Chapter 8

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Taylor

—Mellie, saco de papas, ¡Vamos! —Grité
mientras la empujaba hacia arriba y hacía
abajo en la cama. Ella gimió y trató de apartarme para dormir un poco más, una vez más, pero no me moví.

—¡Mellie saca tu trasero de la cama! —Gemí mientras trataba de sacarla, pero ella estaba decidida a quedarse en la cama. Fruncí el ceño y estaba casi un poco sin aliento por mis esfuerzos mientras ella estaba feliz de que me detuviera y me acurrucara en la cama.

—¡Te casas en un par de horas, loca! —Gruñí y ella me miró cansadamente desde la almohada antes de que la comprensión y de repente pareciera caer en ella mientras salía de la cama.

—¡OH DIOS MÍO! ¡Y tú me despiertas AHORA! —Ella gritó y miró el reloj. Nos quedaban unas 2 horas y media para que
comenzara la ceremonia pero aparentemente eso no fue suficiente para ella. Me empujó a un lado y corrió al baño, cerrando la puerta de golpe. Me quedé parada en la habitación de Mellie, sintiéndome cansada de ayer cuando la escuché prender la ducha.

Bill y el resto de los muchachos se habían
ido temprano para arreglarse, así que Mellie y yo teníamos la casa para nosotras solas esta mañana. Decidí que, mientras Mellie se duchaba y se arreglaba, podía bajar y tomarme uno de esos deliciosos desayunos.

Además, un maquillador y un estilista
vendrían en 10 minutos de todos modos.

...

—¡No, no puedes entrar todavía! —gritó Mellie desde el otro lado de la puerta.

Yo ya tenía puesto mi vestido, un tono rojo profundo, un vestido largo que estaba muy bonito atado a mi espalda. Lo había encontrado cuando Mellie y yo estábamos haciendo mandados y lo vi y ella dijo que nunca me perdonaría si no lo compraba y lo usaba para su boda. Me encantó el vestido, era muy bonito y me sentí muy bonita con él también. Mi largo cabello rubio moteado fue rociado con spray salino para que tuviera esas ondas de playa perfectas gracias al estilista y le puse unas
simples tiras negras.

—¿Puedo entrar ahora? —Supliqué seguramente por quinta vez.

—¡Ehh, cuenta hasta veinte y luego puedes
entrar! —Me llamó mientras me reía y
empezaba a contar.

Después de veinte segundos abrí la puerta
y me encontré con una de las imágenes más
perfectas de mi vida. Mi mejor amiga con un hermoso vestido blanco. Era un poco estrecho y apretado desde su pecho hasta su cintura hasta que fluía recto en un asunto elegante.

La blusa, que se parecía un poco a un bustier, era de encaje y tenía una cinta delgada de color rojo brillante alrededor de la cintura. Sonreí un poco ante eso. Se complementaba tanto con mi vestido
como con el estilo rockero que poseía Bill. Su maquillaje era impecable ya que su cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo lisa y resbaladiza.

—¡Mellie, te ves increíble! —Jadeé cuando ella comenzó a sonreír tímidamente. Me acerqué a ella y la abracé con fuerza.

—Tú también —murmuró en mi oído mientras la soltaba. Retrocedí un poco y la miré de nuevo.

—No puedo creerlo —susurré y me sentí llorar.

—Taylor no llores, me vas a hacer llorar —se rió entre dientes y me golpeó suavemente en el brazo haciéndome reír.

—Eres una imbécil —bromeé mientras ella se encogía de hombros.

—Supongo, pero hoy se me permite ser una
imbécil —se rió.

—Entonces, ¿Estás lista para irte? —Pregunté mientras ella asentía.

Llamé al conductor con mi celular para
que preparara el auto. Ayudé a Mellie a
sostener su vestido mientras bajábamos con cuidado las escaleras y salíamos por la
puerta principal. En el patio estaba parado
un viejo Bentley inglés, con un conductor
sosteniéndonos la puerta. Mellie y yo
sonreímos para nosotras mismas mientras la ayudaba a entrar.

Hunted by the mafia, memories and secrets in Rome / Tom Kaulitz Where stories live. Discover now