Capítulo 8

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Eric:

Acababa de salir de aquel despacho y si algo tenía claro era que yo a aquella mujer que obviamente fingía ser un amor de señora la caía mal, pero bueno, no es como si eso me fuese a afectar en algo, uno no pasa por la vida para agradarle a todo el mundo, y menos cuando eres un beta.

Ser tratado con desprecio o desdén nunca ha sido una anomalía en este mundo de alfas y omegas ricachones, alfas que defienden la "pureza" de la sangre y omegas que nos desprecian porque somos "inútiles".

Recuerdo que cuando era más pequeño tenía una novia y estábamos muy bien juntos, hasta que salieron los resultados de los exámenes médicos del segundo sexo. A ella su examen médico la dió como resultado que era omega y el mío dio como resultado que era beta... A la hora del recreo la chica con la que salía me dijo que me dejaba, y al preguntarla porqué me dijo que era porque yo era beta y ella omega y eso no podía ser. Ese mismo día cuando llegué a mi casa mi hermano temblando con el mismo papel que yo en la mano se dirigió hacia nuestros padres, al igual que yo. Íbamos entrando cuando nos encontramos con nuestra madre ayudando a las sirvientas a preparar los arreglos florales, nuestra madre nos recibió con un enorme abrazo y con una sonrisa de oreja a oreja nos pidió los resultados de la prueba de segundo sexo, cuando se enteró de que mi hermano era un omega estuvo feliz y preocupada a la vez, ya que ella mejor que nadie sabía lo que conllevaba nacer omega, cuando yo la enseñé mis resultados sonrió de oreja a oreja y me dió un enorme abrazo, aún recuerdo lo que me dijo después de ese abrazo: Eric, mi cielo, no sabes la infinita suerte que tienes de no ser controlado por tus hormonas.

Desde que mi madre me dijo eso aquel día he vivido con orgullo el hecho de haber nacido beta, no debo avergonzarme de quién soy, ni de lo que soy.

Iba tan ocupado pensando en mis cosas que ni cuenta me había dado de que seguía caminando libremente por la enorme mansión, o así era hasta que un estúpido alfa se tomó la osadía de agarrarme de la muñeca.

— Perdona, ¿Me haces el favor de traerme más bebida?— tsk, este imbécil había pensado que yo era un camarero más.

— Por supuesto señor— dije complaciente.

Se me había ocurrido una idea maquiavélicamente retorcida.

Me acerqué a uno de los camareros que en su mano sostenía una bandeja y de esta tomé una copa de vino tinto.

Esto te va a salir caro maldito alfa.

Con la copa en la mano me fui acercando hasta el alfa el cual me la había pedido, cuando estuve justo frente a él acerqué la copa a mi nariz oliendo los distintos matices afrutados de este vino tinto y sentí lástima de lo que le iba a hacer a este excelente vino.

Mirándolo con maldad y una sonrisa desafiante volqué la copa de vino sobre su carísimo traje blanco de gala.

— ¡Tu!— exclamó volviendo a tomarme de la muñeca— ¡Maldito e inútil beta inservible!

— No fui yo el idiota que confundió a un invitado con un camarero— respondí a modo de burla.

— Serás...— había levantado el puño para golpearme cuando de pronto otra mano lo detuvo.

— Yo que tú no haría eso Diego— dijo Connor llegando a mi rescate.

Ufffff, le debo una por esto.

— Esto no te incumbe Connor— en cuanto dijo eso Connor y yo arqueamos una ceja.

Connor se giró y me miró a los ojos con una sonrisa burlesca. ¡Jajajajaja! Este hombre si que sabe cómo divertirse.

— Amor— dijo con un tono pasteloso que casi hace que me mee de la risa— ¿Tu que opinas sobre lo que ha dicho Diego?— entonces miré al alfa estupefacto frente a nosotros e hice una mueca de tristeza.

— No quiero que venga a nuestra boda, me trató fatal hace unos minutos— dije abrazándome al brazo libre de Connor.

— ¿Boda?— el alfa frente a nosotros estaba blanco del susto, creo que en ninguna de sus posibilidades cabía la de que yo fuese el prometido del hijo menor de los dueños de esta innecesariamente grande mansión.

— Si— afirmó Connor con total calma— Él es Eric, mi prometido— cuando me presentó sonreí con suficiencia a aquel estúpido alfa frente a mi.

— ¿¡Te vas a casar con un beta!?— exclamó el estúpido alfa con una sonrisa burlona— Definitivamente eres la oveja negra de tu familia— solo hizo falta eso para que el ceño de Connor se frunciera y sus pupilas irradiaran odio.

— ¡Él no es ninguna oveja negra!— grité enfadado, este idiota ya no solo me estaba buscando las cosquillas a mi, sino también a Connor y eso sí que no lo iba a permitir, su problema era conmigo, no con Connor— Como alfa vale millones de veces más que tú, porque él no es un patético alfa que se escuda en lo que es para tratar de quedar por encima de los demás cuando en verdad no es capaz de distinguir a un camarero de un invitado, tsk, patético— en cuanto dije eso su rostro enrojeció de la rabia y me miró con auténtica furia— si piensas que mirándome así me vas a acobardar lo llevas claro, soy inmune hasta a tus malditas feromonas— le recordé con suficiencia— Cielo vámonos, no merecemos perder el tiempo con este vulgar alfa— Connor me sonrió dándome la mano y nos encaminamos hacia la salida.

Todo el mundo de cuerpo presente en aquel enorme salón nos miraba con total asombro.

Cuando llegamos a la puerta de la salida suspiré de alivio soltando la mano de Connor.

— Ufff, por un momento pensé que me iba a sacar los ojos— dije apoyando ambas manos en mis piernas dejando salir todo el aire que había guardado.

— Jajajajajaja, yo también lo pensé— afirmó Connor mirando de nuevo hacia adentro.

De pronto se hizo un extraño silencio que hizo que nos miraramos el uno al otro y comenzáramos a reír los dos como auténticos idiotas.

Sin duda una noche inolvidable.

MÍO [𝘖𝘔𝘌𝘎𝘈𝘝𝘌𝘙𝘚𝘌]Where stories live. Discover now