Capítulo 95 ¿Qué es lo que quieres comprar?

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—Espera, déjame aquí al lado del camino —dijo Debbie. No quería ver a Megan, ni quería detener a Carlos.

Él la miró y sintió el cambio en su estado de ánimo, pero no sabía por qué estaba enojada.

—Cariño, si esos hombres se llevan a Megan, ella estará en peligro —explicó con paciencia. Pero Debbie no contestó.

Cuando llegaron a la puerta de la comunidad de viviendas de Megan, la chica estaba acurrucada en una silla en la habitación de los guardias de seguridad, sujetándose las piernas.

—¡Megan! —llamó Carlos.

Al escuchar su voz, Megan levantó la cabeza, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. —¡Tío Carlos, estoy tan contenta de que estés aquí!, estaba muerta de miedo.

—No tengas miedo, estoy aquí —la consoló con dulzura. Ver a su marido con otra mujer ya era bastante malo, pero escuchar su tono suave y reconfortante hizo que Debbie se sintiera aún peor.

Algunas personas decían que su marido tenía un alma despiadada y fría, pero parecía que no era así con todo el mundo.

Con cuidado, levantó a Megan y la llevó hacia el coche. —Abran la puerta —le ordenó a los guardias de seguridad.

—Si, señor Huo —respondieron ellos al unísono, y uno de ellos se apresuró a abrir la puerta trasera.

Carlos se volvió hacia Debbie, que se había quedado en silencio, observando, gracias a Dios, todavía no se había olvidado de ella. —Deb, entra, por favor.

Pero Debbie no quería entrar en el coche, por suerte, mientras se preguntaba qué hacer, sonó su teléfono.

—Hola Jefa, te llamo para preguntarte dónde compraste el vino tinto la última vez —dijo Karen.

—¿Qué? ¿Estás borracha? ¿Dónde estás? De acuerdo, voy a buscarte —dijo Debbie.

Karen estaba confundida, se quitó el teléfono de la oreja y comprobó la señal, pero era buena. —No, Jefa, te estoy preguntando....

—Ah, estás en tu casa, está bien, quédate ahí y espérame, voy en camino.

Antes de que Karen pudiera responder, Debbie colgó. Miró a Carlos, que estaba esperando que subiera al auto y se disculpó: —Lo siento, Karen está en su casa, borracha, está de muy mal humor ahora, tengo que ir a verla, me quedaré en su casa esta noche.

Carlos la miró y no dijo nada.

Megan, que estaba en sus brazos, se agarró de la camisa de Carlos y dijo: — Debbie, ve, si tienes algo que atender, ya me siento mucho mejor y no es necesario que te quedes, yo cuidaré de tío Carlos por ti, por si estás preocupada por él.

Debbie se sobresaltó ante el descaro de la joven. '¡Esta perra manipuladora!', pensó.

—De acuerdo, adiós —dijo y se fue indignada.

Cuando se dio vuelta, esperó que él la llamara o la detuviera. 'Dime que no me vaya, si me detienes, entraré al coche y volveré a la villa contigo'. Pero hasta que un taxi se detuvo frente a ella, no la llamó ni se acercó a ella para pedirle que se quede.

Carlos puso a Megan en el asiento de atrás y dijo: —Descansa. Voy a.... —En realidad pensaba decirle a Debbie que él quería llevarla a lo de Karen, pero antes de que pudiera terminar de hablar, Megan lo agarró de la manga y dijo con voz débil: —Tío Carlos, no... no me siento bien... yo...Creo que necesito tomar la medicina.

—Bien, ¿tienes alguna de tus medicinas contigo? —preguntó Carlos. —S...sí —respondió Megan, señalando con gran dificultad su bolso.

Después de darle la medicina, Carlos se volvió para buscar a Debbie, pero ella ya se había ido.

respira contigoWhere stories live. Discover now