo era.
—¿Y les culpas? —interviene Finn.
—No pero a ti sí.
—Ya está bien de peleas —espeto, ganando el silencio de ambos—. El pasado ya no importa y debemos prepararnos para lo que se viene. Nadie nos va a ayudar, ahora solo nos tenemos los unos a los otros.
Me alejo sin concederles el derecho de responderme y ni paro hasta llegar a Clarke que hace una mueca desagradable y se levanta de golpe, tapándose la nariz.
Observo el líquido de tono rojizo que expulsa el propulsor, el olor a amoniaco se filtra por mis fosas nasales y contengo la respiración. Rebusco que puede ser entre los recuerdos del taller en el Arca y de inmediato retrocedo unos metros, llevándomela conmigo.
