28.

7.9K 590 27
                                    

Román




—Tu madre no confía en mí.

Fue difícil conseguir quedarme a solas con Charlotte. Su madre se negaba a ir a la casa, ir a comer o a cualquier otro lugar. Ella solo se quedaba sentada en el extremo opuesto, con la mirada fija en mí.
No fue sino hasta que Maite le pidió que la acompañará a comer algo, que termino por ceder.

—Ella solo está preocupada.

—Lo sé. También sé que sus preocupaciones se irán con el tiempo, ya que como te he dicho antes, si me aceptas, será para siempre.

—Sigo creyendo que eso es un poco extremo.

Era evidente que ella no me creería, que debería demostrarlo cada día, hasta que finalmente comprobará la verdad.

—Para mí es algo normal. Llevo años esperándote, preguntándome muchas cosas. ¿Serías una loba o una humana? ¿ Me aceptarías o me rechazarías? ¿Qué te gustaría y que te disgustaría?. —Esas preguntas y más me habían rondado incontables veces. — Y ahora a pesar de haberte encontrado, aún siento temor de que lo que soy te abrume y termines rechazándome.

—No te rechazaría jamás por ser diferente. Tú no me rechazas a pesar de estar rota y tener muchos problemas detrás.

—Tú no estás rota, Charlotte, solo tu pierna. —Traté de bromear, pero ella se mantuvo sería.

—Hablo enserio Román. —ella suspiró, antes de negar.

—No me importan los problemas, ya los resolveré.

Al ver qué no decía nada, acaricié su mano y cuando su rostro volteó a mirarme, me acerqué y uní nuestros labios.
Habían pasado días desde que la bese, ya no resistía y aunque traté de darle tiempo, de darle el lugar para que ella me buscará, terminé rindiéndome al deseo que me provoca.

El sonido de mi teléfono sonando, una y otra vez, me obligó a alejarme de ella, con un gemido de molestia.
¿Quién demonio podía ser tan inoportuno?

Al sacar el aparato de mi bolsillo, observé brillar en la pantalla el nombre de mi mejor amigo, el cual pronto recibiría una patada en el trasero.

—¿Qué pasó? —gruñí, al aceptar su llamada.

—¿Interrumpí algo? — el maldito se estaba burlando. — Tengo noticias, encontré algo en las cámaras.

—¿Qué encontraste?

—Tengo la imagen del hombre que se llevó a tu compañera.

—Envíamela y a todos en la manada, recompensare al primero que lo atrapé.

Sentía la aguda mirada de Charlotte sobre mí. Ella quería saber que estaba sucediendo, pero debería esperar hasta que terminara la conversación.

—¿Vivo o muerto?

—Vivo. Ese maldito es mío.

—Hecho. — dijo y dio por terminada la llamada.

Solo tardo segundos en volver a sonar mi teléfono, solo que está vez era un mensaje el que recibía.
Lo abrí y me encontré observando el rostro del bastardo que atormentaba a mi compañera y a su familia.

—¿Qué sucede Román? — Miré a Charlotte y caminé hacia ella, mostrándole mi teléfono.

—¿Él es tu padre?

—Si. —Asintió, antes de girar su rostro hacía otro lado. —¿Lo encontraron?

—Lo haremos pronto. He puesto a mis hombres a buscarlo.

Ella no dijo nada, solo asentía con la mirada pérdida.
Sabia que a pesar de quererlo muerto, ese hombre es su padre.

—Entiendo si has cambiado de opinión y prefieres que solo le de un susto.

Claro que no solo haría eso, él la había tocado y firmado su sentencia de muerte.

—No se que quiero. Por un lado es mi papá, debería sentirme mal, culpable  y una completa mierda, por haberte pedido que lo mates. Pero por otro lado, sé que esa es la única solución para nosotras.

—No pienses en ello.

—Si lo haces, no voy a odiarte, porque sé que lo haces por nosotras.

Me senté en el borde de su cama y la acerqué un poco a mí, hasta que mi pecho se convirtió en su colchón.

—No quiero que pienses en eso, ni que te preocupes por tu padre, solo debes descansar y recuperarte.

—Es que no pienso en mí, pienso en mi madre. A pesar de ser agresivo, alcohólico e insensible, fue su esposo.

Preferí mantener el silencio, no decir nada de lo que estaba pensando. Su madre ya se mostraba reacia a que esté cerca de su hija y no quería imaginar lo que sucedería si alguna vez se enterará de lo que planeo hacerle a su ex marido.
Continué acariciando su cabello, tratando de calmar sus inseguridades, hasta que note el cambio en su respiración. Finalmente ella se había quedado dormida.

Volví a sacar mi teléfono, observando la fotografía otra vez. El hombre no se parecía en nada a mi compañera, pero si se parecía a Maite.
Se veía como un hombre perturbado y hubiera sentido pena por él, de no haber lastimado a Charlotte.

Su madre y su hermana ingresaron a la habitación, al mismo tiempo que un mensaje llegaba a mi teléfono.
Cuando lo abrí, encontré una dirección enviada por Diego y comencé a separarme de mi compañera.

—¿Volvió a quedarse dormida? —asentí, hacia su hermana.

—Si. Voy a aprovechar que ustedes volvieron para ir a darme una ducha y cambiarme la ropa. —mentí. —Pero volveré enseguida para que puedan ir a descansar.

—No nos iremos. —observe a la señora Costa y asentí, porque no iba a contradecirla, no tenía tiempo para ello.

—Igual volveré, no estaré tranquilo de lo contrario.

—Tranquilo, estaremos aquí. —su hermana me sonrió y tras un breve saludo, salí por la puerta de la habitación.

Caminé por los pasillos, hasta que llegue a la salida, volví a sacar el teléfono y marqué el número de mi mejor amigo.
Esté tardo un poco en responder, dándome tiempo de llegar hasta mi auto.

—Estoy mirando al tipo. —Anunció y su voz se perdía entre la música que sonaba de fondo.

—¿Así que está en ese maldito bar?

—Lo reconocieron luego de cinco minutos de enviar la imagen.

No podía creer que en lugar de preocuparse por saber cómo seguía su hija, había preferido ir y emborracharse.
Maldito bastardo, si Charlotte ahora estaba ingresada en urgencias era por su culpa.

—Llegaré en diez minutos, no lo pierdan de vista.

Guarde el teléfono y acelere el auto, marcando mi destino en el bar “Oasis” .
Estaba ansioso por llegar, por poner mis manos en él y hacerlo arrepentirse de todo.

Mi compañera me había pedido que acabara con él y lo haría.







Protegiendo a Charly Место, где живут истории. Откройте их для себя