Una concha abierta

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Una persona muerta
no ve ya los árboles
que se yerguen majestuosos
en el parque.
Una persona sin vida
se pierde la banda sonora
del día a día.
Una jornada de sol blanco
es una propina extra
para mirar hacia adelante
y dar gracias porque la existencia
no se rompa entre las manos,
como una vasija de vidrio.
Una persona muerta
no agradece, vive atrapada
en su ataud.
Puede caminar sí aún tiene aliento,
pero los colores, las formas
desfilan ante su mirada sin luz,
lo mismo que las sombras
de una película muda
desprovista de guión
y camino fijo.
Una persona muerta es similar
a una concha abierta
a las infinitas corrientes,
carente de carne y perlas.

Musa de morrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora