Capítulo 14.

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"Bella mañana..."

El viento venía fuerte desde el norte. Ella no aguantó más. El dolor, el caos, el maltrato que recibe fue lo que colmó su paciencia. Ya no aguantó y huyó del castillo negro.

Su caballo, un elegante corcel de largos cabellos, tan gris como el metal y tan veloz como el viento galopaba firme sobre los paramos secos sin vida de la tierra gobernada por el monstruo. Ella, angustiada y con miedo, solo forzaba al caballo para que galope más rápido y poder salir libre hacia donde sea que pueda encontrar un lugar seguro.

Mirando hacia atrás, viendo que nadie la perseguía solo podía sentir su libertad aún más cerca que cualquier otra cosa que haya tenido en ese momento.

Lo veía a lo lejos. Un páramo verde. Flores crecían en él. ¿Sería esa la amada libertad que deseaba? Eso esperaba. Galopando aún más rápido ya casi se veía en el otro lado, pero algo horrible paso. Una enorme mano se puso en su camino. Chocó contra la tierra haciéndola temblar y levantar escombros por el aire. El caballo relinchó con violencia levantándose sobre sus patas traseras. La doncella perdió el equilibrio y cayó en el pasto seco. El corcel que la llevaba fue tomado por la mano de un gigante enorme cual castillo. Era un monstruo abominable. Gordo, grande, peludo, de dientes filosos como lanzas y un ojo tan horrible que parecía poder ver tu alma. Un horrendo cíclope tomó al caballo y lo partió a la mitad, solo para comérselo después. Las partes destrozadas del caballo caían a su alrededor. La doncella vio con pánico y horror de muerte al enorme gigante y como su ojo la veía con hambre.

¡No! ¡Alejate de mí!... — le gritó mientras trataba de correr.

El monstruo rugió.

La doncella trataba de escapar, su ropa que antes era violeta y blanca, ahora eran moradas y oscuras. Quería escapar lo más pronto posible de ahí, pero una mano gigante cayó del cielo e hizo temblar la tierra haciéndola caer.

Ella, con miedo a ser aplastada o devorada por el inmenso hombre, corrió en dirección opuesta, pero nuevamente la mano chocó con la Tierra empujando sus escombros hacia ella. No tenía escapatoria.

— ¡¡Déjame!! ¡¡Te lo suplico!! — gritaba desesperada. — ¡¡Qué alguien me ayude!!

El monstruo hizo caso omiso a sus súplicas. La tomó de sus vestidos y la subió hasta su rostro. La castaña podía oler lo podrido dentro del engendro. Al ver sus dientes abrirse supo que ya no tenía escapatoria.

— ¡¡No, porfavor!! — empezó a llorar del miedo. — ¡¡¡Ayuda!!! — Imploraba a quien fuera que la escuchase. Alguien, quién sea. — ¡ayúdenme! — ¿Quién sería lo suficientemente fuerte para enfrentarse a este monstruo? — ¡¡No!!  — Pensó en su caballero de brillante armadura para que la rescatara. Pero ella no lo merece ya que su corazón está manchado por el odio. Ya no tenía salvación... Iba a morir. — No... — Aún así, un grito salió de ella con toda la fuerza de su alma. — Por un demonio...— no se lo podía creer.—...  ¡¡¡AYUDAMEEEEEEEE!!! ...

Un estruendo horrible se oyó por el páramo. Un trueno cayendo a la tierra. Un alarido del infierno. Un rugido de ira.

— ¡¡¡GRUAAAAAAAAAAAHG!!! —

La doncella pudo ver a lo lejos una tormenta que se acercaba por el sur. Tan oscura, que parecía la misma noche marcando presencia. Más allá, una luz incandescente. Un hombre de negra armadura, con un casco que expulsaba ascuas de fuego ardiente. Montado en un caballo negro con ojos de demonio, venía galopando a toda velocidad levantando una tormenta de viento y arena. El caballero ceniza venía por ella, con un corazón que ardía por odio....

MojigataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora