Capítulo 8

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Si Wattpad te trajo hasta aquí, hay un capítulo antes de este.

—Has silencio, Diana — pide Noah agachándose y apuntando a lo lejos con el arma.

Ruedo los ojos. Ha pasado una semana desde que llegue a su casa y debo admitir que no son tan malos. Han estado al pendiente de mi y han estado intentando ganarse mi confianza, por los momentos la que va por buen camino es Adara. Se me ha hecho más fácil confiar en ella aunque no sé porqué. Tiene un instinto muy sobre-protector conmigo — Noah le dice complejo de mamá gallina — y me trata con mucho cariño, y aveces me resulta extraño.

Noah, por otro lado, también está intentando ganarse mi confianza, y aunque le falta mucho camino por recorrer para eso, debo admitir que no me cae tan mal, es buena persona, y tal vez en un futuro pueda confiar plenamente en él. Hoy me trajo a cazar con él, prometiéndome que no me asustaría de nuevo ni me perseguiría con el arma. Ahora se encontraba apuntado a un ciervo que estaba a unos diez metros de nosotros comiendo pasto.

Noah le quitó el seguro al arma y cuando fue a disparar, el ciervo levantó una oreja, miró en dirección contraría a nosotros y salió corriendo. Noah soltó un gruñido y una maldición entre dientes.

—Fuiste muy lento  — señalé.
Noah se levantó y enarcó una ceja.

—¿Quieres intentarlo?

Me encogí de hombros  y le arrebaté el arma de las mano. Empezamos a caminar de nuevo, buscando, y como a unos dos kilómetros de donde estábamos encontramos otro ciervo comiendo pasto tranquilamente. Me acuclillé rápidamente, quité el seguro en cuestión de segundos y disparé. El animal cayó de un golpe seco en el suelo y Noah tenía la boca abierta de par en par. Me colgué el arma en el hombro y me acerque al ciervo; la bala le había dado en la cabeza. La cara de estupefacción de Noah era digna de enmarcar.  

—¿Cómo...? — empezó a balbucear.

—Te dije que habías sido muy lento. Rapidez y precisión es lo que se necesita para sobrevivir — dije dándome la vuelta para regresar a la casa.

Lo escuché forcejear con el ciervo para traerlo con nosotros. Por encima de mi hombro vi como lo cargaba sobre sus hombros como si no pesara nada. Al llegar, se quedó afuera mientras yo entraba y me encontraba con Adara en la cocina, que al verme sonrió.

—¿Cómo les fue? — pregunta, apoyándose en la isla de la cocina.

—Diana mató a un ciervo — responde Noah entrando y abriendo la nevera para servirse un vaso con agua.

Sus ojos se abren con incredulidad.

—¿En serio? — Noah asintió distraidamente, llevándose el vaso a los labios. Adara me mira —. ¿Sabes disparar?

Me encojo de hombros.

—Tampoco es la gran cosa saber hacerlo — respondo con naturalidad.

Los ojos de Adara siguen muy abiertos y mira a Noah en busca de explicaciones. Él le hace una seña para que lo siga y ambos salen de la cocina. Max entra moviendo su cola de un lado a otro.

—Hola, Max — saludo. Se me acerca y se me sube encima para lamerme la cara, provocándome risas.

Le acaricio la cabecita y me voy a mi habitación a darme una ducha para sacarme el sudor y la tierra que tengo por culpa de la ida a cazar. El agua tibia me moja la cara y el cabello, refrescándome. Una leve punzada en la nuca me hace soltar un siseo y llevarme la mano a esa zona para acariciarla. Muevo la cabeza de un lado a otro para ver si es un calambre, pero al comprobar que no lo es lo dejo pasar.

Salgo del baño envuelta en una toalla, mi cabello chorreando y mojando el piso cuando me acerco al armario. Me visto con lo primero que encuentro, que resulta ser una camiseta de algodón blanca, unos jeans y unas zapatillas rojas. Peino mi cabello y lo dejo suelto para que se seque y salgo.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now