4.

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Román.



Ella estaba aquí.
La sentí apenas puse un pie dentro del edificio. En un instante estaba ingresando sintiéndome aburrido, pensando en que nuevamente discutiría con mi padre. Siempre era lo mismo con él, tratando de hacer que me interese más por el negocio, sin entender que solo quería ocuparme de los asuntos de la manada. Pero todo eso se esfumó de mi cabeza cuando solo percibí un ligero aroma a algodón de azúcar y todo dentro de mí se movilizó. 

Completamente ansioso comencé a pasear mis ojos por el lugar, sintiendo como mi lobo rasgaba mi interior deseoso de buscar él mismo a su compañera.
Controlarlo fue difícil, pero no era un cachorro y había aprendido a dominar sus instintos. Con los años había desarrollado una paciencia envidiable y ahora estaba agradeciendo eso.

Cuando finalmente di con ella, la encontré observando todo su alrededor. ¿Acaso está buscándome también? Descarte esa idea cuando su ceño se frunció mientras observaba a las mujeres que por allí caminaban.
No. Ella no tenía ni una jodida idea. La observé unos minutos y pude comprobar que la esencia cambiaforma no estaba en ella.

Mi compañera es una humana.

Necesitando estar más cerca, aspirar mejor su aroma y observarla mejor, el animal dentro de mí comenzó a caminar, peligrosamente cauteloso, hacía ella.
Ella es mi presa, tengo la necesidad de perseguirla, cazarla y hacerla mía. Pero si lo hiciera solo la asustaría, ella no me entendería. No aún.

Una vez junto a ella, mis ojos no podían dejar de mirarla, mis fosas nasales crecían al aspirar su adictivo olor, mis dientes dolían de ganas de enterrarse en su piel. A decir verdad, no solo mis dientes dolían de ganas de enterrarse en su piel.
Sintiendo la mirada de la señora Costa, me las arregle para recordarle que me estaban esperando, pero nunca aleje mis ojos de mi compañera, quien parecía encontrar todo más interesante que yo.

Cuando la recepcionista me informó que mi padre me esperaba en su oficina, me costó alejarme de la pequeña dulzura a mi lado, pero fue una victoria cuando al voltear en el ascensor la encontré observándome.
“Atrévete a bajar la mirada, compañera”. Pensé, consciente de que si hacía eso, saldría de aquí y la cargaría en mi hombro. Pero en su lugar, su mirada se mantuvo y antes de que las puertas se cerrarán, no pude evitar guiñarle un ojo. No había ningún coqueteo en ese gesto, solo una promesa, la iba a cazar.

Cuando el ascensor se detuvo, aún no me había recuperado del golpe sorpresivo que el destino me había dado, deseaba tanto presionar el botón nuevamente y bajar hasta la recepción, pero mi padre ya me había visto.
Avance hacía su oficina, aún sintiendo a mi lobo desesperado en mi interior. Él no quería estar aquí.

—¿Qué te sucede? —Encontré a mi padre observándome y solo entonces me di cuenta de que estaba caminando de un lado a otro.

—Ella está aquí. —Gruñí, molesto conmigo mismo.

¿Acaso soy un idiota? Ni siquiera le pregunté su nombre.

—¿Ella? ¿Quién es ella?

—Mi compañera. — anuncié y el rostro de mi padre se iluminó.

Sabia que estaba feliz por mí y demonios, yo estaba demasiado extasiado, pero eso no me quitaba la sensación de desesperación, de necesidad, de hambre.

—¿Dónde está ella? ¿Cuál es su nombre?

Mete el dedo en la llaga, papá.

—No se lo pregunté, estaba demasiado ocupado  tratando de evitar que mi lobo tomará el control y saltará sobre ella, creándole un enorme trauma. — suspiré y me pasé una mano, con fuerza por mi rostro. —Ella es humana.

Protegiendo a Charly Место, где живут истории. Откройте их для себя