XXIX

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Adam

Abrí los ojos al escuchar el despertador sonar, se me había olvidado apagarlo antes de dormirme, como pude hice que se callara. Sentí como Emma se levantó un poco confundida.

—Perdón, se me ha olvidado desactivar el despertador —dije.

Ella se mueve poniendo su cabeza sobre mi abdomen, con los pies contraídos, como estaba volteando así a mí noté que todavía tenía los ojos cerrados.

—No te preocupes —fue lo único que dijo.

—¿Cómo te encuentras? —Pregunté mientras le acariciaba el cabello, ella abrió los ojos, los tenía rojos por haber llorado por la madrugada.

—Bien, aunque con un poco de dolor de cabeza.

—¿Quieres tomar alguna pastilla? —Ella negó con la cabeza—, ¿Quiere hablar sobre lo que paso en la noche?

Emma desvió su mirada hacia el techo mientras soltaba aire.

—Después de la muerte de mis padres me da miedo quedarme sola, pienso que aquellos hombres van a entrar, sé que es una estupidez.

—Para nada —dije, se me comprimía el corazón al saber que ella sintiera aquello, Emma había sufrido demasiado—, ¿Antes has tenido un ataque de pánico?

—Sí, es por eso que voy con el psiquiatra, de hecho, le tengo que comentar sobre lo que paso, por cierto, ¿qué fue lo que me diste?

—No es nada de droga, si es algo que te preocupa —ella me volteó a ver nuevamente—. Nat también sufre algunos ataques de pánicos, así que tengo algunas pastillas, sé que está mal, pero no vi otra alternativa.

—¿Tu y Nat todavía tienen intimidad?

—No, desde que dijimos que lo íbamos a intentar le he dejado en claro que ya no podemos vernos como antes.

Emma se sentó en la cama cruzando las piernas, mientras me miraba a los ojos.

—Por cierto, no dejamos en claro si íbamos a salir con otras personas o solo íbamos hacer exclusivos —dijo ella, aquello me tomo de desprevenido, así que me senté con la espalda recargada con la cabecera de la cama y con las piernas estiradas.

—Yo cuando digo que voy a intentar con alguien algo solo me dedico a ella, no salgo con otra mujer ni tampoco tengo encuentros de ningún tipo, si te preocupa eso quédate tranquila de mi parte —dije mientras le tomaba la mano.

—También hago lo mismo —dijo con una sonrisa. Me acerqué más a ella para darle un beso, pero se apartó de mi—. No me he lavado los dientes.

—Para eso tengo una solución —dije, abrí el cajón del mueble que se encontraba a mi derecha y saque unas metas, le entregue algunas.

—Tu sí que estas preparado.

—Solo las tengo cuando me dan ganas de fumar, tengo el propósito de fumar por lo menos tres cigarros al día y las mentas me ayudan un poco.

Cuando nos terminamos las mentas me acerqué a ella besarla, nuestros labios se encontraron, lo que primero fueron tiernos, posterior fueron cada vez más subiendo la intensidad, hasta que nuestras lenguas se encontraron, ella soltó un leve gemido cuando le mordí el labio interior al momento de separarnos para tomar aire, así que sonreí.

—¿Tienes alguna hora de llegada? —Pregunté mientras jugaba con la bastilla de la camisa que tenía puesta.

—No, mientras llegue antes de la hora de la comida no hay problemas —contestó ella, tenía las mejillas rojas al igual que los labios.

—¿Quieres hacerlo?

En vez de recibir una contestación, Emma me tomo de la nuca, posterior junto nuestros labios, en un movimiento ella ya se encontraba sentada en mi pelvis con sus piernas a lado de mi cadera, bajé mis manos y apreté firmemente sus nalgas.

Ella era la que estaba tomando el control, porque en un momento a otro yo ya no tenía puesta mi camisa, pasó sus manos repetidamente mientras las miraba.

—¿Te gusta lo que estás viendo? —Pregunté con una sonrisa de lado.

—Me encanta —dijo mordiese el labio inferior.

Aquello me estaba calentando, al punto de ponerme duro, en un movimiento se quitó el pants que le había prestado para dormir junto con su braga, posterior se quitó la camisa, dejando al descubierto sus pechos.

Con todo el descaro, pude apreciar con detalle su cuerpo, sus pechos no eran grandes, pero tampoco pequeños, era perfecto para su cuerpo.

Emma agarro mi mano derecha hizo un recorrido por su cadera, posterior por abdomen y cintura, hasta llegar a su seno. Sin pensarlo lo empecé a masajear, ella arqueo la espalda y llevo su cabeza hacia atrás, así que aproveche aquella zona para besarla y morderla levemente en ocasiones.

Empezó a mover su cadera de adelante hacia atrás mientras se aferraba en mis hombros, baje mis manos hacia sus nalgas para agarrarla con firmeza y que lo siguiera haciendo, podía sentir su entre pierna frotándose en mi dureza.

Deje que lo hiciera, era notorio que lo estaba disfrutando por los gemidos que soltaba, además de que su humedad se volvía cada vez más al punto de sentirlo. Baje mis labios hasta sus pechos, mientras que una de mis manos bajo hasta su entre pierna. Pude corroborar que se encontraba mojada, pasé mis dedos hasta que supe el momento de introducirle dos, ella soltó un gemido.

Estuve sacando y metiendo mis dedos hasta que ella me detuvo al agarrarme la mano.

—Detente, si sigues así vas a hacer que me venga —dijo entre jadeos.

Alejé mis manos y la volví a poner en su cadena la vi por un momento a los ojos. Ella bajo una de sus manos hasta el resorte de mi pantalón, la introdujo por debajo de mis calzoncillos agarrando mi pene, contuve la respiración al sentir su tacto.

Ella bajo y subió su mano alrededor de mi miembro, si seguía así también era probable que me viniera. Volví abrir el cajón y a tientas encontré una bolsita de plástico.

—¿Estás lista? —Pregunté al mostrarle el condón.

—Sí —dijo ella alejando su mano no mi miembro.

Como pude me quite el pantalón y la ropa interior para estar más cómodo, posteriormente me puse el condón, era notoria que Emma quería estar arriba mientras lo hacíamos, así que cuando ya todo estaba listo, ella tomo mi miembro para ayudarse a introducirlo mientras que yo la agarraba de su cadera, poco a poco fue bajando hasta quedar sentada sobre mí.

Cuando se sintió lista empezó a subir y a bajar lentamente, poco a poco fue subiendo su velocidad, ella encajaba sus uñas en mis hombros, pero era algo que no me importaba, mientras que yo le besaba el cuello o los pechos, escuchaba como soltaba algunos gemidos hasta que los terminamos.

Nos quedamos un momento así, puse mi frente con la suya, nuestras respiraciones se encontraban entrecortadas, los dos estábamos sudando, pero era algo que no nos importaba en ese momento, le di un beso en la frente antes de que ella se dejara caer a un lado de mi sobre el colcho.

Al quitarme el preservativo me acosté a su lado y pues su cabeza sobre su pecho todavía podía sentir su respiración agitada.

—¿Estas bien? —Pregunté mientras le acariciaba su cabello.

—Sí, solo un poco cansada —dijo, por su voz era notable que estaba cerca de caer en los brazos de Morfeo.

Así que solo me dedique a acariciarle su cabello hasta que se quedó dormida. 

TRES MESESWhere stories live. Discover now