¿Quién es Brittany Condon?

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Al día siguiente, por la tarde, El Horgas sufre sueños muy perturbadores. Su mente lo mantiene en un mundo de colinas de basura junto a personas repletas de bultos en el cuerpo, gente como él lo ataca con despiadada vehemencia. En ese sueño, más adelante, se ve a sí mismo apedreado en un linchamiento. La gente de Baytown intenta matarlo sin salpicarse con su sangre envenenada. Por último, sueña que Brittany Condon le asegura que lo odia. Entonces grita con todas sus fuerzas. Esa última parte de la pesadilla es la peor.

—¡No! ¡¡No!! ¡Basta! —su grito suena desmedido.

Abre los ojos, no distingue si aún sueña o ha despertado. Examina un poco el entorno. Está sentado en el asiento de copiloto de una moderna camioneta familiar todoterreno. Fuera y delante del vehículo, a metros de distancia, hay un puesto de control fronterizo que también es peaje. Más allá hay una enorme autopista, ancha, cuyo fondo promete un atardecer de lo más colorido. Estas fuertes luces de frente lo encandilan, le duelen los ojos. Mira hacia su derecha, ve a través de ventanilla cerrada otros vehículos siendo evaluados por autoridades fronterizas de distritos. Cuando mira hacia su izquierda, su mundo gira como brújula descontrolada. Sea sueño o pesadilla, ve a una conocida mujer que le sonríe.

—Tranquilo, cariño, creo que tuviste una pesadilla.

—Eres, ¿eres tú? —el rostro de El Horgas es de absoluta incredulidad.

—Soy yo. Dame un minuto, ya estoy contigo —dice ella con una sonrisa, tras lo cual se da vuelta, habla con un agente fronterizo que está de pie a un costado de la camioneta.

—¿Qué le pasa a ese hombre? ¿Está bien? —pregunta el oficial con rostro fruncido—. Está pálido. ¿Algo a declarar?

—Acaba de salir del hospital, estará bien —contesta ella.

—Necesito su documentación y también la de él.

—Claro, tenga —ella entrega al agente holografías con fotografías. Dicho agente las recibe en su dispositivo, las lee.

—Señora, Eva Hausen.

—Correcto —ensaya una sonrisa con un lado de la boca.

—¿Le dijeron que se parece mucho a Brittany Condon?

—Todos los jodidos días de mi vida, oficial —el agente sonríe con el comentario, pero enseguida se torna serio.

—Bien, puede pasar, circule, circule.

—Muchas gracias, oficial.

Eva vuelve a poner las manos en el volante. Antes de que se levante la barrera que da paso a las autopistas de Midtown, la chica mira a El Horgas; le dedica una sonrisa. Él la mira como se podría admirar a cualquier deidad que se materializa en un sueño idílico, tras sufrir una brutal pesadilla. Ella viste de un modo muy sencillo, con un vestido limpio y nuevo que no llama la atención. De hecho, es un vestido ancho que le llega incluso más allá de las rodillas. Su cabello está del color que él conoció siempre, desde que era niña. Lo tiene sujetado por encima de la nuca, quizás a consecuencia del intenso calor. Su abdomen está abultado.

La barrera se levanta, Eva pone en marcha la camioneta, vuelve a atender el camino que tiene por delante. Se adentran en una tierra de asfalto que parece infinita desde las alturas de la autopista que da ingreso al distrito. La mujer guarda la documentación virtual en su dispositivo móvil sin descuidar la ruta. Confundido, aturdido, El Horgas intenta distinguir sueño de realidad o incluso pesadilla. Aprovecha, examina el lado interno de su antebrazo izquierdo. Ve con claridad que ya no tiene tatuaje. Se asusta de golpe, salta sobre el asiento, lo posee el pánico al darse cuenta del peligro que ella corre al estar junto a él.

¿Quién es Brittany Condon?Where stories live. Discover now