Capítulo 4 - La nueva investigación

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Lexa Herman

Actualmente, me encuentro muy concentrada en mi computadora, me río de mí misma, cualquier persona pensaría que estoy muy concentrada en algún trabajo importante, sin embargo, lo que estoy haciendo es jugando solitario el juego de cartas muy popular. Cuando llegué hoy, mis superiores me indicaron que trabajaré con lo que Alexander me indique y está de más explicar que cuando llegó, lo primero que hizo fue encerrarse en su oficina e ignorar a todo lo que respira. No fui a tocarle porque no dejaré que este imbécil me exaspera. Si mi papá no lo hizo en mis veinticuatro años de vida, este no lo va a hacer en los pocos días que tengo aquí.

Así me mantengo un largo rato viendo casos antiguos, jugando y hasta cambiando de posición cosas en mi oficina.

Un pequeño toque a la madera hace que quite los ojos de mi computador y la dirija al frente. Mis ojos chocan con los verdes de Alexander, mi corazón da un vuelco y siento una opresión en mi estómago; sin embargo, muevo ligeramente la cabeza y volviendo a mi estado normal. ¿En qué momento abrió la puerta? Al parecer estaba tan concentrada en mi juego que ni lo noté y ni siquiera gané el juego. El pelinegro levanta la mano y me hace señal de que vaya. Yo, como una imbécil, dudo y miro a todos lados como si aquí hubiera más personas aparte de mí. Pero tampoco me culpen, porque el ogro no me habla y de repente me dice que vaya a su oficina. Debo asegurarme que es a mí que me habla.

Miro a ambos lados para luego señalarme a mí misma en una forma de preguntarle si habla conmigo. Luego de girar los ojos y me imagino que maldecime más de diez veces en su mente, asiente. Sonrío, quizás el ogro gruñón recapacite y ya me pondrá a trabajar. Camino hacia su oficina disimulando mi emoción, parezco de todo menos que tengo más de 5 años trabajando en esto.

Entro a su oficina recibiendo el olor a perfume de hombre que entra en mis fosas nasales, haciendo que aspire un poco más. Me fascina la fragancia del perfume de hombre y más me gusta este, creo que ahora en adelante será mi favorito. Tiene un olor fuerte, pero no me causa molestia, algo que es bastante extraño, ya que la mayoría de cosas me causan molestia en la nariz.

Pensé que por el puesto que tiene el ojiverde en las fuerzas armadas se debería vestir más formal, en cambio, se viste algo fresco y libre, botas, jean de cuero, camiseta y chaqueta de cuero, que no dejan a la vista ver ninguno de sus tatuajes, solo el que tiene en la parte izquierda del cuello que es bastante notorio por lo grande que es.

— A sus órdenes, agente Wembley.

Mi mirada baja al que se encuentra muy concentrado en su computadora haciendo no sé qué, miro con la agilidad que sus manos se mueven y me imagino...

— Muñeca... — dice algo más, pero dejé de escucharlo luego de lo que dice cuando me concentré en cómo me llamo "Muñeca"

— Disculpe, ¿cómo me acaba de llamar? — lo interrumpo, ganándome una mala mirada. Él no responde — mi nombre es Lexa y me gustaría que se refiera así hacia mi persona.

Él frunce el ceño aún más de lo que estaba. Una vez leí que, mientras más te enojas, más rápido te llega la vejez y, al paso que va este hombre, dentro de dos años estaremos en su funeral.

— ¿Tú crees que a mí me importa lo que a ti te gusta o no?

Giro los ojos y, por mi paz mental, decido ignorarlo.

— ¿Qué necesita?

— Quiero que me traiga un café cargado sin azúcar.

— ¿Cómo?

Gira los ojos — aparte de mal educada e impuntual, también es sorda, lo que faltaba.

— Escuche muy bien lo que dijo — escupo.

INDELEBLEWhere stories live. Discover now