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Quito el agua de mi rostro con ligera molestia, Meidara se supone que viene a Italia ya que según sus palabras he sido el único que no le ha dado lata

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Quito el agua de mi rostro con ligera molestia, Meidara se supone que viene a Italia ya que según sus palabras he sido el único que no le ha dado lata.

Si supiera.

Si antes no pude atacar a la Bratva y la FEMF es porque siempre ella se encontraba ahí.

- Antoni - Le arrebato la toalla a la cagna y me seco con ella para caminar de regreso a las tumbonas.

Mi ansiedad me carcome junto a las ganas de desfogarme, enterrar mi rostro en el cuello de Russo y oler su cabello durante horas es lo que necesito ahora mismo.

Entro a la cabaña que compré para pasar tiempo con Russo y enseguida un olor me llama la atención y cierro los ojos embriagandome de el, me dirijo a mi habitación con la toalla en la cintura.

- Antoni... - Mi enojo sube al ver a la maldita cagna portar la pijama favorita de Meidara.

- ¡Quítate esa ropa!

- Antoni, yo puedo complacerte dame una oportunidad. - Ruega.

- Ve a ser la Cagna de Braulio o de alguien más pero no vas a venir a ponerte la ropa de MI dama.

Me acerco dispuesto a quemarla viva por solo ponerse ese pijama.

- Déjala. - Me detengo al oír la voz de Russo. - Si yo fuera ella también quisiera ser igual de fabulosa que yo.

Mi sonrisa aparece pero la oculto rápidamente, las botas de Russo resuenan en cuanto se acerca y siento sus manos pasar por mi espalda.

Suelto un suspiro y se que ella marca territorio, se pone delante de mi acariciándome. La miro a los ojos que tanto me cautivaron y sonríe con coquetería.

- Mascherano.

- Russo.

Isabel garraspea molesta y veo con diversión a Meidara que rueda los ojos.

- ¿Por qué sigues aquí? - Se gira - ¿Esperas una invitación?

- Espero que te largues. Yo debería ser la dama de la mafia. - Refuta.

- Isabel, vete y no quiero volver a verte usar ropa de tu dama. - Acaricio la espalda de Russo la cual se deja.

- Pero Antoni.

- Señor Mascherano aúnque te tardes más. - Refuta Meidara.

- Él se va a aburrir de tí. - Masculla Isabel.

¿Yo? Lo peligroso es que ella se aburra.

- Isabel. - Meidara se acerca a ella y acaricia su mejilla con delicadeza. - Si me aburro de él. Puedes tomarlo pero mientras Antoni se acueste conmigo y yo le permita estar vivo a MI lado, vas a mantener tu distancia y a obedecerme.

Un escalofrío me recorre por todo mi cuerpo y veo a Isabel que le pasa lo mismo que a mi.

- No te quiero cerca de Mascherano o así mismo como me deshice de sumisas del mismo Boss voy a hacerlo contigo y te volveré mi jodida perra. - Palmea su mejilla. - Largo.

Isabel sale casi corriendo, en sus ojos había un poco de temor y al parecer había comprendido o al menos eso espero de que con Meidara jugar es la muerte.

Camino a la encimera donde se encuentra mi Wiscky para servirme un poco. - Por los nervios. - Susurro.

- Vas a necesitar la botella entera si es por los nervios. - Acaricia mis espalda y tomo asiento para cerrar los ojos disfrutando de su masaje en los hombros.

- Sabes que es la principal asesina que tengo.

- Asesinó a tu esposa porque la dejaste. Eso la subió de rango. - Susurra en mi oído - Y por si fuera poco la volviste tu amante por un tiempo.

Persivo su burla con un toque de molestia y suspiro sin querer abrir los ojos.

- Abre los ojos y mirame Italiano. - Siento como se sienta en mis piernas.

Abro los ojos para verla y me besa cortamente. - Russo...

- Mascherano, si te llego a ver o a saber que estás con Isabel de forma indecorosa. Voy a matarlos a ambos a mi nadie me va a ver la cara.

Muerde su cuello y suelto un gemido asintiendo a su mandato, mi miembro se endurece y la suelto de las caderas acariciándolas junto a su espalda baja.

- Meidara...lo que órdenes se hará, lo que pidas lo tendrás y lo que estorbe lo quitaré.

No tengo idea si es amor u obsesión lo que siento por ella pero se que jamás la lastimaria aunque lo intentara, recuerdo cuando me perdono la vida ese día.

Meses atrás...

- Para que me sirvas. - Me extiende su mano y la tomo para besar su dorso con delicadeza.

Mi plan inicial es tenerla y después matarla para quedarme con la pirámide una niña no puede venir a quitarme todo lo que nos costó conseguir a los Mascherano.

- Principessa.

Sus ojos se dirigen a los míos, mi boca se seca de inmediato. Un deseo de tenerla y poseerla me carcome de inmediato, desconozco si es una bruja o una hechicera e incluso mi karma.

Su sonrisa aparece de inmediato y niego tratando de olvidar esa mirada coqueta y poderosa.

- Ya haz caído, tan rápido... - Cierro los ojos al sentir su mano acariciar mi mejilla.

¿Qué diablos me está sucediendo? Hace unos segundos quería matarla y ahora la necesito.

- ¿Cómo es que con tus ojos me haz cautivado? - Apenas logro formular la pregunta.

- Fui criada para eso, Antoni. Para gobernar el mundo y tenerlo. - Besa mis labios cortamente. - Arrodillate.

Mi corazón palpita con fuerza, trago saliva intentado procesar lo que me pide.

- No pienses, obedeceme... - Susurra en mi oído. - De rodillas.

Mis piernas flaquean y de inmediato me arrodillo frente a ella bajando la cabeza.

- ¿Por qué no puedo tener a los líderes de rodillas? Eso suena más divertido y cuando no los necesite voy a deshacerme de ustedes.

Acaricia mi cabello con delicadeza cual perro, se que ahora ella sonríe puedo sentirlo con su toque delicado y burlón.

- Bien chico...de ahora en adelante vas a ser mío hasta que me aburra de ti y me consiga a alguien nuevo. - Me indica ponerme de pié y lo hago para verla. - ¿Te di permiso de verme?

- No. - Susurro bajando la cabeza. - Se mi dama. - Mis palabras salen por sí solas, los Mascherano tenemos una maldición con una sola mujer y parece que encontré a la mía.

Es la única respuesta que he encontrado y se que ella marcará la historia de Italia.

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