XIX

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Emma

Abrí los ojos al escuchar como la puerta se abrió de un golpe.

—Emma, ¿estas des...?, ¡santo cielos! —Gritó Rick antes de cerrar la puerta de un azotón—. Te esperare en la sala.

Había olvidado que Adam se había quedado a dormir, volteé a verlo, él ya se encontraba sentado en la orilla de la cama mientras estiraba sus brazos.

—Lo siento —me disculpé, me enderecé hasta quedar sentada.

—¿De qué disculpas? —Preguntó él voltearme a ver con el ceño fruncido.

—Que te hice quedarte.

—Pensé en irme cuando te quedaras dormida para evitarte problemas, pero también me quedé dormido. Ahora tu primo va a creer algo que no sucedió.

—Hablare con él.

—Me tengo que ir —dijo al ponerse de pie, hice lo mismo.

—Te acompaño.

Me puse las pantuflas, Adam caminó hasta la silla en donde había dejado su chaqueta, abrí la puerta y caminamos en silencio hasta llegar a la sala de estar, Rick se encontraba en la cocina.

—¿Quieren algo de café? —Preguntó mi primo al vernos.

—Yo solo quiero un té —dije, volteé a ver a Adam, quien se encontraba con el ceño fruncido y viendo la pantalla de su celular.

—Mierda —pronunció Adam en voz baja.

—¿Pasó algo? —Pregunté, frunciendo el entrecejo.

—No, solo son un montón de mensajes.

—Creo que si le hubieras mandado un mensaje a Nick que estabas bien no te estaría escribiendo —dijo Rick desde la cocina.

—Lo sé, solo que se me olvido.

—Me dijo que esperaría hasta el mediodía, si no sabía nada de ti empezaría a buscar en hospitales, pero como andaban muy ocupados ni pudiste mandar un siempre mensaje.

Voltee a ver a mi primo con los ojos abiertos.

—No paso nada —dije rápidamente, Rick alzo una ceja, dándome a entender que no me creía.

—Solo dormimos, ni siquiera nos tomamos de la mano —comentó Adam.

—Bueno, les diré que les creo eso —dijo mi primo al sentarse en el sillón y dejando dos tasas en la mesa—. Por cierto, Adam, te doy lo que resta del dinero la próxima semana.

—Bien, pero si no dices nada de lo que viste hoy ya no me pagas nada—dijo Adam al acercarse a la puerta de entrada, se agacho para tomar su casco.

—Trato hecho —dijo Rick con una sonrisa.

—Ya me tengo que ir.

Lo seguí y fui yo quien le abrió la puerta, él salió y yo detrás, caminamos juntos hasta llegar en donde se encontraba estacionada su moto.

—Gracias por venir —dije con sinceridad.

—No me tienes que agradecer, eso hacen los amigos —dijo con una sonrisa, yo también hice lo mismo—. Si necesitan algo me pueden llamar con toda confianza.

—Bien, gracias de todos modos —dije al darle un abrazo.

Adam me rodeo con sus brazos y me dio un beso en la cabeza, pude notar el aroma de su perfume combinado con un poco de cigarro, era probable que había fumado antes de ir conmigo. Nos quedamos en silencio por un momento, solo podía escuchar como algunos autos pasaban, era muy relajante estar con él. Me aleje de Adam con una sonrisa.

TRES MESESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora