Capítulo 6 💜

35 18 14
                                    

12 de julio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

12 de julio

¡Hola! Si, soy yo de nuevo.

Gracias al cielo y a los doctores todavía no me he ido. Han pasado ya 4 días desde que desperté de la recaía y volví a quedar inconsciente. He recibido la visita de Alex, la diferencia es, que se queda más tiempo conmigo. Prácticamente se ha mudado al hospital. Supongo que al estar todo el día aquí, no está yendo a clases y eso me preocupa; no quiero que su vida se vea afectada a su cauce natural por mí.

Papá no me deja sola ni por un milisegundo, después de haber pasado por aquel susto hace una semana atrás… Mady siempre está con él, a su lado, eso me reconforta, le da fuerzas para seguir adelante.

Hace una semana que descubrieron el tumor de mi cerebro, lo que ha hecho empeorar aún más mi salud.

Genial.

Como si con solo el hecho de mi enfermedad sin cura arrebatándome la vida no fuese suficiente, para ahora agregarle un tumor cerebral al listado.

Apenas puedo moverme y cada diez minutos pasa un médico distinto a revisarme y a escribir en la historia clínica. No sé que tanto escriben. Al parecer todo el hospital sabe de mi caso.

Todos los días al despertar, tengo rosas blancas en un florero lila situado en la mesita auxiliar a mi izquierda.

Ya no puedo comer ni beber agua por mi misma, me cuesta mucho respirar y los dolores de cabeza son insoportables. Apenas puedo abrir mis ojos. Apenas y puedo existir.

A mi alrededor todo se encuentra más frío, con un olor penetrante a desinfectante y medicamentos por todos lados, por más tiempo que permanezca en este hospital, no logro adaptarme a este olor.

Mi condición de salud es muy delicada. La fundación me sigue atendiendo y paga todas mis medicinas y estudios. Cada dos días viene un chico a revisar mi salud y los avances de mi estudio, aunque las esperanzas de una mejoría son casi imposibles.

He perdido la noción del tiempo, no sé si es de día o de noche, si afuera está el sol brillante o llueve, hace mucho que no veo la luz del sol. La fría luz de mi habitación me impide ver el paso de las horas, se me hacen eternas.

Hoy debe venir alguien de la fundación a revisar nuevamente si hay avances en mi condición, al parecer me he vuelto el conejillo de indias o algo por el estilo, pues soy el primer caso conocido que padece de esta enfermedad.

Tocan la puerta y entra un señor de mediana edad con un traje negro, camisa blanca abotonada hasta las muñecas y corbata a juego. En su mano izquierda tiene un reloj dorado y un anillo de oro, y en la derecha lleva un maletín negro. Su cabello rubio y sus facciones duras le da una apariencia de un hombre con gran experiencia laboral y una mirada profesional que te corta el alaliento.

—Buenas tardes —papá alza la mirada y se levanta de la silla metálica para estrecharle la mano al señor en forma de saludo—. Mi nombre es William Smith y pertenezco a la Fundación que atiende el caso de la paciente.

La vida después de mi muerte Where stories live. Discover now