Capítulo 03

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Kate

Cuando Kate se había ofrecido a ser la cuidadora legal de Astrid lo había hecho principalmente por Yelena. Si bien la asesina era muy reservada con sus sentimientos la mayor parte del tiempo, Kate la conocía lo suficiente como para saber que Astrid era importante para ella. Por otro lado Kate también había quedado enternecida con la pequeña desde el momento en que la conoció.

Sin embargo lo que la morena no se imaginaba era que cuidar de una menor de edad podía ser tan complicado. Kate tenía muy poca experiencia con niños, de hecho su única experiencia era con Nate, el hijo menor de Clint. Estar con Nate era fácil, el niño hablaba hasta por los codos y además adoraba a Kate, siempre quería jugar con ella y lo único que la arquera tenía que hacer era seguirle la corriente. Eso sin mencionar que Laura o Clint siempre estaban cerca cuando el pequeño necesitaba algo más.

En el caso de Astrid era todo lo contrario, la niña hablaba muy poco y casi siempre lo hacía solo con Yelena, la mayor parte del tiempo quería estar con Lucky o Luna, siempre parecía tener miedo de hacer algo mal y a veces por las noches despertaba llorando por las pesadillas. Kate entendía que todo esto se debía al trauma generado por vivir en aquel terrible orfanato, pero aun así no podía evitar frustrarse por no poder ayudarla más.

Al contrario de Kate, Yelena parecía tener casi todo bajo control. Sabía cómo dirigirse a la niña y aunque no hablaran mucho lograba que comiera, se bañara y fuera a dormir. También se encargaba de calmarla por las madrugadas cuando tenía pesadillas, y se había tomado muy en serio la tarea de volver la casa un espacio seguro, guardando todos los cuchillos y objetos que fueran peligrosos.

Era miércoles cuando Yelena le había pedido a Kate que al regresar del trabajo pasará por algo de carne de ternera al supermercado, aparentemente la mujer quería cocinar ternera strogonoff, un platillo ruso típico. Aprovechando que ya se había desviado de su camino, la arquera decidió detenerse también en una juguetería y llevar una caja de bloques Lego. Recordaba que cuando ella era niña solía pasar horas enteras con su papá construyendo todo tipo de figuras, quizás Astrid estaría interesada en hacer lo mismo.

Al llegar a casa Kate dejo su maletín en la mesita de entrada y colgó su blazer en el perchero, los zapatos los dejo a un lado pero se regresó a guardarlos en el zapatero antes de que Yelena le llamara la atención al respecto.

Hablando de la rubia, Yelena se encontraba en la cocina picando lo que parecían ser champiñones. Llevaba el cabello recogido en un chongo despeinado, algunos mechones rubios se habían salido del agarrado y colgaban libremente enmarcando la cara de la mujer, la cual estaba limpia de maquillaje. Su atuendo consistía en unos pantalones de chándal verde oscuro y un suéter blanco de Kate, que ya era más de Yelena que de ella misma.

De fondo se escuchaba Ordinary World y Yelena se mecía suavemente al ritmo de la música a la vez que tarareaba algunas partes de la letra. En todo el tiempo que llevaban viviendo juntas Kate había tenido pocas oportunidades de ver a la exwidow así de relajada y en un ambiente tan doméstico. Definitivamente podía acostumbrarse a llegar a casa y ser recibida por este tipo de escenas.

—¿Cómo te fue hoy, Kate Bishop? —preguntó Yelena sacando a la menor de sus pensamientos.

—Normal, supongo. Lo mismo de siempre —respondió mientras dejaba las bolsas en la encimera para poder desfajarse y desabotonar los primeros dos botones de su camisa—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Bien, Astrid y yo llevamos a Lucky al parque. Aún no está del todo cómoda con salir pero le gustó ver los patos. —Yelena se limpió las manos con una toalla y luego sacó su celular—. Mira.

Little WidowWhere stories live. Discover now