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Ethan respira con fuerza, desordenando su cabello perfectamente peinado en un caos al que está acostumbrado a diario. En ese momento, Ömer desliza un papel entre sus manos, procurando no tocarlo y actuando con rapidez al traérselo. Ethan baja la cabeza y le sonríe, pero al levantarla en dirección al epicentro de su irritación, se da cuenta de que el escenario ha cambiado de manera imperceptible para él.

Los rasgos feroces y bellos de Bruno se muestran con más claridad, en una expresión que se asienta sobre su ceño fruncido. La comisura de sus labios se curvan mientras enrolla sus brazos a su alrededor en un movimiento que denota control sobre su furia.
Ethan voltea alrededor, y camina mientras el ruido de los pequeños tacones morados de sus zapatos resuenan en sus oídos. Assaf ya no estaba y su olor era apenas tangible, como el recuerdo de una persona que hace poco estaba parada ahí.
Ethan ríe en silencio, notando que Bruno da un paso atrás cuando se da cuenta que Ethan camina hacia él.

—Joven Beran, bienvenue.

El hombre se alza y acomoda los diamantes alrededor de su cuello de manera nerviosa.

Hürrem, c'est un plaisir d'être reçu par vous [Hürrem, un placer ser recibido por usted]Bruno se inclina con movimientos ásperos, Ethan no responde de la misma manera y le sigue con los ojos—La Corse, le desea lo mejor para este proyecto.

Ethan alza una ceja y sonríe a medias.

—La Corse, una organización casi tan antigua como La Roja —murmura con tintes despectivos que apenas es capaz de ocultar—, definitivamente considero que es un miembro importante en La Gran Mesa.

—Nuestra amistad se ha afianzado con los años, hürrem —Bruno envuelve la lengua entre sus dientes, divertido por algo que solo él parece entender—Una pena que el harem se haya disuelto por ahora. Pero la esperanza de una unión entre La Roja y la Corse no ha menguado, debe saberlo.

—¿Es que acaso estás degradando la presencia de lo que está creciendo en mi vientre? Los servicios de tu clan...—Ethan baja su tono con calígine, con un declive más serio y sin cortesía mira al omega frente a él— ya no son necesarios.

Bruno le mira con sorpresa fingida, para después soltar una carcajada escandalosa, tan ruidosa y molesta que hace que Ethan tenga el deseo de envolver sus manos alrededor de su cuello pálido, con la sangre derramándose por sus anillos y manos.

—¡Ah, los bebés!

Ethan arruga el papel entre sus manos, su lobo gruñendo por el insultó que se les ha dado a sus cachorros.

Hürrem, no pensé que fuera tan inepto para creer que eso puede amarrar a un alfa. El número es lo que importa, no quien de a luz ¿No es esa la regla que había regido desde el imperio otomano?

Ethan alza los labios, y sus feromonas se incrementan por lo que su omega considera una amenaza palpable. Una mosca que zumba para apestar todo lo que toca, un animal que planea contaminar lo que le pertenece.

—Pero que lengua más afilada tienes —Ethan susurra, sus hombros se irguen y alza la cabeza con ostentación. Bruno hace un movimiento extraño con su mano, denotando los nervios que su lobo esta teniendo por la imponencia que Ethan está aumentando a su alredor—. La Corse ha estado olvidando su lugar, la jerarquía debe de respetarse joven Bruno, y usted está muy por debajo de mi.

Los ojos del omega se afilan, y su máscara de burla se rompe en un gesto parecido al de hace rato. Donde el rechazo de Assaf Hasmet había pugnado hasta el centro de sus entrañas.

—¿Y que derechos tiene usted? Un mero criado que salió de la nada —Bruno frunce la nariz, aguantando el impulso de mostrar su cuello mientras Ethan le mira impasible—¡Abrir las piernas y dar a luz a hijos del amir no le quitarán ese sustantivo!

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora