Capítulo 101 Quiero té con leche

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—No, Karen no durmió aquí anoche, ¡pero tengo una historia divertida sobre ella! —dijo Debbie mientras tiraba el envoltorio de su almohadilla eléctrica a la papelera y se sentaba en su silla. —Ayer le pidió a su papá diez mil dólares para pagar una inscripción VIP. ¡Y su padre, por error, le transfirió cien mil dólares! Después de recibir el dinero, tuvo miedo de que su padre le pidiera que devolviera los noventa mil. ¡Entonces, ella fue y lo puso en una lista negra de inmediato! ¡Seguro que anoche se divirtió mucho en algún club!

—¡Jajajaja! —Kristina se echó a reír. —Supongo que su papá vendrá hoy a la escuela para enseñarle una lección —respondió mientras se levantaba de la cama y se vestía.

—Quizá. Ya se había quejado de que los gastos mensuales de Karen están muy por encima de lo normal  —dijo Debbie.

De repente, Kristina se dio cuenta de algo y miró a Debbie de arriba a abajo.

—¡Estabas de mal humor anoche! Y ahora, estás llena de vida como una flor de primavera. Déjame adivinar. ¿Viste a tu marido esta mañana? —preguntó ella con suspicacia.

Debbie tenía mucho mejor aspecto ahora que ayer. Estaba de mal humor hasta cuando se fue con Jeremías al club en el que ella trabajaba. Pero ahora, sonreía y estaba radiante como el sol.

Kristina no creía que todo fuera por esa historia tan graciosa.

—Mmm... Lo vi esta mañana —respondió Debbie. De todos modos, no pensaba ocultárselo a Kristina. Y además, ahora estaban las dos solas en el dormitorio. Su otra compañera de clase, Karen, y sus otras tres compañeras de cuarto, cursaban diferentes carreras y estaban todas en clase.

—Cuéntamelo todo. ¿Le pediste disculpas tú a él o...? —Kristina sabía que se habían peleado y por qué, así que estaba ansiosa por saber cómo terminó.

Debbie puso los ojos en blanco. —¡Ja! ¡Él me pidió disculpas, por supuesto! —dijo con un bufido.

Kristina se rió. Puso la mano en el hombro de su amiga y dijo: —Debbie, acabas de hacer que un orgulloso CEO como Carlos Huo te pida perdón. De verdad debe quererte mucho.

—Él se equivocó, así que se disculpó. No veo nada raro en eso —respondió Debbie. '¡Todo es por Megan Lan!', pensó enojada.

—Oh vamos. No seas tan terca. En fin, me voy a lavar la cara y cepillarme los dientes. ¡Hablamos más tarde! —dijo Kristina mientras se levantaba para ir al baño.

—Está bien —dijo Debbie.

Ella y Kristina almorzaron juntas en el comedor de la escuela a mediodía.

Debbie se quedó mirando a una pareja que estaba sentada cerca de su mesa. El chico y la chica parecían existir en su propio mundo, tocándose y besándose como si nadie estuviera mirando. De alguna manera, esto hizo que Debbie extrañara a su esposo, Carlos. Soltó sus palillos y se puso a enviarle un mensaje en WeChat. —Señor Guapo. Quiero té con leche.

—Está bien —respondió él con un mensaje rápido y conciso.

Debbie se quedó mirando las palabras, preguntándose si él iba a decir algo más. Pero para su decepción, no llegó ningún otro mensaje.

Solo veinte minutos más tarde, mientras Debbie y Kristina se dirigían al dormitorio, llegó una notificación con un mensaje de Carlos. —Ve a la oficina de Curtis ahora —decía.

—¿Para qué? —respondió Debbie.

—Lo sabrás cuando llegues allí —respondió Carlos con otro mensaje.

Debbie volvió a guardarse el teléfono en el bolsillo y se volvió hacia Kristina. —Tengo que hacer algo urgente. ¿Por qué no quedas con Dixon? —le dijo. Antes de que Kristina pudiera responder, ya se había marchado.

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