Lo que no pude ser

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No había día en el que no pensara en ese "¿Qué hubiera pasado sí?"

Él había asumido su rol como el Alfa y Rey de los Dragones, aquel que ve a los suyos y los protege. Un Furia Nocturna que era nombrado como el Bastardo del Rayo y la Muerte misma, quien se enfrentó a muchos enemigos y peleó en incontables batallas.

Pero, a pesar de lo que decían, él todavía tenía un corazón.

Y ahora mismo dolía al pensar en las dos personas que dejó atrás.

La primera obviamente era su amada prometida, mejor amiga, hermana, y pareja... Hicca. La chica que conoció desde que eran pequeñas crías y habían crecido juntos por varios años, compartiendo casi las mismas experiencias, creando los mismos recuerdos, y sentimientos juntos.

Parece ser que el destino realmente los odiaba, porque a pesar de todas las promesas hechas, los dos terminaron separados el uno del otro.

Y la segunda persona... No puede explicarlo con palabras, pero a pesar de que todavía no había nacido, sentía una extraña opresión en el pecho al pensar en lo que pudo haber sido la vida a lado de su bebé.

Sintió una especie de amargura al pensar que de haberse quedado junto a Hicca, ambos pudieron dejar la silla de montar colgada como decía Bocón y finalmente unir su amor en matrimonio después de tantos años. Tal vez incluso pasar los meses de embarazo de su esposa a su lado, soportando sus repentinos y adorables cambios de humor o cargarla y mimarla. Incluso poder pegar su oído a su vientre sintiendo con emoción las patadas de su bebé y hablarle sobre cómo ya quería tenerlo en brazos.

¿Y el momento del nacimiento? Estaba bastante seguro que Hicca le hubiera destrozado la mano y le estaría maldiciendo a los cuatro vientos por haberla embarazado y hacerla pasar por ese tipo de dolor. Tal vez Astrid y Valka hubieran tomado su lado y ahora mismo su piel estaría pegada a la pared cual trofeo.

Pero todo eso habrá valido la pena, ya que tendría a su bebé en brazos y sabía que lloraría al ver lo que sería la mezcla entre él e Hicca.

Se imaginó un par de meses después, teniendo que despertarse por los llantos de su bebé a plena madrugada o ayudando a Hicca a alimentarlo. Él suponía que Hicca estaría más tiempo ocupada por sus deberes de jefa y le tocaba quedarse con el bebé todo el tiempo.

¿Y qué tal las primeras veces? El orgullo que debería sentir como padre al ver a su primogénito caminar por primera vez sin ayuda, diciendo sus primeras palabras, enseñándole la lengua de los dragones, poder cargarlo en su espalda mientras volaban como el cielo en familia, contando historias vergonzosas de su madre de cuando eran jóvenes, ver cómo llegaba a parecerse más a su madre si era una mujer o más como él si resultaba ser un niño. Soltó una risa al imaginarlo haciendo travesuras y él teniendo que regañarlo frente a Hicca, pero al momento de que se quedaran solos reiría con ellos de forma cómplice...

Suspiró por lo que sentía era la millonésima vez. Se asomó ligeramente de su trono encontrando a varias familias viviendo en armonía, claramente protegidos y disfrutando de la calidez del ambiente.

Cuando volteó a su lado derecho se encontró con Annabeth y Aren cuidando de sus pequeñas crías pescando en un pequeño estanque haciendo que ese sentimiento vuelva a resurgir en su pecho.

Tristeza y remordimiento.

"Si mal no recuerdo, él o ella debe de tener seis años ahora." Pensó de forma melancólica antes de volver a sentarse recto en su trono.

Así había pasado todos los días desde que se fue, cuando los dragones decidieron ocultarse hasta que los humanos acepten su existencia. Teniendo el recuerdo de su amada en su corazón y con la ilusión de tener un bebé junto a ella siendo una familia feliz.

Desde que sus días se llenaron con el "¿qué hubiera pasado sí?"

Cuentos de BerkWhere stories live. Discover now