43

79K 9.8K 7.2K
                                    






El frío en la capital de Turquía se sentía con más intensidad a medida que el invierno se hacia presente por las calles y casas de la ciudad, contrayendo la naturaleza de los espacios verdes y de las playas. No tardaría en empezar a nevar en unos días.
Incluso cuando la propiedad Hasmet estaba enterrada en el núcleo de una zona llena de árboles , Alexander aún podía sentir el frío de la brisa salada del mar de Marmara,ver cómo está inclinaba los petalos de los rosales frente a él le trajo una extraña y ajena paz a su pecho. Esta lugar era muy bonito, pero no tenía expectativas de quedarse mucho tiempo.

—¡Ah, ese omega enfermo!¿Como se atreve a elegir alas en el primer piso para nosotros?—la voz molesta de Andrea, su hermana, se mezclaba con débiles insultos en italiano. Remarcando una y otra vez las r en sus palabras, denotando el estado furioso en el que se encontraba.

Alexander no hizo ningún gesto, ignorándola. El lugar era enorme, habitaciones elegantes para cada uno de ellos que se conectaban en pasillos hacia el espacio común en el que se encontraban ahora. El mármol y el arte oriental de las columnas daban un toque muy bello, más aún cuando los rayos del Sol que se daban a través de los azulejos las tocaban. Sabía que lo que molestaba a su hermana era el piso en el que estaban, no el lugar.

A veces no entendía como Andrea, tan mezquina como su madre, podía poner tanta importancia incluso a cosas de ese tipo. No era como si estar abajo diera un mensaje aparte, aunque...tal vez si lo estaba dando, viendo la circunstancia en la que llegaron a Turquía y la importancia de los títulos en esa región posiblemente hasta el lugar donde dormías denotaba tu papel ahi; sin embargo, no veía el por qué armar un lío por eso.

—Era obvio, ¿creías que apenas llegarás te darían la mejor habitación del lugar?—Emilia susurra altivamente, sus ojos verdes estudiaban los patrones coloridos de sus ropas mientras arreglaba su cabello.

Nuevamente una acción sin sentido. El alfa gama apenas había dado una mirada hacia ellos cuando llegó, viendo el rechazo en sus ojos cuando Bruno se presentó ante él solo confirmaba para Alexander que todos los días de vela de sus diseñadores para sus atuendos que usarían en su estadía ahi no servirían de nada.

—Tú lengua se vuelve cada vez más filosa y filosa, Emilia. Recuerda que tu padre es solo un miembro del consejo de la Roja, estás por debajo de nosotros —ataca Andrea, poniendo esta vez su enojo hacia la morena, ni con el ceño fruncido podía verse ligeramente fea. Tal vez ese era el único rasgo perfecto en su hermana.

—Un miembro importante —responde Emilia manteniendo la mirada. La morena había intuido que la molestarían por su clase social cuando llegara ese nido de pavos reales, su padre le había ordenado el no dejarse llevar por las palabras desdeñosas de esos omegas, ella tenía una misión que cumplir, no podía dejar que la pisotearan tan pronto. No se dejaría ser el pájaro perdido como siempre lo había sido en esas reuniones pomposas que habían tenido.
En ese clan no había tiempo para ser débil, todos tenían un papel que desempeñar para los Hasmet, esa era una de las pocas oportunidades para poder escalar en La Roja, sería ignorante el no saberlo cuando fue la elegida entre tantos candidatos.

Andrea tuerce la boca de un lado a otro. No le gustaba que le contestaran en nada, ese espíritu valiente de Emilia le hizo querer vomitar.

—Aún así, comparado con nosotros, tú sangre no vale nada para este tipo de selección.

Alexander podía ver el ligero cambio de posición en Emilia a medida que su hermana se eleva cada vez más sobre la otra mujer, estaba intentando doblegarla. La otra mujer parece querer responder, pero la naturaleza de su sangre denota que su lobo era más débil que el de Andrea.

—Controlen sus feromonas.

Alexander da una ligera mirada hacia su derecha, donde al igual que él, Bruno veía el intercambio desinteresado, expandiéndose aburrido sobre un sillón de la esquina. A pesar de su figura calmada, Alexander sabía que el hombre joven ya había creado uno o dos planes para deshacerse de cada uno de ellos, incluso se atrevería a decir que era uno de los miembros más astutos y peligrosos de la Corsé. Su actitud teñida de avaricia lo ponía como uno de los omegas más respetables de su mundo.

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora