Capítulo 19

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Max

- No, no, mira ahoramismo no puedo ir, reprograma las entrevistas para mañana- dios mío dame paciencia.

Esto de ser padre soltero es casi imposible, estar reorganizando mi agenda mientras cambio un pañal a mi hijo es toda una hazaña.

- De hecho necesito que para hoy me envíes una lista de personas capacitadas para cuidar a un menor- con una niñera al menos tendría tiempo para trabajar y estaría tranquilo sabiendo que alguien cuida de Daril- y si no encuentras a nadie pon una oferta de empleo en internet.

Colgué en automático, no quería tener que andar dando explicaciones de porque buscaba una niñera.

-Maldito colegio de mierda...- maldije en voz baja al recordar lo que me dijeron- no cogemos niños a mitad de curso ñeñeñeñeñe.

Malditos, gracias a las donaciones de mis padres no se os cae el techo sobre la cabeza.

Agh, bueno, eso ahora ya da igual, ahora lo importante es encontrar a alguien que se pueda encargar de Daril mientras estoy trabajando.

- Bueno peque, ¿Salimos un rato a dar una vuelta?- en cuanto dije eso se puso a reír sin parar.

Verás que gracia te va a hacer cuando sepas que esa vuelta es a casa de tus abuelos, bueno, ese miedo es más mío que tuyo, pero los abuelos deben saber que existes, así que allá vamos.

No me daba miedo por el hecho de haber tenido un hijo con una desconocida, a mi madre le da igual siempre que tenga un heredero, pero a mi padre no le va a dar igual, pero no por el factor "tenerlo con una desconocida", si no por el factor "he tenido un hijo cuando según él tan siquiera soy capaz de cuidar de mí mismo" seguro me va a salir con esa mierda.

Miré a Daril y me sentí orgulloso de mí evolución como padre. Estaba feliz jugando con el dinosaurio que había en su pequeño peto vaquero.

Pensándolo bien creo que le compré demasiada ropa.

Miré a los pies de mi cama y vi bolsas y bolsas de marcas de niños todas con temática de dinosaurios.

- ¿Que serán lo que tienen esos bichos que te gustan tanto?- le pregunté poniéndole su gorrito de dinosaurios.

Dejé de admirar la indudable belleza de mi hijo y lo llevé al carrito que le compré para ir a casa de mis padres.

- Ojalá tengamos suerte y no te quedes huérfano por ir a ver a los abuelos- murmuré con temor.

Llamé al ascensor y cuando llegó entré, justo antes de que se cerraran las puertas vi al chico del piso de enfrente corriendo para intentar entrar, pero decidí ser malo y dejar que las puertas se cerraran, jodete maldito crío molesto, siempre quejándose del ruido, si no es del de la música es del de otra cosa, pero todo le molesta, que piel más fina tienen algunos.

Cuando salí del ascensor en el garaje saqué las llaves de mi coche y apreté el botón del mando a distancia para abrirlo. Una vez llegamos al coche acomodé a Daril en su nueva sillita de coche de dinosaurios y le di su peluche favorito, que para variar era de un pollito, yo me puse al volante y arrancamos rumbo a casa de mis padres.

El camino era un poco largo, ya que ellos vivían en una innecesariamente enorme y lujosa casa de campo a las afueras de la ciudad, realmente era innecesaria lo grande que era esa estúpida casa, yo vivo en un piso y tengo espacio para dos más que de sobra.

Miré con detenimiento como mientras salíamos de la ciudad todo era campo, cultivos de trigo de un amarillo que lo hacían parecer casi dorado a la luz del sol, la hierba larga meciéndose por la brisa, en gran parte echaba esto de menos, pero por otra parte no.

Cuando llegamos a la verja de la casa y el guardia me vio me abrió automáticamente, seguí conduciendo hasta llegar a la entrada, en la cual aparqué mientras veía como mi madre salía a esperarme en la puerta para recibirme.

Salí del coche y caminé hacia el maletero para sacar el cochecito de Daril y poder ponerle ahí directamente, tras sacar el carrito ni miré a mi madre para ver qué expresión tendría, ya me la podía imaginar, así que me di prisa y saqué a Daril del coche para dejarlo en su carrito.

- ¡Apa!- gritó alegre al verme desabrocharlo- yoyo, apa, yoyo- Daril, ahora que demonios dices, ¿Cuál yoyo?

De pronto empezó a llorar y no me quedó de otra que cogerle en brazos porque no entendía que me pedía por lo agitado que estaba por el llanto.

- ¡¡¡YOYO!!!- seguía gritando mientras lloraba.

De pronto vi a mi madre acercarse con cautela y ponerse al lado mía, lo cual no sé porqué hizo que Daril se calmara en automático.

- Tranquilo, yo lo cojo- dijo sin hacerme ninguna pregunta innecesaria, eso era lo que me gustaba de mi madre, ella respetaba mis tiempos.

Caminé hacía el coche y miré por todos lados buscando un yo-yo, pero nada, tan siquiera recuerdo haberle comprado uno, es demasiado pequeño para eso. Iba rendirme hasta que vi en el suelo una bola amarilla de pico y patas naranjas y saltones ojos negros.

- No era yoyo, era pollo, la madre que lo parió- dije cogiendo el pollito de peluche del suelo- tremendo espectáculo acabamos de dar por ti- le eché en cara al peluche.

Cerré la puerta del coche, eché el peluche en el carrito y con este me dirigí a la casa de mis padres, en la cual mi madre ya había entrado con mi hijo sin decirme ni mu.

Cuando entré casi se me cae la mandíbula al suelo.

Mi padre estaba jugando al cucú tras con Daril, el cual se reía cuando su abuelo aparecía pero se extrañaba cuando no lo veía.

- Es igual que tú cuando eras un bebé- me dijo mi madre detrás de mí acariciando mi hombro- me alegro de que lo hayas traído.

- Yo también mamá, me alegro de que os conozca- dije viendo a mi hijo jugar feliz con su abuelo- aún que por lo que veo te cambió por papá.

- Ya le castigaré por traidor cuando sea más mayor, de momento se libra- dijo con una enorme sonrisa de orgullo.

- Hola padre- dije entrando en la sala.

- Hijo- me saludó de vuelta con una sonrisa que rara vez veía en él- que bien que hayas venido.

- Si, ya veo que estabas muy entretenido con tu nieto- le dije al imaginar que mi madre no le había dicho nada aún.

- ¿Nieto?- preguntó sorprendido- Pensé que era el hijo de alguna de las criadas.

- No, padre, él es mi hijo Daril- dije cogiendo a mi hijo en brazos.

- ¡Apa!- gritó de nuevo.

- Ya encontré el pollo, Daril- dije dándole el peluche- se dice po- llo- le intenté explicar.

- Ollo- nah, me rindo, él y yo nos entendemos.

- Bah, la misma vaina- dije viéndole ser feliz con su peluche.

- ¿Como no nos dijiste nada antes?- se quejó mi padre con voz severa.

- Recién me enteré yo- admití en voz alta.

- Tan despreocupado como siempre- se quejó.

- Cariño...- trató de disuadirle mi madre.

- Déjale, para él todo lo que yo haga está mal, prefiere a un niño ajeno que a uno que lleve la misma sangre que si hijo- dije con rabia al notar el cambio de trato hacia mi hijo desde que se enteró de que es su nieto.

- ¡¡Mal!!- gritó Daril tirándole su pollito de peluche a la cara a mi padre, lo cual hizo que tanto mi madre como yo nos riesemos.

- Tiene el mismo carácter que su abuelo- dijo mi madre, lo cual hizo que los tres, si, los tres, nos sonrojaramos- anda, pasar, nos cuentas todo y de paso tu padre y el nene siguen jugando.

- Si- dije tratando de sujetar a Daril el cual se estaba inclinando de boca para tratar de coger su peluche.

Menuda tarde me espera...

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Gracias a los que leéis MÍO, hacéis que tenga aún más sentido escribir cada capítulo, gracias ^^

MÍO [𝘖𝘔𝘌𝘎𝘈𝘝𝘌𝘙𝘚𝘌]Where stories live. Discover now