Capítulo 1: Maldito Reign Miller

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Mara

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Mara

Odiaba a Reign Miller, claro que lo hacía.

Odiaba la forma en la que trataba a todos creyéndose el dueño del mundo.

Odiaba la forma en la que parecía tan despreocupado como si no tuviera ningún remordimiento en su cochina existencia.

Y también odiaba la forma en la que todo mi grupo de amigos llevaba horas hablando de él, sin importarles que estuviésemos en plena clase sin prestar atención.

—Escuché que su novia le fue infiel. —Se detuvo Omar a hablar, al tiempo que su hermana, Olivia, se giró para verle.

—Y yo escuché que solo la dejo porque sí. —Esta le contestó, girando los ojos para mantener un mayor dramatismo—. La gente se deja a diario, no sé porque crees que tuvo que haber una infidelidad.

—Había olvidado que eras su mayor fan —interrumpí con amargura, harta de que no me dejaran escuchar al profesor.

Aunque esa tampoco era una cosa que me causara mayor interés.

—Claro, he ido al cumpleaños de todos sus hijos —me devolvió con tono irónico, sonriendo triunfante—. Incluso me quedé a comer el pastel.

—No tiene ningún hijo —rebatió su hermano después, sin entender el chiste—, pero podría hacernos uno, ¿lo has visto?

Me removí en mi asiento, incomoda, y solté un suspiro desesperado, mientras las risas y cuchicheos de mis amigos continuaron detrás. No era personal, simplemente no me interesaba seguir escuchando del mismo tema del cual hablaban a diario justo en ese momento.

Lo bueno que estaba el maldito de Reign.

Lo increíble que el idiota de Reign.

Si no prestamos atención a la charla que estaba dando nuestro profesor sobre estadísticas financieras, íbamos a recibir una patada en el trasero en la próxima evaluación y ya tenía suficiente de eso. A pesar de que tenía cientos de apuntes escritos de asignaturas anteriores en mi libreta, ese día, simplemente no era capaz de procesar nada.

No podía determinar con precisión si se trataba de la pura flojera mental, al saber que era mi última clase de esa semana o si simplemente quería con desespero que la campana comenzara a sonar, ya que la pasada hora se había vuelto asfixiante y eterna y solo quería regresar a mi casa y toda esa semana.

No podía concentrarme, ni mucho menos sacarme de la cabeza las imágenes con las que había estado soñando la noche anterior. Había pasado demasiado tiempo, pero seguían vividas en mi mente, de un modo tan latente que se reproducían en mi cerebro con agonía.

—¿No vendrás con nosotros esta noche? —Olivia se acercó a mi costado de pronto, hablándome de una forma más baja.

Despejé mis pensamientos hacia un lado y le dediqué una sonrisa de disculpa y después negué con la cabeza.

Ella sabe que le mientoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu