XXIV

115 8 7
                                    

Adam

Después de una media hora llegamos a un pequeño lago, estaba rodeado de un gran acantilado, además, de diferentes árboles como de plantas.

—¿Qué es este lugar? —Preguntó Emma con una gran sonrisa en el rostro, pude notar como se iluminaban sus ojos.

—Es un lugar que me gusta venir de vez en cuando —dije con una sonrisa, le extendí la mano, ella entrelazo la suya con la mía—, vamos a acércanos.

Caminamos hasta llegar a la orilla del lago, como había pensado en llevarla, antes de recogerla de la universidad había llevado algunas cosas, así que saque entre las ramas una sábana y una mochila llena de comida.

—Si que tenías todo planeado —dijo Emma con una pequeña risa.

—Algo así —contesté con una sonrisa—, solo se me ocurrió, tampoco pensé si en realidad estarías de acuerdo en venir.

—¿Es enserio? —Pregunto Emma frunciendo el ceño—. Claro que hubiera aceptado venir contigo, además, esté es un lugar muy bonito.

—Me alegra que no te desagrado la idea, me hubiera sentido mal.

Nos sentamos sobre la sabana, saque algunos recipientes con comida, había preparado pasta verde, arroz con leche y fruta picada.

—Sé que no es de lo más increíble, pero espero que te guste —dije.

—La intención es lo que cuenta —comentó ella con una sonrisa—, me hubieras dicho para hacer algo más.

—Así está bien, no quiero que me opaques con lo que puedes hacer, sé que no es digno de un restaurante de cinco estrellas, pero por lo menos es comible.

—Bueno eso lo veremos.

Con ayuda de un tenedor tomó un poco y se lo llevo a la boca, lo mastico, esperaba que por lo menos el sabor no fuera malo y que lo escupiera.

—Está muy bueno —dijo ella después de tragar la pasta.

—Bien, al menos sé que no vamos a morir intoxicados.

Emma soltó una pequeña risa, comimos por un momento en silencio, se notaba que ella estaba preocupada por algo, o que quería hablar de algo en específico, por como picaba la pasta o los vegetales, o simplemente no le había guastado la comida.

—¿Sucede algo? —Pregunté, ella alzó la mirada.

—No, ¿Por qué? —Contestó frunciendo el ceño.

—¿O no te a gustado la comida?, no hay problema si es eso.

—No es eso, está muy rica solo que... —tomo aire y después la saco en un suspiro—. Se me vino a la mente algo sin importancia.

—No creo que sea algo sin tanta importancia como para que te tenga de esa manera.

Emma se mantuvo un momento en silencio, bajo la mirada, se mostraba un poco avergonzada, empezaba a sospechar lo que la tenía así.

—¿Es lo que ha pasado entre nosotros cuando fuimos a ver la lluvia de estrellas? —Pregunté, sus mejillas se tiñeron de rojo, ella asintió con la cabeza. Tenía miedo de decirle una pregunta, pero necesitaba hacerla—. ¿Te arrepientes de lo que paso?

—No —contesto alzando la mirada, al escuchar eso me tranquilizo—, solo que he estado pensando acerca de lo que va a suceder entre nosotros.

—¿Te refieres si vamos a tener una relación?

—No, bueno algo parecido —ella volvió suspirar, era como si ese tema se le complicaba hablar—, sé que por una simple cogida no sígnica que seamos novios o que lo tenemos que ser, pero tampoco es como si todo va a ser igual como antes, ¿Qué vamos a ser a partir de hoy?

TRES MESESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora