Ambos entraron y ocuparon sus asientos en el interior de la nave. Unos minutos más tarde el transporte recibió la autorización para iniciar el rodaje y tras avanzar por la pista hasta posicionarse frente a la enorme compuerta del hangar, despegaron inmediatamente en cuanto recibieron la luz verde del control de tráfico de la Planck.

—¿Zlyna está alojada en las celdas? —preguntó Lina una vez que el transporte estuvo en camino

—No. —respondió Sandy. —Le dimos su propio camarote y tiene circulación limitada dentro de la nave.

Owen miró a Homs con interés. —¿La deja circular libremente dentro de la Mainstream? —preguntó sorprendido.

—No veo razón para prohibirlo. —respondió el joven capitán. —Esa meltran es extremadamente inteligente y se adaptó con una rapidez sorprendente al proceso de culturización, de hecho casi toda la tripulación de ese destructor se está adaptando mucho más rápido de lo que indican los manuales. —observó.

—No me sorprende. —reconoció Tali. —Hyle y su tripulación son un caso extraordinario en todo sentido, no me extrañaría que se tengan que reescribir varios libros sobre su historia particular.

Ambos capitanes estaban sentados uno frente al otro y miraron simultáneamente las luces de la flota que discurrían por la ventana a medida que el transporte se alejaba hacia uno de los flancos en donde se hallaba la Mainstream y el Destructor Meltran.

—Esto no me gusta. —dijo Owen al cabo de unos minutos. —La votación entre los Capitanes estuvo demasiado cerrada.

—Sería catastrófico que haya divisiones entre nosotros justo en estos momentos. —observó Sandy. —Creo que tanto el Capitán de la Naginata como el de la Heracles decidieron cambiar su voto para no enfadar a Hawk.

—Conozco a esos hombres. —dijo Owen. —Ninguno estaría de acuerdo en mandar a esas meltrans a la muerte, nos consideren enemigos o no, pero cedieron ante la presión del momento.

En ese instante el piloto del transporte les comunicó que estaban pronto a aterrizar y las luces del portanave pronto aparecieron tras los cristales mientras la nave realizaba un giro de aproximación alrededor del Mainstream.

—Tendremos que tener mucho cuidado ahora. —dijo Homs. —Pero estoy totalmente de acuerdo con ser 100% francos con esas guerreras; es lo menos que podemos hacer por ellas.

La nave aterrizó sin novedad en el enorme hangar y todos descendieron en silencio, tras lo cual se despidieron de Lina (quien debía volver a su puesto como oficial médico) y subieron a un transporte conducido por un soldado en dirección a las barracas.

—¿Iremos a ver a Zlyna directamente? —preguntó Tali.

—Si. —respondió Homs. —No vale la pena perder el tiempo que no tenemos; si Veiss realmente va a ir tras ustedes, no podemos quedarnos de brazos cruzados.

—¿Entonces ustedes dos están de acuerdo en sacrificar a esas meltrans? preguntó la Jefa de Ingeniería de la Bramante.

—Tendremos que seguir las órdenes. —respondió Owen. —No obstante lo haremos a nuestro modo. —dijo volviéndose hacia Homs. El capitán de la Mainstream asintió. —Les daremos toda la inteligencia y equipo necesarios para que cumplan con su misión y eviten sacrificar sus vidas... de ser posible. —dijo mirando a su segundo oficial. Sandy sonrió. —Encontraremos el modo, estoy segura. —dijo con optimismo.

Se dirigieron hacia las barracas de la nave pero descubrieron que la meltran no estaba alli. Vieron, eso sí, a varias de sus compañeras, ya ubicadas en un sector apartado para que no tuviesen que compartir camarotes con el resto de la tripulación del portanave. Las meltrans vestían uniformes especiales de color violeta, copiando el esquema de color de sus naves de combate, un detalle que no pasó desapercibido a los ojos de Owen.

Carne de CañónOnde histórias criam vida. Descubra agora