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El calor estaba consumiendo a Ethan por completo. Al derretir su piel entre los brazos de Assaf podía sentir por un breve momento que todo su disgusto y dolor podía esfumarse entre el vapor de esa habitación. La realización siempre llegaba a él demasiado tarde, al punto máximo de frenesí de un orgasmo, y aunque tardía, siempre llegaba.

El dolor surgía después, destruyendo en momentos cualquier sensación de placer y deseo dentro de su lobo. El toque de Assaf se sentía ajeno y extraño. La piel d Euán desconocido.

—Es suficiente, suéltame.

La voz de Ethan sale con dificultad, separando su espalda del pecho desnudo de Assaf el calor de hace unos momentos se esfuma. Como supone, Assaf lo frena y lo junta de nuevo a él en un movimiento que altera el agua a su alrededor. La mano de Assaf toca su frente con suavidad, y después baja su nariz hasta su cuello, inhalando profundamente. Ethan se retuerce ante eso, incomodo por la zona que ha explorado el alfa.

—Tu cuerpo aún no se ha estabilizado, puedo sentir el estado frenético de tu lobo por la densidad de tu olor. No estás satisfecho.

Ethan lo mira por el hombro con desafío, debatiendose en silencio entre la urgencia de su deseo de estar cerca de Assaf y la resistencia que el conflicto había erigido entre ellos.
El cuerpo de agua en la habitación era profundo y largo; sus sentidos, evolucionamos y agudos, habían alcanzado un punto en el que podía estar en la otra esquina del mármol y aún así tener posibilidad de que las feromonas de Assaf llegarán hasta él. Ethan sabía que Assaf estaba haciendo excusas.

—No presiones más allá de lo que puedes —Ethan sisea, girando su cabeza al frente para no tener que lidiar con la molestia en su pecho ante la mirada dolida de Assaf.
Su cuerpo se separa con confianza, sabiendo que Assaf desistirá, empieza a nadar hacia al frente. Sorpresivamente, es jalado hacia atrás nuevamente, impidiéndole moverse.

—Eres tú el que presiona a su suerte. No has dejado de restregarte en mi desde el inicio —Ethan suelta un jadeo entrecortado mientras es empujado de vuelta hacia el pecho grande de Assaf, donde el calor arde contra su espalda.  Apenas es capaz de callar un gemido que le sigue a sus quejas cuando siente el miembro erecto de Assaf acariciando el interior de las mejillas de su trasero.
Su mano asciende con determinación hacia la nuca de Assaf, donde sus dedos se enredaron en su cabello y tiran con firmeza en un gesto de advertencia. Ethan busca el reflejo de molestia en los rasgos de Assaf al girar su mirada hacia él, pero la decepción no llegó a él como espero.
Una ola de calor reemplaza la negación que había estado a punto de pronunciar al encontrarse con la fogosidad ardiente en los ojos de Assaf, que se posaban sobre él con una expresión inerte pero inmensamente atractiva.

Ethan cierra los ojos cuando Assaf empieza a bajar su mano lentamente, llegando hasta la ansiosa parte entre sus piernas. Dioses, podía sentir como el calor estaba volviendo a él, justo en el momento en que Assaf pasea un dedo sobre su hendidura.

—¿Ves?

Ethan respira con fuerza, sintiendo las palabras de Assaf como miel en sus oídos.
Su estado no le dejaba llegar a un calor completo, pero la inestabilidad en su cuerpo y la ventaja de su cambio a Gama dejaba la puerta abierta a la necesidad de estos encuentros calientes con Assaf. Sabía que su lobo sentía la adaptación en Ethan, un omega fuerte que incluso en el embarazo podía soportar la ferocidad de una sesión de sexo. Podría haber una ventaja en esto, pero Ethan no dejaba ir las cosas hasta el final.

—Tú pecho, ha crecido —Assaf recorre con su otra mano la cintura del omega, parando y dando un ligero apretón en el pectoral derecho con algo menos de cuidado en su toque— Tu cuerpo se está preparando, ¿cuando crees que la leche empiece a deslizarse por tus pezones?

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora