El pasado y unas copas

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1.

"Y creo que por eso lo arruiné todo" dijo Henry.
"¿No crees que exageras? Quiero decir. Vale que ninguna universidad te haya aceptado porque tus bajas calificaciones te hacen ver mediocre. Pero en el fondo eso no te hace tonto. Sabes que eres listo".
"¿Cuál es el punto de ser listo si no puedo estudiar para hacer algo importante? Como ser científico o... cocinero"
"¿Qué tiene de importante un cocinero?"
"Todo el mundo necesita comida. Si sabe bien, mejor. La gente le resta importancia a quién prepara todo, pero el cocinero del reino es más importante que el consejero real a veces"
"¿De donde sacas esas tonterías?"
"Piénsalo ¿puede un rey ser rey si no está bien alimentando?".
"Si... supongo que sí. Dejemos de hablar de eso. Ya estás tú con tus mierdas comunistas otra vez. Vas a soltar algo como que los cocineros son el alma de la civilización.
"El punto es... que no sé qué hacer"
Henry dejó caer la cabeza sobre la barra del bar, frustrado. Al sentir que estaba pegajoso, que seguramente más de una persona habrá pasado las mugrosas manos por ahí (manos que limpian culos y que no son lavadas) se enderezó en su silla nuevamente, como si acabara de recibir inspiración divina. Pero no dijo nada.
Entonces, Jerry le dijo:
"Amigo. Cambia esa cara de caballo. Tienes 19. Aún no O sabes qué hacer con tu vida ¿y qué? Las universidades públicas te mostraron el dedo medio y las privadas no te querrán por pobre ¿y qué? No es el fin del mundo".
"Lo mejor que puedo hacer es fundar una frutería y vender mandarinas. Solo para eso sirve alguien como yo".
"Deja de hablar de comida. Eso no es lo más importante en la vida" replicó Jerry "Escucha. Vamos a la tienda de curiosidades, ¿te acuerdas que antes había un Arcade ahí? Qué tiempos pasamos en las maquinitas y en los play stations".
"Bueno... cualquier cosa es mejor que estar en este bar sucio".
Los chicos salieron del irlandés alegre y caminaron calle abajo hasta la avenida principal. Encontraron una tiendita de cosas viejas donde antes había estado el Arcade de su infancia.
Ese local tenía fama de mala suerte, negocio que montaban ahí, negocio que cerraba a los 6 meses, al año, o a los 2 años, pero cerraba. Muchos culpan a la economía. Otros argumentan que a pesar de ser una zona céntrica y de tener buena ubicación, la alta renta del lugar desangraba a los dueños. Después de ser un Arcade, fue una tienda de ropa, una perfumería, una frutería, una zapatería, una peluquería, una peluquería de perros y una oficina postal, ahora era una tienda de antigüedades. Pero para Henry siempre sería su lugar feliz. Iba ahí a jugar y distraerse con el dinero que su abuelo y tía le daban a escondidas de sus padres. El abuelo le daba dinero como pago por comprarle cigarrillos en la tienda clandestina de un barrio bajo donde no se le niega nada a ningún menor. Y su tía le daba monedas para que se divirtiera por el simple hecho de que lo adoraba. De niño Henry tenía algo que hacía que las señoras se volvieran locas por él. <<Vas a ser un chico muy guapo. Mira que bellos ojos tienes>> tristemente la pubertad no fue generosa con él. Su cuerpo creció largo y delgaducho. Y eso a las señoras ya no les gustaba. Y sus ojos perdieron brillo... y el 50% de su función cuando se quedó tuerto a los 14. Ahora usaba un antiestético parche que le dejaba marca y lo hacía parecer un pirata. La razón por la que no se conseguía una prótesis de ojo era la misma de por qué solo tenía 3 pares de pantalones solamente: no era el tipo más privilegiado del mundo.
Caminó por la calle procurando no pisar las líneas, porque podría morir. Y se esperó a que su amigo abriera la puerta de la tienda para no tener que tocarla él.
Y al entrar al local lo primero que hizo fue ponerse un tapabocas y rociar alcohol en sus manos.
Notó que la mayoría eran antigüedades empolvadas. No tenía especial atracción por las antigüedades pero... estaba en ese punto de su vida en el que haces las cosas sin pensarlas mucho, como quien dice, en piloto automático. Fue a esa tienda para ver en lo que se había convertido. No esperaba encontrar algo le llamara la atención hasta... que vio la lámpara.
"Mira, es una de esas raras lamparas de lava" le dijo a Jerry.
"Muy retro".
"La quiero. Préstame dinero" sentenció de inmediato.
"¿Qué? Henry. Andas pasado de copas".
"Jerry. Hazme caso. Justo ahora soy un perdedor sin un duro... pero si tengo esto en mi poder... seré un perdedor sin un duro CON una lampara de lava. No hay razón alguna de por qué no pueda comprarla. Además... me recuerda a algo que ya se me olvidó, de una vida que no viví, en un mundo paralelo del que no soy consciente, que es tan pequeño y fugaz que resulta imposible e invisible".
Jerry miró a los ojos a Henry. Suspiró y dijo:
"Si no fueras tan ridículamente triste y patético creo que no sería tu amigo. Vale. Te compro la lámpara pero a cambio me deberás un favor, un favor sin peros, uno sin preguntas. Me deberás un favor y deberás hacerlo y punto".
"Y qué pasa si me niego a ese favor o no puedo hacerlo al final".
"Entonces perderás mi amistad y estás muerto para mi... y ya no te pagaré la factura del móvil".
Henry tragó saliva pesadamente . La idea de fallar a ese favor secreto lo horrorizaba.
<<¿Qué voy a hacer sin saldo en el móvil? Estaré acabado>> pensó.
Pero se dieron la mano y cerraron el trato.
Cuando ambos llegaron a casa. Henry comprendió que su lámpara no era lo que parecía ser.

Nota:
Esta historia la estoy escribiendo con comillas por experimento y para no usar guiones que luego Wattpad convierte en símbolos de menos. No es una historia planificada. Es como mis primeras historias, nacen, crecen, pasan cosas y... luego pasan más cosas. Tu no me presiones y sigue leyendo. Si veo que les va gustando encontraré hueco para continuar.

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