Enseñame

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En aquel tiempo, mis papás acababan de separarse. Mi papá se había ido a vivir a una ciudad lejos de mí y de mi mamá, con su nueva familia.

Un día, a mi mamá le había salido un viaje de negocios, lo que implicaba dejarme sola. Como ella no quería que me quede sin nadie a mi cuidado, decidió pedirle el favor a su mejor amiga de que se quede conmigo.

Llegó el día y mi mamá se fue, como eran vacaciones yo me levanté tarde y encontré a Marle (la amiga de mi mamá) en la cocina preparando el desayuno.

- Qué rico huele - dije entrando a la cocina.

- Mirá te preparé tortitas con jugo de naranja - contestó, mostrándome el plato.

- Gracias Marle - expresé mientras ella salía de la estancia.

Era una mujer de unos treinta y tantos, morena, con el pelo negro que le llegaba a la cola. Siempre iba maquillada y olía riquísimo, como a coco.

Más tarde, esa noche, yo me encontraba en mi pieza mirando el celu, después de cenar, cuando de repente escuché como unos ruidos extraños. Me levanté y me acerqué a ver de dónde provenían esos sonidos y a medida que me acercaba más, pude distinguir que eran gemidos.

Llegué al cuarto de invitados, la puerta estaba entreabierta, los gemidos ahora se escuchaban claramente. Me asomé y pude ver a Marle en ropa interior en la cama tocándose.

Pensé en irme y dejarla sola, pero por más que quise, no pude. Estaba totalmente embelesada, mirando como una de sus manos tocaba sus pechos, mientras que la otra se encontraba dentro de sus bragas. Podía notar el movimiento que hacía dentro de ellas, y ver eso hizo que sintiera cosas extrañas pero placenteras dentro mío.

Seguí observándola y unos instantes después todo su cuerpo tembló y soltó unos últimos sonidos de placer.

Decidí salir de la habitación antes de que se diera cuenta de que la había visto.

Al día siguiente, me levanté tarde como de costumbre y Marle me dijo que tenía algunas cosas para mí. Resulta que me había traído mucha ropa de regalo, ya que había ido de compras. Me propuso que nos probáramos todo lo que había traído y acepté. Estuvimos un rato haciéndolo hasta que decidí preguntarle:

- Marle, ¿te puedo preguntar algo?

- Claro que sí mi niña, lo que quieras.

- Es acerca de tocarme a mi misma. - Suspiró, pero decidí continuar - Anoche te ví hacerlo.

- Bueno, las mujeres tanto como los hombres también tenemos necesidades, y una de esas es la necesidad de sentir placer, y la mejor forma de satisfacernos es con la masturbación. A través de ellas podemos descubrir lo que más le gusta a nuestro cuerpo y es totalmente saludable y natural hacerlo. Cuando seas mayor lo sabrás.

Me abrazó y me dió un beso y me preguntó si quería ayudarla a preparar la comida.

Mientras cortábamos las verduras, se dió cuenta que llevaba puesto un suéter de los que ella me había regalado.

- Ese te queda muy bien - me dijo.

- ¿Eso crees? - le pregunté - yo creo que hace que mis pechos se vean chicos.

- ¿Estás loca? Tenés un cuerpo muy bonito.

- Desearía que mis pechos fueran como los tuyos - la miré.

- Pero si vos sos hermosa.

En la noche, cuando ya me encontraba en la cama, no podía parar de pensar en lo que ví la noche anterior, a mi mente volvían una y otra vez las imágenes de Marle dándose placer. Así que decidí intentarlo yo también, pero descubrí que no sabía cómo.

En eso, vino Marle a mi habitación a darme las buenas noches. Cuando se disponía a irse le dije:

- Marle, espera. - me miró - la otra noche, ví como te estabas tocando, ¿me podés enseñar a hacerlo?

- Pequeña yo... no lo sé.

- Por favor, lo necesito - supliqué.

Ella dudó, pero luego dijo:

- Si me prometes que no le vas a contar a nadie.

- Te lo prometo, Marle por fa.

Tomó una de mis manos y la llevó a mis pechos.

- Podés empezar haciendo esto - dijo, haciéndome masajearlos suavemente.

Después, puso su mano sobre mi abdomen, yendo directo hacia abajo. Yo no paraba de mirarla a los ojos y ella a mi, su mirada estaba cargada de intensidad.

La dejé hacer y llevó su mano hasta mi humedad, encima del pijama y con la palma de su mano comenzó a masajear.

- Podés hacerlo así - explicó -, despacio, sintiendo lo que pide tu cuerpo.

Yo sentía cómo cada vez me mojaba más. Comencé a marcar un ritmo con mis caderas y dejé escapar un gemido.

- Ahhh, Marle qué gustoooo.

Después de unos momentos, pareció dudar, pero finalmente, metió su mano dentro de mi pijama, y con dos dedos, comenzó a frotarme.

Yo sentí que iba a explotar, sentía cómo una corriente eléctrica subía desde mis pies hacia todo mi cuerpo, concentrándose en mi sexo con toda su intensidad. Y me corrí tan fuerte, una sensación que hasta ahora sólo había sentido luego de un sueño húmedo.

Marle sacó su mano de debajo de mi pijama y lo llevó hasta mis labios.

- Así es como sabes - me dijo. - Esa es una de las formas en que nos satisfacemos las mujeres nena, a partir de ahora ya podés hacerlo vos.

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