Capítulo 9

8.6K 555 32
                                    

CORONEL BESTIA

Vicenta

Por la ventana observo como Esteban y Montserrat suben a un convoy para ir a no sé dónde, provocando que mi pecho se apretuje porque él jamás me ha tratado con delicadeza como a ella.

Estoy segura que nunca le ha alzado la voz o golpeado como a mí y la envidio. ¿Qué diablos tiene esa mujer que no tenga yo? ¿Por qué a ella la trata con amor y a mí con odio? No lo entiendo, pero, si debo ser sincera, me duele.

Ya no lo amo, de eso he sido consciente desde hace muchos años, pero eso no borra el hecho de haber deseado tener un poco de su cariño o buenos tratos sin dobles intenciones. No borra el hecho de haber querido que este matrimonio funcionara porque desde que lo vi quedé flechada por él. Sin embargo, y para mí desgracia, desde el momento uno me faltó al respeto, me hirió, me manipuló y, pese a eso, me quedé a su lado porque tontamente me enamoré.

Suelto un suspiro y aprieto la mandíbula. Si no fuese por sus amenazas ya me habría alejado de él y su familia porque hoy en día lo único que siento por él es un titánico odio que me está pudriendo.

Me alejo de la ventana y voy a la cama para recostarme un rato ya que estar viendo cosas desagradables no me beneficiarán en nada. Pese a eso, me pregunto qué habría sido de nosotros dos si él no fuese un monstruo. ¿Estaríamos locamente enamorados? ¿Seríamos felices? ¿Tendríamos nuestra propia familia? Lamentablemente todo eso es algo que no pasará ni volviéndonos a conocer porque yo nunca me habría casado con él si Santiago no me hubiese abandonado.

La nariz me pica alertándome del llanto que se avecina porque pensar en ese chico que lo dio todo por mí sin realmente compartir sangre conmigo duele demasiado.

—¡Serendipia! —grito mientras corro en círculos alrededor de mi persona favorita.

Estamos en la playa, él en un simple short color verde y yo en un bonito bikini discreto color rosa pastel.

Sigo corriendo y corriendo hasta que lo mareo por lo que me detiene con ambas manos en mis hombros. Me observa con el ceño fruncido y no puedo evitar ruborizarme porque es demasiado bello. Cada día que pasa lo miro más hermoso y eso me enoja porque a las niñas de nuestra edad les gustan los chicos como él.

Yo no quiero que Santi salga con ninguna niña porque entonces me quedaré sin nadie con quien jugar. Él es mío, siempre debe estar a mi lado.

—¿Qué dijiste? —pregunta con voz dulzona y divertida. Me dejo caer en la arena para hacer un ángel con el movimiento de mis brazos y piernas, pronto Santi toma asiento a mi lado.

—Serendipia.

—¿Eso qué significa, Vic?

—Es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa distinta.

La boca de mi chico favorito se abre en asombro lo cual me hace sonreír con suficiencia. Ya sabía yo que lograría impresionarlo.

—Nunca había escuchado semejante palabra. ¿Quién te la enseñó?

—¡Jesús! —digo gustosa—. Ayer que fui a comprar fritos mientras te bañabas, lo miré leyendo un diccionario, tenía esa palabra subrayada y me gustó así que memoricé el significado para decírtelo. ¿Te impresioné, Santi?

—¡Bastante, sirena! —exclama y viene a mí para abrazarme.

Amo mucho estar entre sus brazos. Me dan calidez y amor, eso que papi, mami o mis hermanas no me dan. Estas últimas ni siquiera me hablan: Catalina solamente le habla a Eunice y ella siempre me ve como si me odiara. Pero Santi es diferente a todos, siempre lo ha sido y por eso lo amo demasiado. Es mi todo.

Tornado (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora