29.

7.5K 567 6
                                    

Román




Avanzo con paso decidido, a través del olor a humor y alcohol, y de los imbéciles que caminan por el lugar , tambaleándose, completamente perdidos.
Paseo mi mirada a través del lugar, hasta que finalmente doy con Diego.

Al llegar a él, me siento en la banqueta a su lado y observo el lugar, que me señala con un movimiento de cabeza.
Allí, encorvado y ahuecando sus manos sobre un vaso con líquido color ámbar, se encuentra el hombre al que deseo despedazar con mis propias manos.

Ahora que puedo ver mejor su aspecto fornido y su apariencia un poco sucia, no puedo dejar de suponer que está metido en problemas. Y no solo conmigo.

—¿Cómo sigue tu compañera? — escuché preguntar a Diego , pero no volteé a verlo.

—Mejor, mañana podrá irse a casa.

—¿La suya o la tuya? —Entrecerré mis ojos hacia él.

—La mía. —Respondí, provocando que soltara una carcajada.

—Sabia que aprovecharías esto para instalarla contigo.

No solo era por esa razón, quería estar con ella y odiaba los momentos en los que no podía verla.
Además de esta manera podría estar seguro de que se encontraría a salvo, cuidada y que no le faltaría absolutamente nada.

—Ella lo acepto.

Ambos nos quedamos en silencio al ver al padre de Charlotte ponerse de pie. Él no se veía aún alcoholizado, solo molesto, seguramente el dinero se le había acabado.
Me puse de pie y comencé a seguirlo, hasta que estuvimos fuera del jodido bar.

—¿Señor Ferris? — pregunto, deteniendo su avance.

El hombre me observa con los ojos entrecerrados, antes de bufar, restándome importancia. 

—¿Qué quieres? ¿Acaso te conozco? —el idiota no imagina el peligro que corre en este momento.

—No, pero conozco a Charlotte.

El bastardo tiene el cinismo de curvar sus labios, sonriendo con malicia, mientras deja ver una hilera, torcida, de dientes amarillos.

—¿Así que conoces a esa malagradecida? Te advierto que si te debe dinero y esperas que yo te lo pague, no sucederá.

—Ella no me debe nada.

—Bien por ti. A diferencia de ti, a mí me debe demasiado y la haré pagar por todo.

Dentro de mí, mi lobo está como loco, queriendo salir y hacerse cargo de este imbécil. El deseo de desgarrar cada parte de él es enorme.

—No creo que eso suceda. — gruño hacía él y por primera vez lo veo estremecerse. — ¿Qué te hace pensar que te permitiré volver a acercarte a ella?

—¿ Quién mierda te crees que eres para permitirme o no hacer algo?

—Soy quien va a protegerla de mierdas como tú.

—¿Así que eres el idiota que se tira a mi hija? Debí imaginar que esa cualquiera enviaría a alguien a golpearme. —Podía ver el enojo brotando de él. —Debí haberla matado, pero no volveré a cometer ese error.

Eso era todo. Con esas simples palabras lo perdí.
Todo el autocontrol que me quedaba desapareció y en su lugar avancé, sintiendo como mi ropa comenzaba a romperse, mis huesos y músculos, comienzan a contorsionarse, mis garras y dientes comienzan a brotar y termino parado frente a él, convertido en lobo.

Comenzó a resfregar sus ojos, tratando de descubrir si en realidad me encontraba parado frente a él, o si era una alucinación, producto del alcohol que había ingerido.
Avancé, rodeándolo, sintiendo como el terror comenzaba a apoderarse de él. Lo podía oler y estaba disfrutando provocarle está sensación, la cual estaba seguro que él había provocado muchas veces en mi compañera.

—¿Qué mierda? — preguntó, antes de que saltará sobre él.

Sus intentos de protegerse, no servían, ya que mis garras estaban rasgando parte de su cuerpo y mis dientes desgarraban otra buena cantidad.
El sabor de su sangre en mi boca, era asqueroso, tanto o más que él, pero aún así no me detenía.

Sus gritos desesperados, eran lo único que rompían el silencio a nuestro alrededor, pero nadie venía en su ayuda.
Él estaba recibiendo lo mismo que había dado .

Cuando arranque con mis dientes una buena parte de su garganta, escupí la carne a un lado y me aleje del cuerpo inmóvil.

—Ahora que te encargaste del problema, espero que estés más tranquilo. — Diego se acercó a mí, con la mirada en el cuerpo frente a nosotros. — Tu compañera y su familia están a salvo, ya nadie las amenaza.

Asentí y caminé hasta mi auto, transformándome y poniéndome la ropa de emergencia que traía allí.
Siempre la tenía conmigo y nunca había sido más oportuna que ahora.

—Charlotte me pidió que me hiciera cargo de él, pero no creo que se sienta bien al saber lo que hice. Encárgate de que no parezca algo hecho por un lobo.

—Sé que hacer.

—Gracias por avisarme Diego, no podía estar tranquilo sabiendo que estaba caminando como si nada en las calles, amenazando a Charlotte.

—Ella es tu compañera y eso la convierte en una de nosotros, no vamos a dejar que nadie la toque.

Eso era cierto, en algún momento en el futuro, ella se convertiría en la luna de la manada y sería una prioridad para todos, el mantenerla segura.

—Iré a casa y tomaré un baño, antes de regresar al hospital, cualquier problema que pueda suceder, me avisas.

—Esto será sencillo, voy a llamar a algunos de los nuestros y en dos horas estará hecho.

—De cualquier manera avísame.

No esperé respuesta y caminé nuevamente hasta el auto, subiéndome en el e iniciando el viaje hasta mi casa.
La sensación de tranquilidad era la que más sentía, pero también estaba un poco preocupado por la reacción que tendría Charlotte.

Para mal o bien, era su padre quien acababa de morir. Ella le temía y me había pedido que lo matara, pero dudaba que esta noticia le hiciera bien.
Esperaba que Diego se encargará de todo, aunque sabía que era jodidamente bueno en su trabajo. No dejaría lugar a la duda, se encargaría de que esto pareciera un accidente.

Dando un último suspiro, di vuelta en la calle que me alejaba de “oasis” y del hombre que más odiaba en el mundo.






Protegiendo a Charly Where stories live. Discover now