2.

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Daemon no estaba enojado. Nunca lo estuvo. No tenía razones para estar enojado. Pero...

—¡Aemond, cariño! Pasa, pasa...

Pero cada vez que veía a Aemond Targaryen entrar a su casa para besar a su hijo en frente de su cara para molestarlo a él, podía jurar que estaba solo un poco molesto, no mucho.

—¡Wow, papá! — gritó Joffrey impresionado —¡Rompiste el vaso con una sola mano!

Entonces el dolor llegó a su mano y la sangre salpicó el mesón de la cocina. Demonios, era un vaso de vidrio.

Rhaenyra, desde la sala, le dirigió una mirada firme. Desearía poder reanudar la discusión sobre porque un sucio Hightower tenía que venir a su casa a ver su hijo, pero no desearía que Rhaenyra le repitiera las palabras tajantes de la primera vez.

—¿Acaso prefieres que Luke vaya a su casa? Puedes darle el permiso, Daemon.

Por todos los dioses antiguos, nuevos y que jamás fueron creados. No. Su hijo no pisaría la casa de Alicent solo para ir a ver a su noviecito, no lo permitiría.

Así que Daemon hizo lo que todo padre haría con su hijo de 18 años.

—¡Luke, quiero la puerta abierta! — gritó mientras los jóvenes subían la escalera

Luke soltó una risa nerviosa —Está bien, Daemon...

Joffrey se sentó en la encimera, miraba atentamente como Daemon intentaba limpiarse las heridas provocadas por el vaso que había roto cuando escuchó la voz de su propia esposa abriéndole la puerta al enemigo. Él tan solo quería beber agua en paz.

—Papá, ¿Por qué quieres que tengan la puerta abierta? — preguntó el niño, con una sonrisa ladina, como sabiendo exactamente que preguntaba

Joffrey tenía 14 años ahora, pero cuando Daemon se había ido, cinco años atrás era apenas un dulce niño de nueve años; enérgico a veces, mayormente calmado, y que le gustaba conversar, a Daemon le parecía que no había cambiado mucho, más bien, parecía que todos habían cambiado menos él.

Aunque no podría compararse jamás con Lucerys y Jacaerys a esa edad; Lucerys era bastante llorón, sensible y muy callado y Jacaerys era un maldito terremoto andante, nunca se quedaba quieto, y nunca se callaba.

Bueno, las hormonas actúan diferente en cada quien.

—Eh... — el rubio buscaba las palabras correctas —Para verificar que estén bien, Joff.

Joffrey lo miró como quien le pidiese a su madre vender naranjas —Así que es por eso... mi mamá nunca les pide que dejen la puerta abierta.

Daemon lo miró con los ojos entrecerrados, no le gustaba ese "tonito" adolescente —Tu mamá a veces es muy permisiva, pero yo no lo soy. — dijo con aires de superioridad, apretándole la mejilla con la mano sana, Joffrey lo miró divertido —Ahora, pídele a tu mamá que me pase el botiquín, ¿quieres?

Joffrey sonrió ladinamente, ¿ese gesto no era similar al que él solía hacer frente a su padre y hermano, cuando le contaban las incoherencias de la empresa, esperando que le interesen? Dioses, ese niño tenía un parecido escalofriante con él mismo.

Todavía no descubre si le agrada o le asusta.

—¡Mamá, papá quiere que le hagas "Sana-Sana"! — gritó

Daemon soltó una sonrisa que denotaba curiosidad, sonrisa que se borró cuando apareció Rhaenyra, quien con unas palabras susurradas sacó a Joffrey de la cocina.

Fucking HightowerWhere stories live. Discover now