Capítulo 12

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Yelena

—En serio no puedo contigo ahora mismo, adiós.

Yelena se quedó parada a media sala mirando la puerta por la que había salido Kate. «Va a regresar», pensó, pero los minutos empezaron a transcurrir y la puerta no se volvió a abrir. Esto hizo que el coraje que sentía se intensificara aún más, ¿quién se creía Kate para hablarle de esa manera y después irse? Y todavía se atrevía a decir que ella era la retraída.

Molesta, la mujer se sentó en el sofá. Lo que hace unos minutos habían sido gritos y reclamos ahora era silencio, a excepción de la televisión que se había quedado prendida. Yelena se quedó mirando la pantalla pero sin prestar la más mínima atención al programa, demasiado perdida en sus pensamientos.

Todo había pasado tan rápido que aún no terminaba de procesarlo, lo que para ella había empezado como un pequeño reclamo, terminó escalando a algo desproporcional, algo que quizás se hubiera podido evitar si ambas no se hubieran dejado llevar por el calor del momento.

Aún con la adrenalina arriba, Yelena se levantó y caminó casi en automático hacia el gabinete donde tenían guardado el licor, pero antes de tomar la primer botella disponible, se detuvo. Por muy apetecible que le pareciera la idea de beber, probablemente no era lo mejor, especialmente sí Kate decidía regresar.

Sí, Yelena seguía teniendo esperanzas de que la arquera volviera. Por muy molesta que estuviera con ella seguía queriendo que regresara, más que nada porque era tarde y le preocupaba que algo le pasara estando embriagada, pero también porque Yelena quería arreglar las cosas. Era la primera vez que tenían una discusión así de seria y, aunque ella no fuera experta en esos temas, le parecía que lo estaban manejando bastante mal.

Así pues, la asesina optó por mejor subir al cuarto de Astrid para asegurarse de que la niña siguiera dormida y no hubiera escuchado el escándalo que habían armado. Al llegar a la habitación, Yelena se asomó por la puerta que estaba entre abierta (prefería dejarla así para poder escuchar en caso de que Astrid la necesitara), y dentro pudo ver el pequeño bulto debajo de las cobijas. Su respiración era calmada, indicando que la niña estaba profundamente dormida.

Con solo verla, Yelena sentía que el pecho se le calentaba y que el mal sabor de boca que le había dejado la pelea desaparecía casi por completo. Astrid tenía ese efecto en ella, de mejorar sus días al instante y darle fuerzas para seguir adelante.

Viendo que todo estaba en orden, Yelena regresó a la sala de estar y volvió a sentarse frente al televisor.

¿La arquera estaría bien?, era poco probable que hubiera vuelto a la oficina, ¿se iría a un bar entonces? Yelena quería saber cómo se encontraba, pero no pensaba salir a buscarla, en primera porque no podía dejar a Astrid sola, y en segundo porque su orgullo no se lo permitía. Si bien estaba dispuesta a que hablaran, no pensaba dar el primer paso, en su opinión eso le correspondía a Kate, ella había iniciado la discusión y también se había marchado. Si quería volver, bien, Yelena la esperaría.

El tiempo siguió pasando y diez minutos se convirtieron en treinta y luego en cuarenta. Yelena seguía esperándola pero cada vez era más evidente que no planeaba regresar, y esto solo hacía que la rubia se molestara de nuevo.

Y es que Yelena tenía derecho de molestarse, el solo recordar la forma en que Kate prácticamente la había llamado egoísta y manipuladora hacía que la sangre le hirviera de nuevo. La asesina llevaba mucho tiempo tratando de luchar contra ese estereotipo, convenciéndose a sí misma de que tenía mucho más que ofrecer como persona, y si había empezado a creérselo era gracias a Kate, que todo este tiempo le había ayudado a ver lo mejor de sí, pero al parecer eso se había acabado.

Little WidowWhere stories live. Discover now