La Gala: Tercera parte

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25.

Henry baja las escaleras sigilosamente. Al fondo, pone dos desde en sobre el cuello del hombre, quien gime sumido en la absoluta inconsciencia.

Después de todo no estaba muerto. No sabía sentirse aliviado o preocupado. Este hombre era un criminal, si lo dejaba libre podría cometer su cometido, que era asesinar al padre de su ane/amigo. Por un lado no estaba mal… por el otro le desagradaba el hecho de que Tyler estuviera incluso depresivo.

"Supongo que tendré que poner mi plan en plan en marcha antes de tiempo. Estaba guardando esto para la hora loca."

Se puso de pie y llamó al genio, quien se materializó como una sombra regordeta entre penumbras.

"Cómetelo… quitale unos… dos litros y medio. ¿Te sirve?"

El genio no dijo nada, solo se puso a su faena. Succionó tan rápido la sangre de Robert, que bien podría estar tomando un vaso con un pitillo.

"Como primer deseo, quiero que este hombre solo tenga magulladuras al despertar… como segundo, deseo que olvide por completo quién es y de dónde viene, quiero que tenga solo un vago recuerdo que haber bailado desnudo y borracho en esta fiesta aunque no haya pasado. La vergüenza lo mantendrá alejado de la alta sociedad seguro."

Henry sabía que eso último era una tontería. Pero lo deseaba solo por maldad pura. Se estaba dejando llevar por el poder. Cuando puedes, solo haces.

Henry subió hasta la gran gala. Se metió entre la gente. Lejos, vio a Tyler correr en su dirección, se había cansado de esperar aparentemente.

"Deseo que el tiempo se detenga."

Todo a su alrededor se paralizó, como si hubiera picado pausa en el control remoto de una película una película muy curiosa.

Ordenó al genio entonces que comiera y se alimentara de cada uno de los invitados. 

El ratón gordo corrió entre los pies de cada una de las personas y se detuvo, en medio de este espacio fuera del tiempo, para alimentarse. Al final, acabó tan lleno que parecía del tamaño de un perro san bernardo pero con el volumen de un cerdo.

Una sonrisa torcida se abrio paso en los labios del chico quien miraba tal animal monstruoso, no lo veia grotesco, sino como un granjero con una vaca recien recuperada del alumbraniento con las ubres a reventar de leche fresca y cálida. Era simplemente inevitable dejarse caer en el pozo de oportunidades. 

Muy a pesar de que ya tenía  su deseo en mente, otras posibilodades se abrian ante él. El poder… Cuando tienes poder de pronto se te ocurren cosas absurdas, se le acababa de ocurrir ¿que pasaria si todos a su alrededor no pudieran negarse a cumplir sus ordenes? Sería literalmente un ser tan imparable que se haria peligroso, tanto que su ego lo consumiría.  ¿y qué pasaría si deseara ser tan rico que toda esa gente de alta cuna en comparación parecieran pordioseros? ¿acabaría  siendo tan malo como Tyler, quizás peor?

"Deseo… deseo… deseo…."

"¿Si, Amo?"

"Qué me cures la diabetes… pero de forma progresiva. No de golpe. Quiero sea como su mi cuerpo de a poco aprendiera a estar sano. ¿eso evitaria que se rompiera la realidad?"

"Evitaria tener que reorganizar el pasado, sí."

"Bien. Hazlo."

El tiempo volvió a correr. Los meseros siguieron caminando con sus bandejas llenas de canapés y pasapalos. El sonido de una botella de champán llamó la atención de algunos y la música de ambiente, clásica y aburrida, inundó los oídos de aquella gente tan artificial.

El Genio Malvado Where stories live. Discover now