Capítulo Veintisiete: ¡Comienza un nuevo trimestre! ¿Las cosas pueden ir peor?

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—Muchas gracias, ¿sabe dónde queda el instituto “Carmelitas”? —él pareció ofendido con mi pregunta.

—Por supuesto, no por nada soy el chófer de la señora. Conozco toda la ciudad…

—Qué bien, ¡gracias!

El trayecto en la limusina fue corto y llegué antes de lo que pensé. Sandra debía estar esperándome en la entrada, como todos los días… Ya debéis de saber que ella es mi mejor amiga y, por consiguiente, no tengo a más gente en la que confiar. Todos los de mi clase son solo compañeros que me piden los deberes o me hablan muy de vez en cuando. Es por eso que siempre ando con Sandra y su simpatía. ¡No penséis que ella no tiene amigos! Ella se va con unos cuantos compañeros de la clase de al lado, es solo que en el recreo, como ellos tienen novias y novios, pues prefieren pasarla con ellos y esto hace que salga conmigo en el recreo.

Dejo de pensar en ello y me bajo de la limusina, todos se me quedaron mirando como un bicho extraño e incomprensible, cosa que no me afectaba antes pero ahora sí que lo hacía. ¿Y si tenía problemas por esto? Fui directa a la entrada y allí vi a una Sandra un poco decaída. Lo asigné a que tenía problemas con sus padres, pero en cuanto vi que me cogía la mano y tiraba de mí hasta entrar en el instituto deprisa, supe que algo andaba mal.

—¿Qué ocurre? —pregunté preocupada. Sandra me miraba angustiada.

—¡Oh! Miriam, ¡no sabes lo que hablan los demás! Vas a tener a más moscas a tu alrededor de lo que te imaginas. ¡Todos quieren salir contigo! Compañeras, chicos, friquis, guaperas… ¡y todo por tu dinero! —me abrazó y yo asimilé la información. Sonreí algo más tranquila.

—Sandra, ¡no seas tan melodramática! Creí que era una cosa peor… —suspiré tranquila.

—¡Pero…! —la silencié de inmediato.

—Ya sé lo que haré con los moscardones, los ignoraré y punto. Además, ¿se creen que voy a ser su amiga ahora, después de tantos años ignorándome? ¡Ja! Que se aguanten ahora… —Sandra me sonrió algo más calmada, aun así, todavía se notaba nerviosa.

—Está bien, pero ten cuidado, a saber lo que harán para atraer tu atención…

El timbre sonó y nos fuimos a la clase rápidamente.

*~*~*~*~*

Al final Sandra tenía razón, a cada cambio de clase, mis compañeros me rodearon y no hicieron más que preguntas estúpidas. Como por ejemplo: “¿Cómo es ser millonaria?” “¿Cuánto te has gastado últimamente?” “¿Puedo ser tu amigo?” Etc.

Yo solo respondía a las preguntas que no tenían nada que ver con dinero, y luego intentaban persuadirme para que saliera con ellos, cosa que no haría ni en broma. Solo había una chica que no me había preguntado nada, y esa era Lorraine, esa chica era la más callada y antisocial que había visto jamás, es por eso que no me digné a hablar con ella en el primer trimestre. Por lo que tenía entendido, se había mudado recientemente a la ciudad y era extranjera, de ahí que su pelo fuera más rubio que el oro y tuviera esos ojos azules intensos. Los chicos intentaron salir con ella al principio, pero cuando se dieron cuenta de que no valía la pena, se marcharon y la dejaron sola. Yo intenté acercarme a ella, pero simplemente me ignoraba… Eso sí, en cuanto a notas era la primera de nuestra promoción.

En fin, al llegar el recreo, suspiré aliviada porque por fin tendría un descanso. Ahora comprendo un poco mejor a los ricos, seguro que tendrían amigos aprovechados en cada rincón… Suerte que pronto se les pasará y me dejarán tranquila, o eso creo… En cualquier caso, divisé a Sandra en la cafetería y me acerqué a ella desesperada.

—¡Oh, Sandra! Por favor, hablemos de algo interesante… —entre los profesores que querían empezar a dar clase el primer día de este trimestre y los niños pesados, no podía con mi alma. Necesitaba a alguien para desahogarme.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora