𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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00 | 𝗪𝗲𝗹𝗰𝗼𝗺𝗲 𝘁𝗼 𝗲𝗮𝗿𝘁𝗵 𝘀𝗸𝗶𝗹𝗹𝘀

BIENVENIDOS A HABILIDADES TERRESTRES

❛𝐹𝑎𝑡ℎ𝑒𝑟 𝑡𝑒𝑙𝑙 𝑚𝑒, 𝑑𝑜 𝑤𝑒 𝑔𝑒𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑤𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑟𝑣𝑒? 𝑊𝑒 𝑔𝑒𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑤𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑟𝑣𝑒

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𝐹𝑎𝑡ℎ𝑒𝑟 𝑡𝑒𝑙𝑙 𝑚𝑒, 𝑑𝑜 𝑤𝑒 𝑔𝑒𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑤𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑟𝑣𝑒? 𝑊𝑒 𝑔𝑒𝑡 𝑤ℎ𝑎𝑡 𝑤𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑟𝑣𝑒... 𝐴𝑛𝑑 𝑤𝑎𝑦 𝑑𝑜𝑤𝑛 𝑤𝑒 𝑔𝑜, 𝑤𝑎𝑦 𝑑𝑜𝑤𝑛 𝑤𝑒 𝑔𝑜




























EL SONIDO METÁLICO DE LA puerta al abrirse bruscamente cortó mi descanso de raíz. Alcé la vista para encontrarme con un guardia rubio y otro moreno.

—Levanta —ordenó el segundo acortando la distancia mientras el segundo se mantuvo al costado de la puerta.

Estamos de malas, eh.

Aguanté un suspiro y obedecí a regañadientes, mejor no meterme en más problemas.

Después de esposarme me guiaron a través de los pasillos de la estación prisión. Frenaron cuando llegamos a una puerta gemela a la mía; liberaron mis muñecas y me arrojararon dentro.

Literalmente.

Mis zapatos chirriaron contra el piso, ganándose la atención de unos veinte chicos sentados en sillas distribuidas en dos grupos, con un pasillo en medio donde un hombre sonriente encabezaba el grupo.

—Señorita Bennett, excelente —dijo Charles Pike—. Ya estamos todos. Por favor, tome asiento.

Eché un vistazo fugaz antes de sentarme al lado de un chico flacucho de ojos verdosos y unas cómicas gafas descansando en la línea de su frente y cabeza.

—Bienvenidos a habilidades terrestres.

La clase como tal era interesante, pero pasadas dos horas tenía que luchar para no ceder al cansancio. Cansancio provocado por la mayoría de mis compañeros. Apoyaba las bromas y me reía con ellas, incluso fui la responsable de unas cuentas, pero chistes cada diez segundos cansa. Mucho.

—El demonio del fuego mantuvo vivo a los humanos en la Edad de Hielo. Quién sabe, quizás vuelva a servirnos algún día.

—¿Para incendiar las celdas? —cerré los ojos cuando me di cuenta que lo dije en voz alta y no en mi mente, provocando un par de risas. Reprimí las ganas de pegarme un cogotazo por bocazas.

Lo primero que vi al abrirlos es una llama emergiendo del papel frente al hombre, el demonio del fuego. Pike se podía dar con un canto en los dientes porque, por primera vez, logró que el grupo entero le prestase atención.

—Y... ¡voilà! La diferencia entre la vida y la muerte.

No requerí girarme para saber quien es el siguiente que comentó sobre el tema —el que llevaba haciéndolo toda la hora—, dándole la vuelta para dejar al profesor en ridículo. ¿Qué iba a ser esta vez? Pues aplausos, aplausos irritantemente lentos. Suspiro en silencio, bendita paciencia tiene Pike.

𝐓𝐑𝐔𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄, 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚𝐦𝐲 𝐛𝐥𝐚𝐤𝐞¹Where stories live. Discover now