Capítulo 2

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Eddie

Fui a mi casillero a sacar un cuaderno y el lápiz más decente que tenía, no necesitaba mucho más. Mi próxima clase era de lengua con el profesor Travis, que era uno de los pocos a los que le tenía un mínimo de cariño, sus clases eran amenas y lo suficientemente dinámicas para no quedarme dormido. Me sentaba en la ultima fila cerca de la ventana para poder observar cuando me aburría a las chicas correr en clase de gimnasia o mientras jugaban a un partido de fútbol. De a poco venían mis compañeros y se acomodaban en sus respectivos pupitres, mientras tanto, yo jugaba a darle vueltas a mi lápiz pordiosero.

- ¿Qué pasa, friki? -Jason Carver, señores. - ¿Otra vez acosando a las chicas desde la ventana?

-Me niego a pelear con un oponente desarmado. – fue lo único que respondí mientras ignoraba por completo su cara de estúpido, la verdad no quería meterme en otra pelea que acabaría en el despacho del director.

- ¿Cómo que desarmado? -preguntó algo confuso.

Travis, el profesor, entró dando pasos largos hacia su mesa, con su efusivo "buenos días" mientras movía felizmente su maletín. Es una persona de mediana estatura y de tez negra, le encantaba ir en polos y vaqueros Levis junto con su maletín negro de cuero. Aunque nuestra relación era muy pobre, era el que mejor me caía. Iban entrando uno por uno algunos alumnos que se habían quedado fuera del aula, entre tanto, el profesor ordenaba su mesa y sacaba sus respectivos libros. Segundos después entró junto con su bandolera color vino, su pelo rubio cayendo por su espalda y sus inseparables converse negras, dejando huella por donde quiera que pisara, a la chica con más agallas que he visto en mi vida.

-Uoh, pero mira quién está aquí, ya estamos todos, la bruja y el satánico, hacéis una bonita pareja. - comentó Jason, parece que hoy estaba más imbécil de lo normal.

-Supongo que ser un tío y un completo gilipollas en esta sociedad está de moda. -Abigail Cunningham, la hermana mayor de Chrissy Cunningham entró por esa puerta dispuesta a amargarle el día como todos los días a Jason, como si fuese su pasatiempo favorito.

Jason comenzó a discutir como todos los días, pero ella disfrutaba viendo como él se ofendía cada vez que soltaba algo de su boca.

-Jason, algún día te van a dar una paliza y no haré nada para impedirlo. -intervino Travis. -Y Eddie, alejate de una puñetera vez de la ventana.

Travis ordenó silencio y se fueron todos y cada uno sentando en sus sitios, empezaron a sacar un libro el cual yo no traía como de costumbre y lo colocaron perfectamente en sus mesas.

-Espero que hayáis leído un mínimo de "El sol también se levanta" de Ernest Hemingway, sé que lo envié la semana pasada, pero este libro es mucho más ligero que los demás. Y bueno, ¿qué opináis? – Abby fue la única en levantar la mano. - ¿Nadie más? Por favor, seguro que tiene que haber alguien más, por ejemplo... Anna, ¿qué opinas de Hemingway?

-Pues, me ha encantado, es tan romántico...

- ¿Estás de coña? ¿romántico, Hemingway? -saltó Abby. -Fue un puto abusador alcohólico y misógino que desperdició la mitad de su vida rondando a Picasso y ligándose a las mujeres que él dejaba. ¿Qué pasa con Simone de Beauvoir, Mary Wollstonecraft o Mary Shelley?

Jason cuchicheó con sus compañeros de baloncesto algo inaudito y empezaron a reír al unísono.

-Señor, ¿sería posible que Abby tomase algo para el dolor menstrual antes de venir a clase? - todos rieron siguiéndole la broma, haciendo que Abby se girase hasta quedar cara a cara con él, si las miradas matasen, Jason estaría hecho añicos.

-De verdad, Carver, no sabes lo mucho que me gustaría que Abby te alinee las pocas neuronas que llevas de adorno en esa cabecita. -pude sentir como Jason se le quitó la sonrisa de la cara. – Y tú, Abby, quiero agradecerte tu punto de vista, debe resultarte difícil superar todos esos años de opresión de clase media alta de los suburbios, ¡ha de ser muy duro!, pero la próxima vez que interrumpas en la reunión de profesores reivindicando cualquier cosa de las que las chicas blancas os quejáis, pregunta por qué no puedes comprar libros escritos por los negros.

Abby se quedó callada por unos instantes, la clase se había quedado completamente en silencio después de lo sucedido.

- ¿Algo más, profesor?

-Sí, ve al despacho del director, me estás cabreando.

Quedó atónita por sus palabras, intentó convencerle de que no, pero siguió en su misma línea y la mandó a dirección, recogió sus cosas con rabia y acto seguido le pegó a Carver con el libro en la cabeza.
La clase siguió como de costumbre, siguieron hablando del libro que no había ni leído la portada. La clase se había pasado volando, obviamente sin hacer absolutamente nada. Sonó el timbre, la hora de comer, mi favorita a decir verdad. Cogí mis cosas y salí pitando hasta mi casillero, dejando todo ahí guardado para poder comer tranquilo. Caminé a paso rápido hacia el comedor para poder coger nuestro sitio de siempre, aunque normalmente no nos lo quitaban ya que parece ser que esté instituto va por grupos, y si no estás en uno, eres "expulsado" socialmente.

Estaba ya sentado en nuestra mesa de siempre con los miembros de mi club, jugaba con los guisantes mientras charlaba con Grant sobre la jugada de ayer, casi vencemos a Lord Soth, pero era demasiado fuerte. Todos charlaban unos con los otros, menos Gareth, que miraba a un punto fijo, concretamente a la mesa de los populares. Llevaba algunas semanas haciendo lo mismo a la hora de comer, pero siempre evitaba el tema cuando le preguntaba el porqué de su 'ausencia'.

-Gareth, tío, córtate un poco. -Le susurró Jeff mientras le tiraba un trozo de pan seco. - ¿Qué tanto miras?

-No es nada, me había ido a mi mundo por un momento.

Lo miré de mala gana, sus respuestas siempre eran las mismas, 'estaba disociando', 'me había despistado, perdona', o un simple, 'perdón, ¿de qué estábamos hablando?' como si nada hubiese pasado, su pasotismo me irritaba cada vez más.

-Gareth, ¿qué coño te pasa tío? – dije de mala gana. Él solo negaba lo evidente y me repetía una y otra vez lo mismo que había respondido unos minutos antes.

-Eddie, de verdad tío, no pasa nada, me había despistado por un momento. – su voz era cada vez más entrecortada, se notaba su nerviosismo de lejos.

- ¿Entonces qué mierda hacías mirando la mesa del equipo de baloncesto? – intervino Jeff, que estaba igual de colérico.

-N-no miraba a ningún sitio, solo estaba distraído. -conocía a Gareth desde hace un par de años y estaba al tanto de su incapacidad de mentir.

-Esta conversación seguirá más adelante. – expresé con exasperación mientras me levantaba de mi asiento y tomaba mi bandeja para posteriormente tirarla al contenedor más cercano.

Proyecto Pigmalión - Eddie MunsonWhere stories live. Discover now