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N/A: a ver, lloren jacegon shipers 



Tiempo Pasado
Cinco días después del arresto de Baela Targaryen-Velaryon

Por supuesto que el plan de Aegon había fallado. Eso era un evento canónico.

Aunque Jacaerys tenía que darle crédito, el plan había funcionado durante seis gloriosos días. Pero como todo evento canónico, inevitablemente el plan de Aegon había fallado.

De todas formas, Jace tuvo que haberlo previsto, debió haberlo sabido, pues de por sí el viaje había iniciado de forma escandalosa cuando el platinado se apareció en el aeropuerto con un moretón; liláceo con algunas manchas verdes alrededor, que surcaba desde su pómulo hasta el comienzo de su barbilla derecha.

Jacaerys necesitó de toda su fuerza de voluntad para no mandar a Aegon a su casa nuevamente (no mandarlo al carajo, en general) y excusarse con los Stark por ambos, alegando a cualquier falencia que no existía para salvaguardar su honor.

Y es que no podían presentarse así ante los norteños. No tenía ni pies ni cabeza ir a una reunión de negocios (estando pasando por una situación familiar y empresarial tan complicada, al borde de un precipicio por el que caerían cuando la prensa se enterase) con una marca tan violenta y horrible en el rostro.

Simplemente por el jodidamente simple hecho de que no era lo correcto, lo esperado para unas personas de su edad y posición.

Así que meditó sus opciones, y como era de esperarse, lo solucionó.

Porque eso es lo que siempre hace; solucionar el caos que las demás personas desatan a su alrededor.

Ya sea abogar por Luke con su madre cuando ella está enfadada con él, hablar en nombre de su padre (el que todos sus hermanos parecían haber olvidado) cuando Joffrey despotricaba en su contra, razonar con Daemon cuando está en modo su modo imparablemente sanguinario, o llamar a una maquillista de su confianza para cubrir un horrible moretón en el rostro de Aegon en el baño del aeropuerto internacional.

Al aterrizar en el nuevo país, Aegon ni siquiera parecía tan indecente, todo gracias a Dyana y sus manos mágicas, que hasta disfrazaron sus ojeras, haciéndolo ver presentable y hasta atractivo para la ocasión.

El sedán negro que habían alquilado para su movilidad conjunta los había guiado de Moat Cailin (Foso Cailin o El Cuello en jerga popular) hasta Winterfell en cuestión de minutos, minutos en los que Aegon y él estaban distanciados notablemente, y sus guardaespaldas los seguían en motocicletas que iban a la par detrás del vehículo.

Cuando llegaron a Winterfell era bien entrada la noche, habiendo volado todo el día, Jacaerys sentía como sus piernas entumecidas se fundían en sus pantalones negros de vestir y en esos zapatos formales tan incomodos por igual.

—Señor Strong, ¿los llevo al hotel o a la residencia Stark? — preguntó el chofer, un hombre de la confianza del abuelo Viserys

—¿Que haríamos en la residencia Stark, Mormont? — inquirió Aegon —Y también existo, gracias por preguntar.

Mormont se vió contrariado —Lo siento, Señor Targaryen. — se disculpó inmediatamente —Es solo la costumbre... He hecho varios viajes con el Señor Strong y siempre consulto con él la próxima parada cuando no he recibido indicaciones previas... — aguardó unos segundos —Respondiendo a su pregunta, señor, Cregan Stark llamó hace unas horas, preguntando por su agenda.

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