Capítulo 4

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la hechicera que
arrastraba desdicha

     Desde el día del accidente, he sido incapaz de quitarle los ojos de encima a Eryna, que seguía actuando con su amabilidad y alegría habitual, lo que me asustaba muchísimo

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     Desde el día del accidente, he sido incapaz de quitarle los ojos de encima a Eryna, que seguía actuando con su amabilidad y alegría habitual, lo que me asustaba muchísimo. No era capaz de discernir si se trataba de una fachada o de sus verdaderas emociones.

     Intentaba ser extremadamente cuidadoso, no quería cometer ningún desliz estando a su lado. Tenía miedo de hablar incluso, era consciente del peso de mis palabras y no quería que la hirieran de ninguna manera.

     Caminaba detrás de ella, que recogía flores de los jardines de la academia mientras explicaba algún que otro dato curioso sobre las flores.

     —¿Qué te he dicho sobre el Solirio? —preguntó ella de repente.

     —Que es tu flor favorita y que cura el daño causado por el aura maligna. —Asintió no muy confiada y siguió caminando.

     —Has cambiado mucho desde aquel día —murmuró mientras se sentaba en el borde de la fuente, yo la imité—, incluso más que yo. Creo que es la peor parte, más todavía que el hecho de que todos me miren con lástima.

     —Simplemente no quiero decir nada que te entristezca, lo siento...

     —Estar triste no es malo, Link. Prefiero eso antes de que me trates como a una muñeca rota. —Asentí. —Di lo que piensas, te lo digo en serio. El otro día te llevé de compras, me probé un vestido horrible y dijiste que te gustaba.

     —Pero de verdad me gustaba, te quedaba bien.

     —¡Oh, vamos! ¡Cualquier persona con ojos en la cara diría que es horrible!

     —Que te estoy diciendo la verdad, soy un soldado, ya sabes que mi gusto no es el mejor... —No mentía. Por lo que recordaba, llevaba un vestido blanco y no le quedaba mal. Eryna dejó escapar un suspiro y negó sutilmente.

     —Está bien, te creeré en esto. Pero como me vuelvas a tratar como si me fuese a romper ante el más minúsculo golpe, te mato.

     —Sí, lo siento —murmuré.

     Eryna sumergió sus manos en el agua y, de repente, se cayó en la fuente. Me apresuré para ofrecerle mi mano para que saliese de allí, pero aprovechó para estirar de ella y hacer que cayese a su lado. Comenzó a reír mientras se levantaba.

     —Estás perdiendo facultades, soldado —me dijo, ofreciéndome su mano. Yo la tomé y sonreí de lado, ella entreabrió la boca, como si me hubiese leído la mente. Estiré de su brazo y volvió a caer al agua.

     —¿No tienes facultades, hechicera?

Ella rio y comenzó a salpicarme con el agua, yo intentaba protegerme de sus ataques sin demasiado éxito. Paró por unos segundos, dándome tiempo para observar mejor su cara. Se había cortado el pómulo y la sangre se mezclaba con algunas gotas de agua, haciéndola más transparente. Me acerqué a ella sutilmente y llevé mi mano a su mejilla.

     —Te has cortado —murmuré.

     —¿Es muy profundo? No me duele demasiado —dijo ella, llevándose la mano a donde yo la tenía apoyada. La retiré de inmediato y ella comenzó a curarse. Una vez hubo acabado, se levantó y salió de la fuente, yo hice lo mismo—. Deberíamos volver ya a las habitaciones, mañana tenemos examen y seguro que querrás estudiar, ¿no?

     —Ah, sí —respondí—. Te acompaño a tu habitación.

     —¿Para qué? Soy fuerte, no me pasará nada. —Sonrió.

     —Ya sé que eres fuerte, pero me apetece caminar un poco hoy.

     —Mira que eres raro. —Rio.

     Ambos comenzamos a andar hacia los dormitorios femeninos. Por lo que sabía, Eryna compartía una pequeña casa con otras dos chicas. Me dijo que eran buenas amigas, aunque no sabría decir si lo eran o era simplemente Eryna considerando amigos a todo el mundo.

     Nos despedimos una vez llegamos al lugar. Me retiré en cuanto la vi cruzar la puerta de su casa. Observé la palma de mi mano durante unos segundos, la marca en ella seguía resplandeciendo sutilmente.

 Observé la palma de mi mano durante unos segundos, la marca en ella seguía resplandeciendo sutilmente

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