Caos

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Su voz gangosa y ronca aprovecha el hueco que dejó la música estridente. Ella parece oírlo, él percibe que ella lo ha escuchado; sonríe como adolescente tonto y enamorado. Brittany sólo reacciona un instante, un segundo que parece nada, menos tiempo del que tarda un simple pestañeo. Sin embargo, eso es suficiente para que El Horgas considere que esa mujer aún siente algo por él. Estalla de júbilo, recula, se aleja de la ventana. Sus talones tropiezan con algo. Cae hacia atrás en tinieblas sobre vieja mugre abandonada. Vuelve a sonreír aún desde el suelo, está dolorido pero feliz.

En la calle, la chica que ha sido víctima del globo de El Horgas se encuentra embadurnada de sangre tibia en cuello y parte del rostro. También han sido salpicados quienes están cerca de ella. El chico que está a su lado queda aterrado y asqueado. Siente en su boca abierta de tanto cantar, el sabor de algunas gotas de sangre que le cayeron dentro. Escupe, se agacha de rodillas, tiene arcadas producto del asco. La joven que recibió el impacto dispara un impotente alarido fuerte, lo sostiene con persistencia, al tiempo que intenta quitarse con ambas manos la repugnante y viscosa sangre que le cubre los ojos. Quienes la rodean se apartan con pánico.

La multitud en general se percata de lo que ocurre entre movimientos de muchedumbre. Los alaridos de la joven son tan incesantes como las arcadas del chico que está cerca de ella. Las personas no tardan en notar lo que ocurre, no saben qué pasa, pero deducen que no es nada bueno. Se apartan aún más de las víctimas a pesar de los constantes, desesperados alaridos de la joven para descargar su horror y súplicas de ayuda. Nadie responde. Se oyen desconsolados llantos de un niño que está junto con su madre. Al parecer, una gota de esa sangre ha salpicado su mejilla. Su madre, desesperada, le limpia enseguida dicha mejilla con un pulgar y saliva.

Se alerta toda la masa humana presente ante el escenario, se convierte de pronto en una salvaje estampida ciega que no mide consecuencias. Alaridos de la chica regada en esa repugnancia, rebasan los decibelios de necios que aún creen que el recital continúa. La música desde el escenario acaba de golpe cuando Brittany, al ver lo que ocurre, hace uso de palancas holográficas y virtuales proyectadas a su derecha. Los sonidos musicales se apagan, los bailarines holográficos se desvanecen, entonces se hace más evidente el caos sobre la peatonal. El mencionado desconcierto se propaga.

Una ebullición se gesta entre los infectados. La primera víctima cae al suelo, se sujeta la zona abdominal, se retuerce de dolor, vomita con espasmos frenéticos. Sus amigos no la ayudan. Pronto, éstos últimos, también salpicados por la sangre, empiezan a sentir mismos síntomas. La gente que huye se pisotea, golpea, empuja sin control unos sobre otros. Algunos hasta llegan a golpear, morder y arañar a quienes les impiden escapar rápido. Una mujer, arranca con los dientes el pabellón auditivo de un grandulón que no parecía moverse.

Sobre el escenario, absorta, Brittany contempla la situación con incrédulo pánico. Desea que ya mismo alguien la despierte de esa pesadilla. Apunta su mirada hacia Destiny Building, no se quita de la cabeza que alguien le gritó desde ese edificio, alguien que la conoce muy bien le gritó: Britu. Conoce una única persona en el mundo capaz de llamarla así. Oye patrullas, ambulancias, helicópteros y aeronaves eléctricas que se acercan. Brittany queda agachada sobre el escenario, lágrimas caen desde sus ojos. La avasallante figura queda atónita sin saber qué hacer. Azorada, Brittany se incorpora, se acerca al borde del escenario, observa.

Se asusta y angustia por sus queridos fans. Sus ojos color esmeralda se llenan de lágrimas. Recula sobre el escenario, da un paso hacia atrás, dos, tres, cuatro, se sujeta la cabeza con ambas manos. Sus dedos se hunden entre cabellos con coloridos mechones, se abruma y confunde ante semejante bullicio. De golpe, siente que desde atrás un par de tipos la alcanzan y sujetan con fuerza. Ella se asusta a morir, lucha, se resiste, patalea, hasta que confirma que son sus propios guardaespaldas. Han ido a buscarla para evacuarla con prisa del lugar. 

Se deja arrastrar entonces hacia una exclusiva ambulancia dispuesta para ella.

¿Quién es Brittany Condon?Where stories live. Discover now