Capítulo 19 - Noche de tormenta

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Lexa Herman

Me encuentro sentada en la cama de la habitación con la mirada en la ventana. La lluvia y los truenos no parecen querer parar. Miro la hora como por quinta vez. Son las 2:23 AM, Dios, pero sí, hace media hora la vi y eran las 2:20, porque cuando necesitamos que el tiempo pase más rápido, pasa más lento.

Un trueno resuena haciendo que me tape la cabeza, un nudo en la garganta y casi las lágrimas van a salir, estoy segura de que si esto sigue no viviré para mañana. Por primera vez en mi vida estoy sola en una tormenta. ¿No pude desarrollar ningún tipo de miedo? Digo cucarachas, agujas o no sé, cosas que fueran más fáciles de evadir.

— Vamos, Lexa, tú puedes — me digo a mí misma, tratando de no morir del pánico.

He pensado irme a la habitación de algunos de mis compañeros, sin embargo, no tengo la suficiente confianza con ninguno para irme a quedarme en sus aposentos. Con el que quizás tenga un poco más de confianza es con Alexander, ¿Debería ir? No estoy segura de que esta tormenta vaya a pasar o quizás si quedo tranquila, sienta que se va más rápido, tengo ratos que no escucho ningún tipo de trueno. Y un trueno resuena como por décima vez erizando toda mi piel. Bueno, aquí voy.

Me coloco los zapatos rápidamente y salgo de mi habitación casi corriendo. Por suerte, por ser un hotel, todo está iluminado, pero aun así esto parece de terror. Comienzo a caminar rápido, y cuando llego al final del pasillo recuerdo algo, yo estoy en el edificio dos y Alexander en el edificio cinco y hay un gran espacio entre el edificio mío y el de él que no se encuentra para nada techado. Una buena opción sería mojarme un poco para poder llegar a mi destino y la opción dos es seguir en mi habitación y morir de susto. Otro trueno resuena, haciéndome bajar la cabeza y soltar un gemido de terror. Opción uno.

Comienzo a correr en dirección al edificio número cinco, que no sé por qué demonios se encuentra tan lejos. Mientras me empapo de agua a mi paso. Por fin llegué, sacudo un poco mi cabello húmedo y ni decir de mi ropa, está peor de lo que pensé, comienzo a subir los pisos hasta llegar a la planta donde se encuentra la habitación del pelinegro, busco entre todas las puertas iguales y doy con el número correcto.

Toco y después de dos toques la puerta se abre dejando ver a mi jefe; sin embargo, no parece acabado de levantarse, se ve fresco como lechuga. Y está sin camisa. O Dios, dame fuerzas. Intento mantener la mirada en sus ojos y no en su abdomen perfectamente formado. ¿Le molestaría si lo toco?

— Perdón, ¿te desperté? — pregunto.

Niega, mientras me observa curioso. — No estaba leyendo algunas cosas de los casos — responde mientras yo lo miro. — ¿Qué hace aquí?

— Es que... — muerdo mi labio como niña pequeña hasta que él suelta una pequeña risa.

— Es por los truenos.

Asiento con cara de terror — ¿Me dejas pasar? Prometo que no te molestaré y solo será hasta que pare.

Asiente, abriendo más la puerta para que así yo pueda pasar a su habitación, dejándome deslumbrada. Esta no es como la mía, es una suite. Con razón está tan lejos. Lo principal es que es enorme, es el doble que la mía, con una enorme cama matrimonial, un juego de muebles, escritorio, librero, un balcón que es básicamente del tamaño de mi habitación, que desde aquí puedo ver que tiene una mini piscina en esta. Y si mi baño era moderno, me imagino como estará este.

— Creo que deberías secarte y ponerte una ropa más cómoda, para que no te resfríes — sugiere mi jefe parándose frente a mí. Mis ojos vuelven a bajar a su abdomen. Contrólate — Voy a buscarte algo — me quedo ahí parada esperándolo mientras veo cómo busca algo en su maleta.

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