🔥Capítulo once🔥

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Una canasta.

Una bebé.

Su nombre era Ainhoa.

Y ahora estaba sentada en el suelo de mi salón jugando con un juguete que traía.

Yo me mantenía sentada en el sofá, viéndola completamente en silencio, en la otra esquina del departamento estaba Asthon, de pie, haciendo lo mismo que yo.

Hace más de veinte minutos que estamos bajo el mismo techo de una bebé de cualquier desconocido y ninguno sabía que hacer.

—Te dije que la dejaras dónde la encontraste.—murmuré sin dejar de mirarla.

—¿Cómo iba a hacerlo? ¡Nos pidieron que no lo hiciéramos!

Me alteré de golpe.

—Asthon, una completa extraña sin sentimientos nos dejó a su bebé de un año y medio en la puerta de nuestro departamento sin conocernos, nos pide que no la dejemos en la calle como ella lo ha hecho y, ¿tu piensas hacerle caso?

—Desde luego, porque nosotros no somos como ella. No lo haremos.

—Como prefieras, llévala a caso sociales, a un orfanato, yo que sé.

Sus ojos dieron con los míos, y no me gustó esa mirada.

—Ni siquiera lo pienses.

—¿Por qué insistes tanto con esto? No es de nosotros, no podemos hacernos cargo.

—Preferiré correr el riesgo de todo, pero no la dejaré en la calle.

Una hora después nos encontrábamos bajando de las escaleras del edificio, yo tenía la dichosa niña en brazos porque solo quiso que yo la cargara, mientras ella jugaba con mi cabello, distraída.

Iríamos al supermercado a por lo que sea que coman los bebés.

Yo no estaba muy contenta, sin embargo, Asthon pensó que tendría hambre y que nada de lo que estaba en casa funcionaría. Después de otra corta discusión, la niña prefirió que yo la tomara en brazos.

Al menos sabía cómo hacerlo.

Saque las llaves de mi moto y en un segundo, Asthon ya me estaba acusando.

—Ni siquiera lo intentes, no la llevarás en la moto.

Lo miré de reojo.

—¿Y cómo nos vamos nosotras entonces?

—En la camioneta.

—Ni de coña. —solte al instante, tratando de quitarle mis llaves.

La niña soltó una débil risa que por segundos me dejo absorba en ella. En sus ojos grises que nunca dejaban de mirarme, sus pequeños rizos rozando su frente.

A ver, era una niña preciosa, pero, ninguno sabía que hacer en una situación así. Es decir, nadie estaba preparado para encontrarse una bebé en la puerta de su casa.

Y que ahora estuviésemos discutiendo por algo tan sencillo como ir al supermercado me lo dejaba claro.

—No irás en la moto con Ainhoa, ni lo pienses.

Seguía mirándola y ella seguía sonriéndome.

—¿Sabes? Ahora que lo pienso creo que es hija tuya, es morena.

Asthon entorno los ojos.

—Es lo más absurdo que he escuchado en mi vida.

—¡No es una mala hipótesis! Al final, sería justo, por algo la dejaron en el apartamento.

Departamento 203Donde viven las historias. Descúbrelo ahora