C a p í t u l o 17

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S I L V I A

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S I L V I A

-¿Cómo fue la cena con los chicos anoche? -preguntó Laura. A pesar de cómo terminó la noche, sonreí.

-Estuvo bien. Me divertí mucho.

-Me alegro que te encontraras con ellos en el vestíbulo.

Estábamos de camino al garaje cuando Wyatt me llamó por mi nombre. Me di la vuelta para encontrarlo a él y a otros dos modelos de Abercrombie and Fitch con él. Me invitó a salir con ellos y la idea de volver al apartamento sola me hizo aceptar antes que terminara de pedírmelo.

Fue tan educado, guapo y amable. Cuando estábamos en el bar y se inclinó para besarme, mi estómago se revolvió y me quedé quieta para él. No estaba segura de lo que sentiría cuando sus labios tocaran los míos, pero mi mente evocó inmediatamente al único otro hombre al que besé. Comparé la suave presión tentativa de Wyatt con la forma en que Jorge me sujetó y consumió. Comparé la forma en que las pequeñas cosquillas se producían en mi estómago con la forma en que el beso de Jorge me hizo sentir perdida en una tormenta. Incluso puse más empeño en el beso con la esperanza de sentir más.

Como si mi mente hubiera conjurado al propio hombre, me gruñó al oído. Al principio me sorprendí y rápidamente me avergoncé. Mi sangre se calentó hasta hervir y todo en mí se enfureció contra el hombre que me atormentaba. Vi los celos en sus ojos y eso solo sirvió para enfadarme más. Él no quería tenerme, pero nadie más podía tenerme tampoco.

Me acordé que lo atrapé con la mano en la falda de aquella mujer y decidí darle a probar su propia medicina. Reaccionó tan bien como esperaba cuando atacó a Wyatt, pero no me dio ninguna alegría en mi venganza.

-Son buenos chicos -dijo Laura, devolviéndome al presente.

Jorge pasó por delante, con el ceño fruncido, obviamente habiendo llegado en el momento perfecto.

-Sí, puede que vuelva a salir con ellos. Wyatt es muy guapo.

Me miró fijamente y me negué a apartar la mirada. Su mandíbula se tensó y forcé una sonrisa solo para pinchar al oso.

-Laura, ¿puedes hacer copias de los archivos de Emerson, por favor?

-Estaba a punto de ir a comer, pero si no puede esperar, puedo hacerlo ahora. Jorge me devolvió la sonrisa con una propia.

-Está bien. Le diré a Silvia que lo haga.

-¿Estás seguro? Puedo esperar a la comida.

-No hay problema. Gracias, Laura.

Jorge volvió a su despacho y Laura me miró preocupada.

-Si es demasiado, espérame y te ayudaré.

-Estoy segura que estaré bien haciendo unas cuantas copias. Otra mirada de preocupación y luego tomó su bolso y se fue.

Jorge salió con una caja llena de papeles y la dejó caer con un golpe sobre el escritorio.

Mi SalvadorWhere stories live. Discover now