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La transparencia de la tela preocupaba seriamente a Ethan, para él, la vestimenta era innecesariamente...
llamativa. A pesar de todo esto, no estaba acostumbrado a usar ropas tan frescas y su incomodidad incrementó al verse en el espejo.
La textura le hacía saber que eran telas ostentosamente caras y Ethan no era ciego para ver la belleza en ellas. Acentuaban con prominencia sus caderas y la estrechez de su cintura, partes de su cuerpo como omega que jamás habían relucido hasta ese día. Los zafiros opacos que adornaban sus tobillos y muñecas acentuaban sus ojos grises y el omega sabía muy bien que no le habían puesto ningún collar para mostrar deliberadamente la reciente mordida en su cuello. El toque de las mujeres  en su persona no era tan incomodo como un principio y de cierta forma se había acostumbrado a ello; puesto que, después de que le mostraran su enorme cuarto de baño y lo limpiarán con aceites dulces en la piscina—como había dicho Ethan cuando ellas se refirieron al enorme espacio como una tina cualquiera— el omega había dejado su pena atrás cuando lo vieron en tan precaria situación. Después de todo eran omegas como él, cosa que agradeció silenciosamente al alfa por elegir acompañantes con su segundo género común.

—Se ve hermoso, hürrem. El señor y la señora Hasmet estarán complacidos cuando lo vean —le dijo Edith mientras arreglaba su cabello.

—Ah, mis preocupaciones entonces son por nada —contesta sarcásticamente Ethan, si las mujeres notaron el tono en su voz, no dieron señales de ello.

—Apuesto a que Marco estará terriblemente celoso —susurra divertida Kenia cuando añadía más joyas en los tobillos de Ethan.

—¡Kenia!—regañó silenciosamente Elit. Ethan no pudo hacer a un lado su curiosidad.

—¿Quien es Marco?—pregunta el omega cuando se dio cuenta de la mirada que compartieron las tres mujeres. El ambiente se volvió extrañamente pesado y el omega pudo percatar un olor agrio en las feromonas de las omegas. Con un suspiro Edith contesto.

—Es el nieto de Berat, hürrem —Ethan dio un sonido de reconocimiento al recordar al hombre amable.

—¿Y por que estaría celoso? No nos conocemos —cuestionó extrañado Ethan. Las omegas vacilaron en contestar y se quedaron calladas.

—Por nada, hürrem —respondió por fin Kenia. Ethan decidió dejarlo ir, realmente no era de su incumbencia la vida de los empleados ahí. Las mujeres siguieron preparándolo en un silencio incómodo.


















La tranquilidad de la casa era una característica propia del ambiente diario ahí. Incluso en las cocinas apenas se escuchaba el ruido de las ollas y la comida al prepararse; sin embargo, la felicidad que inundaba la casa ese día no pudo evitar una que otra conversación y risa entre los empleados de esta.

Hürrem es muy hermoso y amable, es perfecto para ser el omega del amir —hablo una mujer mientras pelaba los ajos en sus manos. Las otras cocineras asintieron en aceptación.

—¿Creen que pronto tendremos la posibilidad de un joven maestro corriendo por aquí?—ante la pregunta de la beta todas soltaron risas emocionadas y empezaron a hablar sobre cómo sería la vida en el lugar con un pequeño cachorro. Sus cuchilleos fueron interrumpidos por la presencia enojada en las cocinas, inmediatamente todas callaron al percatarse quien era.

—¿Hermoso? El primer pensamiento que tuve al verlo fue decepción. Se ve que es un omega estirado que no sabe hacer nada —la afirmación del joven de cabellos rojos provocó sonidos de indignación en las mujeres. Con una última mirada a ellas, el omega se retiró con una expresión molesta.


















Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora