Capítulo 108 Nuestra mamá

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—Ammm... ¿Qué es lo que quieres decirle? —Debbie se puso tensa cuando Carlos dijo que quería hablar con Karen. '¿Qué demonios quiere decirle a ella?', dijo para sí misma.

Carlos simplemente se rio. —Relájate cariño, sólo estoy tratando de ayudar, no te preocupes, no le diré lo genial que fue anoche.

Debbie se sonrojó y explicó apresuradamente: —No, no, eso no es lo que quiero decir, ¿por qué quieres hablar con ella? Bueno, no importa, la pondré al teléfono ahora mismo.

Luego le entregó el teléfono a Karen, fue entonces cuando su amiga se dio cuenta de que Carlos no había estado bromeando. Karen se quedó mirando el teléfono, asustada, como si este se la fuese a comer, después se mordió el dedo índice y preguntó: —El Sr. Huo... ¿El Sr. Huo desea hablar conmigo? ¿Es en serio?

Debbie parpadeó inclinando la cabeza. —Sí, de verdad.

Inmediatamente, Karen dejó su teléfono y antes de tomar el celular de su amiga, se limpió la mano en la ropa, como si temiera que el teléfono se fuese a manchar. —Hola Sr. Huo — lo saludó ella respetuosamente.

Viendo la dramática reacción de su amiga, Debbie se quedó sin palabras.

Carlos dijo algo por teléfono y Karen explicó nerviosamente: —No, Sr. Huo, sólo estaba bromeando, realmente no significaba nada, por favor no te lo tomes en serio. Apenas he gastado unos cuantos centavos de la tarjeta que me diste la última vez, Debbie y yo realmente estábamos haciendo tonterías hace un momento.

Con la esperanza de convencer a Carlos, ella usó la palabra 'realmente' en repetidas ocasiones, enfatizándola cada vez que lo decía, luego se detuvo cuando él respondió a su explicación, Debbie apenas podía escuchar lo que su marido estaba diciendo. Esta vez, Karen asintió con resignación. —Está bien, gracias Sr. Huo. Ella lo puso en espera y le devolvió el teléfono a Debbie. Esta última continuó la llamada. —¿Oye viejo, ¿Qué fue lo que le dijiste? —preguntó ella.

—Nada, mi asistente te recogerá al mediodía, vamos a almorzar juntos —respondió Carlos.

Aunque estaba desconcertada, Debbie estuvo de acuerdo.

Una vez que terminó la llamada, Karen comentó nerviosa: —Tu esposo es mucho más serio que tú.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Debbie, entonces Karen le contó lo que Carlos había dicho por teléfono, fue entonces cuando ella supo de qué se trataba todo el asunto.

—Él dijo que no era solamente una broma, tú y yo habíamos hecho un pacto. Como perdiste la apuesta, Carlos sabía que te sentirías mal si te retractabas de tus palabras, así que le pidió a su asistente que depositara más dinero en mi tarjeta para el quinto piso del edificio Alioth, eso sería suficiente para comer allí por un mes —declaró Karen.

Debbie no supo qué decir cuando escuchó eso, su marido siempre pensó que el dinero lo resolvía todo, así que esa era su solución ante cualquier problema, aunque la mayoría de las veces, casi siempre estaba en lo correcto.

Ashley recogió a Debbie al mediodía y la dejó en la oficina, Carlos estaba allí esperándola y le dijo: —Salgamos a comer.

Después de que la mesera tomó sus órdenes, Debbie preguntó: —¿Qué le gusta a tu mamá? ¿Cuál es su comida favorita? ¿Qué hace ella para divertirse? ¿Qué es lo que detesta? Estoy tan nerviosa.

Carlos tomó la mano de su esposa entre las suyas, le dio unas palmaditas amorosas y la tranquilizó mientras ella lo miraba confundida. —Mi mamá también es tu mamá, tendrás que acostumbrarte a eso. Pero no te preocupes, ella es muy agradable, seguro le caerás bien.

respira contigoWhere stories live. Discover now